Saludos cordiales amable oyente. La Biblia Dice le da la bienvenida y le invita a su estudio Bíblico en el Libro de Nehemías. En esta ocasión, David Logacho nos hablará sobre la manera como el pueblo de Israel alabó a Dios.
Una vez que se terminó de edificar el muro de Jerusalén, el pueblo experimentó un avivamiento espiritual. Uno de los resultados de este avivamiento, fue un deseo por vivir una vida santa delante de Dios. Para vivir una vida santa delante de Dios es necesario arreglar el problema de pecado con Dios. El problema de pecado se arregla mediante la confesión. La confesión implica además arrepentimiento del pecado y separación del pecado. Una vez que se confesó personalmente los pecados, fue necesaria una confesión nacional, porque como nación el pueblo de Israel se alejó de Dios y cayó en pecado. En esta confesión de pecado, primeramente hubo adoración, un reconocimiento de la grandeza y magnificencia de Dios. También hubo alabanza, un reconocimiento de lo que Dios había hecho por la nación. Finalmente hubo aceptación de la culpa. Un reconocimiento sin rodeos del pecado. En la adoración se exaltó la persona de Dios y el poder de Dios. Veamos ahora algunos elementos de la alabanza. Lee invito a abrir su Biblia en el Libro de Nehemías, capítulo 9 versículos 7 a 21. Cuando adoramos a Dios reconocemos los atributos de su persona. Cuando alabamos a Dios reconocemos lo que él ha hecho. Alabar al Señor es dar el crédito que él merece por sus obras. Esto es justamente lo que vemos en el pasaje que tenemos para nuestro estudio bíblico de hoy. Dios mostró su fidelidad a la nación de Israel y esto esta siendo reconocido en la oración. Consideremos en primer lugar la fidelidad revelada. Nehemías 9:7-8 dice: «Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham; y hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con él para darle la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo, para darla a su descendencia; y cumpliste tu palabra, porque eres justo» Dios en su soberanía escogió a Abram y lo sacó de Ur de los caldeos. Su nombre fue cambiado de Abram que significa padre supremo a Abraham que significa padre de muchas gentes. Abraham fue fiel o creyó a Dios y Dios hizo un pacto con él para darle una heredad a su descendencia. La fidelidad de Dios a su palabra se reveló cuando cumplió con su promesa. Notemos que Dios cumplió su promesa porque él es justo. El Dios que tenemos nosotros en la actualidad es el mismo Dios de Abraham y ciertamente cumplirá todo lo que ha prometido porque él es justo. Además de la fidelidad revelada, tenemos la fidelidad desafiada. Esto sucedió cuando el pueblo de Israel descendió a Egipto. Por más de 400 años crecieron en Egipto, pero fueron sometidos a la esclavitud. Esta situación fue un desafío para la fidelidad de Dios. En su debido tiempo, la fidelidad de Dios se manifestó nuevamente y la liberación no se hizo esperar. Nehemías 9:9-15 dice: «Y miraste la aflicción de nuestros, padres en Egipto, y oíste el clamor de ellos en el Mar Rojo; e hiciste señales y maravillas contra Faraón, contra todos sus siervos y contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías que habían procedido con soberbia contra ellos; y te hiciste nombre grande, como en este día. Dividiste el mar delante de ellos, y pasaron por medio de él en seco; y a sus perseguidores echaste en las profundidades, como una piedra en profundas aguas. Con columna de nube los guiaste de día, y con columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían de ir. Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos, y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley. Les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed sacaste agua de la peña; y les dijiste que entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano y juraste que se la darías» La fidelidad de Dios puesta a prueba salió victoriosa. A veces Dios nos conduce a situaciones difíciles en nuestras vidas para hacernos ver cuan grande es su fidelidad. Jamás cuestionemos a Dios por las pruebas, porque en ellas podemos ver su fidelidad magnificada. La nación de Israel fue sometida a una dura prueba en Egipto. La fidelidad de Dios fue desafiada. Dios mostró su fidelidad sacándolos de Egipto con mano fuerte y brazo extendido. Su fidelidad no respetó imposibles, cuando hubo de cruzar el Mar Rojo, hizo que se abran las aguas y el pueblo pasó en seco. Cuando hubo necesidad de sombra, la fidelidad de Dios proveyó una nube. Cuando fue necesaria la luz, la fidelidad de Dios proveyó una columna de fuego. Cuando hubo necesidad de pan, la fidelidad de Dios proveyó el maná. Cuando hizo falta el agua, la fidelidad de Dios proveyó agua de la roca. Cuando hizo falta leyes, mandamientos y estatutos, la fidelidad de Dios hizo que Moisés reciba éstos en el Sinai. Cuando fue necesaria una señal que identifique al pueblo escogido de Dios, la fidelidad de Dios les permitió tener el día de reposo. Sí, la fidelidad de Dios fue desafiada pero salió victoriosa. Es probable amable oyente que hoy mismo esté atravesando por pruebas de todo tipo. El panorama parece obscuro, pero jamás dude de la fidelidad de Dios, él siempre está listo para extenderle una mano y evitar que se ahogue. Después de la fidelidad revelada y la fidelidad desafiada, tenemos la fidelidad rechazada. Esto es increíble, como es posible que viendo tantas muestras palpables de la fidelidad de Dios, el pueblo de Israel rechace esta fidelidad, pero esto es exactamente lo que pasó. Nehemías 9:16-17 dice: «Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos. No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz y en rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre» Qué triste. ¿Cómo se habrá sentido Dios al ver que su fidelidad es rechazada de esta manera tan vil? Uno no puede sino preguntarse, ¿cómo puede ser esto posible? Es increíble pero es la verdad. Hoy en día también la fidelidad de Dios se ha manifestado en salvación por medio de Jesucristo y no es uno, sino millones que dan su espalda a la fidelidad de Dios y se rebelan contra él encaminándose a su condenación eterna. Yo no sé como estará su corazón, pero déjeme decirle algo. La fidelidad de Dios se ha hecho presente para Ud. cuando Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir por su pecado. No hay muestra más grande de fidelidad. Si hasta ahora se ha rehusado aceptar a Cristo como su Salvador, lo único que está haciendo es lo mismo que los israelitas en el desierto cuando viendo la fidelidad de Dios la rechazaron e intentaron volver a su cautiverio. No siga en el camino de condenación, acepte a Cristo hoy mismo y aproveche de la fidelidad de Dios. Tenemos entonces que la fidelidad fue revelada, después fue desafiada y también rechazada. Finalmente, veamos la fidelidad ratificada. Nehemías 9:17-21 dice: «Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste. Además cuando hicieron para sí becerro de fundición y dijeron: Este es tu Dios que te hizo subir de Egipto; y cometieron grandes abominaciones, tú con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni de noche la columna de fuego, para alumbrarles el camino por el cual habrían de ir. Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed. Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies.» Qué Dios tan grande. A pesar de la infidelidad del pueblo, Dios no retiró su fidelidad. Así es Dios, por eso es digno de toda la alabanza. Quizá Ud. ha sido infiel a Dios hasta ahora, rechazando la oferta de salvación. Recuerde que Dios sigue siendo fiel y mientras Ud. Viva, la oferta de salvación estará disponible para Ud. El problema es que ni Ud. ni yo sabemos cuánto vamos a vivir. Por eso, yo ya he aceptado a Cristo como mi Salvador, cualquier día que salga de este mundo iré a estar con él, pero si Ud. sale de este mundo sin Cristo, su destino eterno será el infierno. Arregle su problema hoy mismo, el mañana puede ser que nunca llegue.
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