Con mucha satisfacción damos la bienvenida a las amigas y amigos que nos están escuchando a través de esta emisora. Estamos listos para retomar el estudio del libro de Proverbios, dentro de la serie titulada: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal. En esta ocasión, David Logacho continuará mostrándonos las joyas espirituales del capítulo 3 de Proverbios.
En nuestro estudio bíblico último, admiramos cinco joyas espirituales extraídas de ese cofre de joyas espirituales que es el capítulo 3 de Proverbios. Hoy vamos a continuar maravillándonos con más joyas espirituales.
La primera, se encuentra en los versículos 11-12 donde dice: «No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere»
Este pasaje bíblico fue citado por el autor del libro de Hebreos, en el capítulo 12 versículos 5-6 donde dice: «Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo»
La idea central entonces tiene que ver con disciplina. Disciplina es más que castigo. Disciplina es el proceso que busca llevar a un niño hacia la madurez. La disciplina incluye aspectos como instrucción, advertencia, ánimo, consejo, corrección y retribución o castigo. Esto es lo que los padres deben estar haciendo con sus hijos.
A esto es a lo que se refiere la palabra de Dios cuando en Efesios 6:4 dice: «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor»
Si los padres usan la disciplina para criar a sus hijos, cuándo más Dios. Ahora bien, si Usted tiene hijos pequeños, estará de acuerdo conmigo en que los hijos no siempre tienen una buena disposición hacia la disciplina.
En el campo espiritual sucede lo mismo. Por eso el proverbista deja dos mandatos: El primero: No menosprecies la disciplina del Señor. Menospreciar significa tener una cosa o a una persona en menos de lo que merece. La disciplina del Señor es valiosa, porque busca que los hijos de Dios lleguemos a ser maduros. Por eso los hijos de Dios no debemos menospreciarla.
El segundo: No desmayes cuando eres reprendido por él. Esto tiene que ver con no cansarse por la disciplina del Señor. ¿Por qué estos mandatos? Existen varias razones.
Número 1, porque la disciplina es una muestra del amor de Dios. El texto dice: Porque el Señor al que ama, disciplina. Si no fuéramos disciplinados por nuestro Padre celestial, eso significaría que no nos ama.
Número 2, porque la disciplina es una muestra de que somos hijos de Dios. El texto dice: Y azota a todo el que recibe por hijo. Hebreos 12:7-8 dice: «Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.»
De modo que, amable oyente, por ser hijos de Dios, Dios nos ama y nos trata como a hijos. Por eso es que nos disciplina. A veces su disciplina tiene forma de instrucción por medio de su palabra.
Otras veces su disciplina tiene forma de advertencia, también por medio de su palabra. En otras ocasiones su disciplina toma forma de palabras de ánimo.
Otras veces su disciplina tiene forma de consejo. Y lo que no siempre nos agrada, en ocasiones, cuando hacemos mal, la disciplina del Señor toma forma de corrección y aún castigo. Dios administra la corrección y el castigo con amor, buscando siempre la restauración del pecador. Puede ser que hoy mismo, se sienta tentado a menospreciar la disciplina y a desmayar cuando es disciplinado por Dios. No olvide que la disciplina del Señor es para su bien, porque es una demostración del amor que Dios le tiene, y una demostración de que en realidad es un hijo de Dios.
La segunda joya está entre los versículos 13-18 donde dice: «Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia: porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; en su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.»
Que hermoso. El pasaje bíblico leído, comienza con una bienaventuranza y termina con una bienaventuranza. Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría. Bienaventurados son los que la retienen.
Bienaventurado significa: Dichoso, muy feliz, afortunado. ¿Quiénes son los bienaventurados o los dichosos, o los muy felices, o los afortunados? No son los que tienen sus arcas llenas de dinero, tampoco son los que han llegado a tener fama, o poder, tampoco son los que puedan disfrutar todo el placer.
Los bienaventurados son los que han hallado la sabiduría, y los que una vez hallada, la retienen. La sabiduría es la capacidad de usar el conocimiento para un buen propósito. Bienaventurado el que halla la capacidad de usar el conocimiento para un buen propósito. ¿Por qué es tan valiosa la sabiduría? Pues por lo que produce.
Primero, ganancias sin igual. El texto dice que su ganancia es mejor que la ganancia de la plata y sus frutos más que el oro fino.
Segundo, satisfacción total. Dice la palabra del Señor que la sabiduría es más preciosa que las piedras preciosas, y todo lo que se puede desear no se puede comparar a ella.
Tercero, largura de días. Esto significa una larga vida.
Cuarto, riqueza y honra.
Quinto, deleite. El texto dice que sus caminos son deleitosos.
Sexto, paz. Todas las veredas de la sabiduría son paz.
Séptimo, vida. El texto dice que la sabiduría es árbol de vida a los que de ella echan mano. Cuanta razón tiene la palabra del Señor al decir que son bienaventurados los que hallan la sabiduría y la retienen.
¿Quiere Usted también ser bienaventurado? Entonces comience a buscar la sabiduría. La sabiduría está en la Biblia, la palabra de Dios, porque la sabiduría viene de Dios. Oiga la palabra de Dios, lea la palabra de Dios, estudie la palabra de Dios, medite en la palabra de Dios y memorice la palabra de Dios. En algún momento, en la medida que cumpla con lo que Dios dice en su palabra, habrá hallado la sabiduría y será una persona bienaventurada.
La tercera joya está en los versículos 19-20 donde dice: «Jehová con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos.»
Este es un hermoso ejemplo de lo que es capaz de hacer la sabiduría en la persona de Dios. La creación es el producto final de la sabiduría de Dios. Dice el texto que Jehová con sabiduría fundó la tierra y que afirmó los cielos con inteligencia. A pesar que el pecado ha dejado su huella sobre la creación, aún así, la creación manifiesta la sabiduría del Creador.
En su sabiduría, Dios dividió los abismos, tal vez una referencia a la separación de los mares de la tierra seca y la formación de los continentes. En su sabiduría Dios ha diseñado que el agua en forma de vapor, tanto de los mares, como de los lagos, ascienda a las nubes, se condense y descienda en forma de rocío. El proverbista nos da un pequeño ejemplo de lo que es capaz de hacer la sabiduría. Por eso debemos buscarla como algo precioso.
La cuarta joya aparece entre los versículos 21-26 donde dice: «Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará. Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás y tu sueño será grato. No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso.»
El consejo tiene que ver con atesorar la palabra de Dios. Que la palabra de Dios no se aparte de nuestros ojos. La palabra de Dios es como una brújula que marca el rumbo a seguir.
Guardar la ley y el consejo significa poner en práctica lo que se va asimilando de la palabra de Dios. Esta norma de vida produce algunos resultados.
Primero, una andar confiado. Andarás por tu camino confiadamente. No hay nada más terrible que vivir en incertidumbre, pero guardar la palabra de Dios garantiza un estilo de vida caracterizado por la seguridad.
Segundo, un andar sin tropiezo. Tu pie no tropezará, dice el texto. Esto tiene que ver una percepción espiritual para discernir dónde están los obstáculos de modo de no tropezar con ellos.
Tercero, una vida de tranquilidad. Dice el texto: No tendrás temor, sino que te acostarás y tu sueño será grato. Vivir en sumisión a la palabra de Dios, garantiza paz. El temor estará ausente. La paz del alma permitirá un sueño tranquilo y reparador. Esto es muy interesante. Existe tanta gente que tiene enormes problemas para conciliar el sueño. A personas así les vendría bien saber que el sueño tranquilo y reparador es el resultado de vivir en sumisión a lo que Dios dice en su palabra. Salmo 4:8 dice: «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado.»
Cuarto, protección. Los que se someten a los principios divinos que aparecen en la palabra de Dios, no tienen motivo para temer algo inesperado, porque saben que todo está bajo el soberano control de Dios. Una persona así vive sobre los temores de lo que los impíos puedan hacer.
Todo descansa en Jehová. La confianza está puesta en Jehová y Jehová se encargará de otorgar la protección para que el pie no quede preso. Vale la pena atesorar y practicar lo que Dios dice en su palabra.
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