Es una bendición para mí saber que Usted me está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la primera Epístola de Pablo a Timoteo, en la serie titulada Claves para ser un buen ministro de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a examinar lo que se debe tomar en cuenta para ser un buen ministro de Jesucristo.
Si dispone de una Biblia a la mano, ábrala en 1 Timoteo capítulo 4 a partir del versículo 6. Luego de reconocer el peligro que representa la presencia inevitable de los apóstatas en una iglesia local, Pablo presenta siete características de un buen ministro de Jesucristo, entre los versículos 6 a 16. La conclusión parece obvia. Para neutralizar la obra de los apóstatas en una iglesia local es necesario que sus líderes, llámense pastores, obispos o ancianos, adopten las características que Pablo propone en este pasaje bíblico. La primera característica aparece en 1 Timoteo 4:6 y la primera parte del versículo 7. La Biblia dice: Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Según lo leído, un buen ministro de Jesucristo debe estar bien nutrido. No sólo en un sentido material, porque un buen ministro de Jesucristo debe alimentarse bien y sanamente, sino principalmente en un sentido espiritual. El alimento que nutre espiritualmente al buen ministro de Jesucristo consiste en dos cosas fundamentales. La primera es: las palabras de la fe. Esto significa la palabra de Dios en general. Los obispos, pastores o ancianos necesitamos nutrirnos de la palabra de Dios constantemente. No me refiero solamente a estudiar el pasaje bíblico sobre el cual vamos a predicar el domingo en el culto, sino a tener un tiempo a solas con Dios cada día, para leer, meditar, estudiar, memorizar y aplicar la palabra de Dios a la vida y para orar a Dios. Si los líderes de una iglesia local no se nutren de la palabra de Dios en forma diaria, sistemática, constante, no podrán conocer la voluntad de Dios para su vida ni para su ministerio y serán como ciegos guiando a otros ciegos, con la consecuencia fatal de que todos caerán en el hoyo. La segunda es la buena doctrina. Esto significa la correcta interpretación de las Escrituras. Los líderes de la iglesia local deben conocer las reglas para una correcta interpretación de las Escrituras porque de otra manera estarán haciendo un mal uso de las Escrituras. No olvide lo que dice 2 Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Cuando un líder es negligente en cuando a la buena doctrina terminará aceptando lo que el apóstol Pablo llama fábulas profanas y de viejas. La palabra fábula es la traducción de la palabra griega “múthos” de la cual proviene la palabra “mito” Hoy en día, la cristiandad en general está llena de mitos que no tienen ningún fundamento bíblico. Días atrás una hermana en la fe me preguntó qué es lo que yo pensaba acerca de lo que ella había oído en cuanto a orar a los ángeles. Pues este es un ejemplo de un mito o para ponerlo en palabras de Pablo, una fábula profana y de viejas. La orden de Pablo a Timoteo fue: Desecha estas cosas. Un líder bien nutrido, con las palabras de la fe y de buena doctrina será un buen ministro de Jesucristo. Esta es la primera característica. Ahora consideremos la segunda característica. Además de estar bien nutrido, un buen ministro de Jesucristo debe estar bien ejercitado. La segunda parte de 1 Timoteo 4:7 y 8 dice: Ejercítate para la piedad;
1Ti 4:8 porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
La piedad se refiere a manifestar una forma de pensar y una forma de actuar acorde con lo que Dios enseña en su palabra. El verbo ejercitarse es la traducción del verbo griego gumnázo, del cual proviene el sustantivo griego “gumnasía” que significa gimnasia, una palabra del mundo del atletismo. Ejercitarse implica entonces un despliegue generoso de energía, un arduo trabajo. Formar hábitos piadosos o ejercitarse para la piedad, no es sencillo, puesto que demanda un gran despliegue de energía. Esta es la razón por la cual muy pocos creyentes y muy pocos líderes están dispuestos a ejercitarse para la piedad. Mientras más nos ejercitamos para la piedad, mejor capacitados estamos para vivir piadosamente. Es como si los músculos espirituales se fortalecieran para que vivamos una vida de mayor santidad. Así como el ejercicio corporal es bueno para el bienestar físico, el ejercicio para la piedad es bueno para el bienestar espiritual, pero con una gran diferencia, por cuanto el ejercicio corporal tiene valor temporal, para el tiempo cuando estamos en este mundo, mientras que el ejercicio para la piedad para todo aprovecha, es decir tiene valor no sólo para el tiempo que estamos en este mundo sino también para el tiempo que estaremos fuera de este mundo. Pablo dice que el ejercicio para la piedad tiene promesa de esta vida presente y de la venidera. El texto no está diciendo que los creyentes no deben hacer ejercicio corporal. Lo que está diciendo es que el ejercicio corporal para poco es provechoso, cuando se lo compara con el ejercicio para la piedad, que para todo aprovecha. Por tanto, los creyentes no debemos ser negligentes con ejercitar el cuerpo porque es ampliamente conocido que el ejercicio corporal contribuye al bienestar del cuerpo, lo cual habla bien de una buena mayordomía de nuestro cuerpo, el cual, aunque está condenado a deteriorarse hasta morir, sin embargo es nuestro deber mantenerlo en el mejor estado posible. Así que un buen ministro de Jesucristo debe estar bien nutrido y bien ejercitado. La tercera característica de un buen ministro de Jesucristo es que debe estar dispuesto a sufrir por servir al Señor. Hace no muchos días estaba hablando con un hermano que a pesar de su buen corazón y de sus buenas intenciones para servir a otros sin embargo fue atacado por aquellos a quienes había servido. Algo que le fue de ayuda para este hermano fue saber que el servicio a otros implica cierta dosis de sufrimiento y oprobio y los siervos de Dios deben estar dispuestos a sufrir por servir al Señor. Note lo que dice 1 Timoteo 4:9-10. Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos.
1Ti 4:10 que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.
Este pasaje bíblico tiene una introducción llamativa: Palabra fiel es esta y digna de ser recibida por todos. Esta es una expresión exclusiva de Pablo en las epístolas pastorales. Aparece tres veces en 1 Timoteo, una vez en 2 Timoteo y una vez en Tito. Palabra fiel nos debe hacer reflexionar en el hecho que estamos ante un dicho solemne, por demás importante. Además es un dicho verídico. Digna de ser recibida por todos nos habla de la necesidad que todos deberíamos apropiarnos de esta palabra fiel o verdadera. Veamos por tanto en qué consiste esta palabra fiel y digna de ser recibida por todos. Consiste en varias cosas. Número uno, en que el servicio al Señor requiere un derroche de energía. Note la palabra “trabajamos” en la frase: Que por esto mismo trabajamos” Es la traducción del verbo griego “kopiáo” que significa fatigarse con esfuerzo. La imagen mental que deberíamos hacernos es a un obrero que transpira copiosamente mientras ejecuta alguna labor manual que requiere una enorme dosis de energía. Así se debe servir al Señor, poniendo el corazón en lo que hacemos. Lamentablemente muchos líderes en las iglesias locales aman la comodidad, aman el rodearse de lujos, aman el reconocimiento y los aplausos de los demás y no quieren saber nada de trabajar arduamente, hasta la fatiga en el servicio al Señor. Número dos, en que el servicio al Señor implica sufrimiento y oprobio. Si Usted pensaba que los que servimos al Señor siempre estamos libres de pruebas, de sufrimiento, de incomprensión, de acusaciones falsas, de ataques y de tantas otras cosas más, está muy equivocado amable oyente. Un buen ministro de Jesucristo tendrá que soportar sufrimiento y oprobio, no como consecuencia de su mala conducta sino como consecuencia de servir al Señor con fidelidad. Pero el trabajo hasta el agotamiento y el sufrimiento y el oprobio valen la pena. ¿Por qué? Pues, número tres, el servicio al Señor tiene su recompensa. Pablo dice: Porque esperamos en el Dios viviente. Dios es justo amable oyente y Él sabe recompensar con creces a los que le sirven de corazón y con limpia conciencia. Me llama la atención la forma como Pablo se expresa de Dios. Dice que es el Dios viviente. Como tal, Él otorga vida eterna a todos aquellos que creemos en Él y que lo hemos demostrado por medio de recibir a Cristo como Salvador. El Dios viviente es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. Ese Dios viviente ha diseñado su plan de salvación para todo el mundo, por medio de enviar a su Hijo al mundo para que muera en lugar del pecador, pagando la deuda de todo pecador por su pecador. Pero esto no significa que todo el mundo es automáticamente salvo, porque tal vez la mayoría de los pecadores rechazan el plan que Dios ha diseñado para que puedan alcanzar la salvación y terminarán en condenación eterna. Pablo dice que la obra de salvación de ese Dios viviente se hace efectiva solamente en aquellos que creen, es decir en los que reciben a Cristo como su Salvador. En nuestro próximo estudio bíblico vamos a ver otras cuatro características de un buen ministro de Jesucristo. Espero su compañía.
Según Mateo 8:14-15 dice que Jesús sanó a la suegra de Pedro, ¿Estaba Pedro casado cuando Jesús le llamó para que le siga? Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrará la respuesta a esta inquietud. Además puede hacernos llegar sus consultas y sugerencias y por supuesto escuchar nuevamente el programa de hoy. Le recuerdo nuestra dirección: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga grandemente.
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