Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico vimos que dadas las circunstancias de gran agitación social en Berea, incitada por los adversarios al ministerio de Pablo, se hizo necesario tomar urgentes medidas para preservar la vida del apóstol. Fue así como los hermanos de Berea enviaron a Pablo que fuese hacia el mar, mientras Silas y Timoteo se quedaban en Berea. Esto fue el punto de partida para el desafiante ministerio de Pablo en la famosa capital Griega, Atenas. Con esto en mente, si tiene una Biblia, ábrala en Hechos 17 a partir del versículo 15.
II. Lo primero que tenemos aquí es la partida de Pablo a Atenas. Hechos 17:15 dice: Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen a él lo más pronto que pudiesen, salieron.
Los hermanos de Berea, quienes se habían encargado de llevar a Pablo hacia el mar, le acompañaron hasta Atenas. Una vez que llegaron a Atenas, Pablo dio instrucciones a los hermanos de Berea para que al volver a Berea digan a Silas y Timoteo que vayan a Atenas lo antes posible. Con esta consigna, los hermanos de Berea partieron de Atenas dejando a Pablo solo en la famosa capital Griega. Ya que hemos mencionado a Atenas, permítame compartir con Usted una breve síntesis sobre esta ciudad. En la época que Pablo llegó a Atenas, la ciudad estaba en franco declive, aunque seguía teniendo gran reputación como centro de cultura y educación. En el pasado, Atenas fue la cuna de la filosofía griega, con filósofos de la talla de Platón, Sócrates y Aristóteles. Atenas tenía una famosa universidad y numerosos y hermosos edificios, pero estaba lejos de ejercer la gran influencia que antes ejercía. La ciudad se había entregado a un tipo de paganismo cultural que se alimentaba de la idolatría, la novedad y la filosofía. La religión griega era una mera deificación de los atributos humanos y de los poderes de la naturaleza, afirmó Conybeare y Howson es su escrito clásico: La Vida y Epístolas de San Pablo. Era una religión que servía al arte y a la diversión, y estaba totalmente desprovista de poder moral. La mitología griega hablaba de dioses y diosas que, embarcados en sus propias rivalidades y ambiciones, actuaban más como hombres que como dioses. Tenían dioses para satisfacer todos los gustos y sabores. Alguien solía exagerar diciendo: En Atenas es más fácil encontrar un dios que un hombre. Con razón que al ver la situación en Atenas, Pablo dijo que estaba entregada a la idolatría. Ahora que tenemos al menos una vaga idea de cómo era Atenas cuando llegó Pablo, sigamos adelante con nuestro estudio de Hechos. En segundo lugar tenemos los inicios del ministerio de Pablo en Atenas. Hechos 17:16-17 dice: Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.
Pablo estaba esperando la llegada de Silas y Timoteo a Atenas, pero no estaba desperdiciando el tiempo. Pablo estaba observando y evaluando el terreno donde Dios le había puesto en ese momento. Al ver la idolatría vestida de un ropaje respetable, que cómodamente se había establecido en Atenas, dice Lucas que el espíritu de Pablo se enardecía. El verbo enardecer, en el idioma en el que se escribió el Nuevo Testamento, denota irritar o provocar. En su interior, Pablo se sentía irritado, provocado, incómodo, enardecido por ver todo una ciudad entregada totalmente a la idolatría. Pero Pablo no permitió que todo quede en una mera emoción, sino que prosiguió a la acción. Por eso, discutía, o dialogaba en la sinagoga con los judíos y con gentiles que tenían temor de Dios, los piadosos. Seguramente hacía esto en los días de reposo, pero cada día, Pablo discutía o dialogaba con todos los que concurrían a la plaza de Atenas. La plaza, o el ágora, era el centro de la vida social e intelectual de Atenas. Allí los maestros de más o menos solvencia solían reunir a sus discípulos bajo pórticos bellos y acogedores, desarrollando sus pláticas y discusiones, mientras que no faltaban nunca los corrillos de ociosos que se ocupaban de las cuestiones del día. Le era fácil al apóstol adherirse a estos grupos con el fin de llevar la conversación hacia el tema único: La intervención de Dios en los asuntos de este mundo en la persona de Jesucristo. Una vez más, note como Pablo es fiel a su táctica de llevar el mensaje del evangelio primero a los judíos. En tercer lugar encontramos la reacción de los filósofos griegos al mensaje de Pablo. Hechos 17: 19-18 dice: Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.
Allí en el ágora, o la plaza, se daban cita los filósofos de Atenas para debatir sus postulados. Entre ellos estaban los epicúreos. La filosofía epicúrea se originó en el filósofo griego Epicuro quien en esencia era un existencialista por el hecho que buscaba la verdad por medio de la experiencia personal y no por medio del razonamiento. Los seguidores de esta filosofía, llamados epicúreos, eran materialistas y no negaban la existencia de Dios, pero creían que Dios no intervenía en los asuntos de los hombres. Pensaban que cuando moría una persona simplemente su cuerpo y su alma se desintegraban. Por tanto, su meta en la vida era sacar el máximo provecho de ella, disfrutando de todos los placeres imaginables. Para algunos epicúreos el placer tenía que ver con todo lo que agrada a los sentidos del ser humano y se entregaban a todo tipo de prácticas vergonzosas. Pero para otros epicúreos, el placer significaba una vida de serenidad refinada, totalmente libre de cualquier dolor o ansiedad. Los verdaderos epicúreos evitaban ambos extremos, y buscaban gozar de la vida por medio de mantener las cosas en equilibrio, pero de todos modos, el placer seguía siendo su principal objetivo. Por otro lado, la filosofía estoica se originó en el filósofo griego Zenón. Los seguidores de esta filosofía se llamaban los estoicos. Los estoicos rechazaban la idolatría de la adoración pagana y enseñaban que el único dios es el universo. Eran panteístas, y su énfasis estaba en la auto disciplina y el auto control. El placer no era bueno y el dolor no era malo. Lo más importante en la vida era seguir el propio razonamiento y ser auto suficiente. La meta era que ni las emociones internas ni las circunstancia externas afecten a una persona en lo más mínimo. Buscaban ser indiferentes ya sea al placer o ya sea al dolor. Jamás reían y jamás lloraban. Era natural por tanto que esta filosofía estimule el orgullo y sus adherentes eran tan auto suficientes que ni falta les hacía Dios. Interesante que los dos primeros líderes de la escuela estoica cometieron suicidio. Así que los epicúreos tenían como lema: Disfruta de la vida, mientras que los estoicos tenían como lema: Soporta la vida. Esta era la gente con la que tenía que tratar Pablo en el ágora o en la plaza de Atenas. Al oír lo que Pablo decía, los filósofos adoptaron dos posturas. Había algunos que con un aire de superioridad y en son de burla decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? La palabra palabrero, en el idioma en el que se escribió el Nuevo Testamento, literalmente significa “recogedor de semillas” Según Vine, este término se utilizaba para referirse a hombres que solían recorrer calles y mercados, recogiendo cosas caídas de las cargas que se transportaban, de ahí, un parásito, uno que vive a expensas de otros, un aprovechado. Los que pensaban así del mensaje de Pablo seguramente eran de los estoicos. No estaban alabando a Pablo sino insultando a Pablo. Pero había otros, probablemente los epicúreos, quienes fueron más amables con Pablo y tal vez frunciendo el ceño dijeron: parece que es predicador de nuevos dioses. Llegaron a esta conclusión errada porque oyeron a Pablo predicar el evangelio, o las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección. Ante la división de opiniones, los filósofos pensaron que lo mejor sería tomar a Pablo, sacarle del ágora y llevarle a un foro para darle la oportunidad de explicar con más detalle su mensaje. En realidad era Dios arreglando las cosas para que Pablo predique a Jesucristo en el foro más importante de su época en Atenas, en el cual Pablo predicó un mensaje que es considerado un clásico en los anales de la iglesia cristiana. Pero sobre esto trataremos en nuestro próximo estudio bíblico, porque mi tiempo ha llegado a su fin. Espero que me acompañe.
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