Reciba muchos saludos amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el evangelio según Juan. En esta oportunidad entramos al capítulo 11, el cual tiene que ver con la resurrección de Lázaro. En esta oportunidad vamos a considerar los hechos que condujeron al milagro.
Abramos nuestras Biblias en Juan 11. De lo que vimos en nuestro último estudio bíblico, sabemos que el Señor Jesús se encontraba al otro lado del Jordán, en el lugar donde primero había estado bautizando Juan el Bautista. Según Juan 1:28, este lugar se llamaba Betábara, a unos treinta y algo más de kilómetros de Jerusalén. A este lugar venían muchos a oír su palabra y algunos de ellos creyeron en el Señor Jesús como el Cristo o el Mesías. Con esto en mente, vayamos a la primera parte de Juan 11. Los hechos que condujeron al milagro. Consideremos la ocasión del milagro. Juan 11:1-3 dice: Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.(A)
Joh 11:2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.(B))
Joh 11:3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
Mientras el Señor Jesús estaba enseñando en Betábara, llegó un mensajero desde Betania, la aldea donde moraba una familia muy relacionada con el Señor Jesús, formada de dos hermanas y un hermano. María, Marta y Lázaro. En el Nuevo Testamento aparecen varias mujeres con el nombre María. La mujer de quien habla Juan en esta ocasión, es María de Betania, la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. Esta mujer, María de Betania, aparece por tres ocasiones en el Nuevo Testamento y en cada una de estas ocasiones se la ve a los pies del Señor Jesús. Hermoso ejemplo de devoción a nuestro amado Salvador. El mensajero que llegó a Betábara fue enviado por María y Marta y era portador de una trágica noticia. Al encontrarse al Señor Jesús, entregó su mensaje: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Esto fue todo el mensaje. María y Marta no pidieron que el Señor Jesús deje de hacer lo que estaba haciendo y vaya aprisa a Betania a sanar a Lázaro su hermano. Es muy posible que sabiendo que el Señor Jesús estaba en Betábara para evitar ser aprehendido por los judíos de Jerusalén quienes querían matarle, María y Marta no hayan querido que se exponga yendo a Betania, que estaba muy cerca de Jerusalén, sino que solamente dé la orden, y Lázaro sea sanado. Sería un milagro de sanidad a distancia, como ya ocurrió antes, cuando el Señor Jesús sanó al hijo de un noble en Galilea. Veamos cuál fue la reacción del Señor Jesús al oír la noticia. Juan 11:4-6 dice: Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Joh 11:5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Joh 11:6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Cuando el Señor Jesús dijo: Esta enfermedad no es para muerte, no estaba diciendo que la enfermedad de Lázaro no era mortal. De hecho, para cuando el mensajero entregó su mensaje al Señor Jesús, acerca de que Lázaro estaba enfermo, en la práctica Lázaro ya había muerto. ¿Cómo se sabe? Pues porque cuando el Señor Jesús fue finalmente a Betania, halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Hagamos las cuentas. Dada la distancia entre Betania y Betábara, al menos treinta kilómetro, al mensajero le debe haber tomado al menos un día para ir a Betábara. Luego de escuchar la noticia, el Señor Jesús se quedó dos días en Betábara, ya son tres días. Luego, al Señor Jesús le debe haber tomado al menos un día viajar de Betábara a Betania, son cuatro días. Esto significa que Lázaro debe haber muerto poco después que el mensajero salió hacia Betábara para dar la noticia al Señor Jesús en cuanto a que Lázaro estaba enfermo. Cuando el mensajero entregó su mensaje al Señor Jesús, Lázaro ya estaba muerto. Por supuesto que el mensajero no lo sabía, porque en ese tiempo no había teléfono, ni Internet, ni teléfonos inteligentes, ni facebook, ni whatsapp, para informar al instante al mensajero lo que había sucedido con Lázaro en Betania. El Señor Jesús por supuesto que lo sabía porque él es Dios. Este razonamiento también echa por tierra la idea que el Señor Jesús se quedó dos días en Betábara, esperando que Lázaro se empeore de su enfermedad y muera. No hay tal amable oyente. Cuando el Señor Jesús dijo: Esta enfermedad no es para muerte estaba dando a entender que el desenlace de la enfermedad de Lázaro no iba a ser ocasión para que la muerte obtenga una victoria sino para la gloria de Dios, para que el Señor Jesús, el Hijo de Dios, sea glorificado por ella, es decir por la muerte, cuando resucite a Lázaro. Juan hace referencia el fuerte vínculo que había entre él y la familia de Lázaro en Betania. Dice que el Señor Jesús amaba a Marta, María y Lázaro. ¿Qué sucedió dos días después que el Señor Jesús recibió el mensaje sobre la enfermedad de Lázaro. Note lo que dice Juan 11:7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.
Todo lo que hacía el Señor Jesús era lo que su Padre le ordenaba y en el tiempo que lo ordenaba. Conforme a esto, llegó el momento para ir a Betania en Judea. Así lo anunció a sus discípulos. A los discípulos les pareció ilógico. Note lo que dijeron, según Juan 11:8 Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
Los discípulos eran tan humanos como usted y como yo. Ellos sabían que la última vez que estuvieron en Judea, el Señor tuvo que escaparse para no caer en manos de los judíos, quienes querían aprehenderle para apedrearle. Humanamente hablando era razonable el cuestionamiento: ¿Y otra vez vas allá? Lo que para el hombre es lógico no siempre es lógico para Dios. Observe la respuesta del Señor. Juan 11:9-10 dice: Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
Joh 11:10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
A esas alturas de la vida del Señor Jesús en este mundo, todavía no había llegado el momento para que sea entregado y crucificado. Era comparable a estar a la luz del día. En esas condiciones, no había problema con tropezar por falta de luz. Mientras no llegue el momento establecido por Dios para que se cumpla lo que él mismo ha decidido de antemano, el Señor Jesús no tenía temor alguno de que pueda suceder algo inesperado. Con esta confianza estuvo dispuesto a ir a Betania en Judea. Inmediatamente después el Señor Jesús reveló el motivo para ir a Betania. El motivo por supuesto tenía que ver con Lázaro. Note lo que dice Juan 11:11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.
El Señor Jesús estaba hablando en lenguaje figurado, pero como ya sucedió otras veces, sus discípulos no lo captaron. Por eso se dio el diálogo que aparece en Juan 11:12-16. La Biblia Dice: Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
Joh 11:13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
Joh 11:14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
Joh 11:15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Joh 11:16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Pensando que el Señor Jesús se refería literalmente a la acción física de dormir para descansar, los discípulos concluyeron que no hacía falta que el Señor Jesús vaya a Betania, porque si Lázaro se ha quedado dormido, entonces eso significaría que está mejorando en su salud, y muy pronto estará totalmente sano. El Señor Jesús tuvo que aclarar el asunto ratificando que su amigo Lázaro estaba muerto. Pero además, el Señor Jesús dijo que se alegraba, no por la muerte de su amigo Lázaro, sino por sus discípulos, porque lo que iban a ser testigos era algo espectacular, algo que fortalecerá grandemente la fe de esos discípulos, para que no les quepa duda alguna en cuanto a que el Señor Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo en su nombre tengan vida eterna. En este punto, tomó la palabra Tomás, cuyo apodo era Dídimo, palabra que significa “gemelo” Dirigiéndose a sus compañeros discípulos les arengó diciendo: Vamos también nosotros, para que muramos con él. Tomás es el mismo discípulo que más tarde tuvo serias dudas en cuanto a la resurrección del Señor Jesús. Su fe pudo haber sido incipiente cuando arengó a sus condiscípulos, a ir a Judea para morir junto con el Señor Jesús, pero nadie puede dudar de su lealtad al Señor Jesús. En nuestro próximo estudio bíblico veremos la ejecución del milagro.
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