Qué bendición poder saludarle amable oyente. Sea bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de un nuevo ataque a Jesús por parte de los escribas y fariseos.
Es motivo de mucho gozo para mí saludarle amable oyente. Gracias por la oportunidad que me brinda de compartir este tiempo junto a usted. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo hemos llegado al capítulo 16. Los eventos relatados en el capítulo 16 de Mateo muestran un giro dramático en el ministerio público del Señor Jesucristo. Jesús menciona por primera vez a la iglesia en el versículo 18, y habla abiertamente de su muerte y su resurrección en el versículo 21. Sin embargo, notaremos que los discípulos fueron lentos para comprender lo que Jesús estaba diciendo. Lo primero que observaremos en el capítulo 16 de Mateo es un nuevo ataque a Jesús por parte de los escribas y fariseos. Permítame leer el pasaje bíblico que se encuentra en Mateo 16: 1-4. La Biblia dice: Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.
De lo último que vimos en nuestro estudio bíblico anterior, sabemos que estando en el mar de Galilea, Jesús entró en una barca y vino a la región de Magdala. La región de Magdala queda en la orilla este del mar de Galilea. Aparentemente Jesús realizó esta travesía solo, por cuanto sus discípulos se unieron a él más tarde como veremos más adelante. Habiendo llegado a Magdala, Jesús fue abordado por los fariseos y los saduceos. Fariseos y saduceos eran judíos miembros de sectas dentro del judaísmo. Estas sectas eran antagónicas entre sí. Los fariseos eran los tradicionalistas de su tiempo, mientras que los saduceos eran los liberales de su tiempo. Los fariseos se jactaban de que cumplían con la ley de Moisés hasta el detalle más ínfimo, pero su obediencia era meramente externa y superficial. Internamente eran corruptos hasta la médula. Los saduceos eran por su lado los librepensadores de la época. Sostenían un sistema saturado de dudas y negaciones. Negaban la existencia de ángeles y espíritus, negaban la resurrección del cuerpo, negaban la inmortalidad del alma, negaban la existencia de un castigo eterno. Tenemos entonces sectas judías totalmente antagónicas entre sí, pero admirablemente, unieron sus esfuerzos para combatir a Jesús. Con el animo de tentar a Jesús, se acercan a él y le piden que les muestre señal del cielo. Se trataba de un abierto y claro desafío. Están diciendo a Jesús: Muéstranos señal del cielo y creeremos que tú eres el Cristo. Interesante lo que pedían los escribas y saduceos. Señal del cielo. Denota algo más que un simple milagro o una manifestación de poder. Los escribas y saduceos querían una poderosa evidencia que provenga del cielo por la cual no quede sombra de duda en cuanto a que Jesús realmente era el Cristo. Pero no olvidemos que anteriormente, al menos los fariseos habían llegado a la conclusión que el poder que tenía Jesús para hacer obras milagrosas provenía de Satanás. Es decir que, ahora estaban pidiendo que Jesús desvanezca esa acusación y compruebe que el poder que tenía no provenía de Satanás sino de Dios, o del cielo. Pero Jesús sabía, que por más obra maravillosa que hiciera, ellos, los fariseos y saduceos, no iban a ceder ni un ápice en su rechazo a él como el Cristo, el Mesías de Israel y por eso pronuncia sobre ellos una severa exhortación. Parece que los judíos en general habían adquirido alguna habilidad para predecir, con algo de precisión, el clima por medio de mirar como estaba el cielo. Si al anochecer el cielo tenía arreboles, para ellos significa que el siguiente día habría buen tiempo, pero si por la mañana el cielo nublado tenía arreboles, para ellos significaba que se acercaba una tempestad. Arrebol es el color rojo que se ve algunas veces en las nubes heridas por los rayos del sol. Un cielo arrebolado es un cielo con una buena cantidad de nubes enrojecidas por los rayos del sol. En otras palabras, los judíos se dieron modos para discernir las señales del cielo y determinar las condiciones climáticas, pero fallaron estruendosamente en discernir las señales claras y precisas que manifestó Jesús por medio de su obra y su enseñanza, para determinar que él era el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel. Lo que hizo y enseñó Jesús, eran las señales de los tiempos que apuntaban a que Jesús era el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel. Esta situación no se puede entender aparte de que los judíos controlados por su incredulidad ya habían decidido en su fuero interno rechazar a Jesús. No hay peor ciego que el que no quiere ver. En eso radicaba la hipocresía de los fariseos y saduceos. Jesús dijo a los fariseos y saduceos: Ustedes piden una señal del cielo porque son malos y no quieren creer. Por ese motivo, la única señal que se les dará es la señal del profeta Jonás. Esto se refiere a la muerte y resurrección de Jesús al tercer día. La generación mala y adúltera crucificará al Cristo, al Mesías, al Rey de Israel, pero Dios le levantará de entre los muertos al tercer día. Esta será la señal del cielo para todos los que en su incredulidad rechazaron a Jesús como el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel. Este pasaje bíblico termina con una frase lapidaria: Y dejándolos, se fue. Jesús no quería seguir perdiendo su tiempo en personas que ciegas de incredulidad no querían ver lo que era obvio. Lo que viene a continuación nos muestra el reencuentro de Jesús con sus discípulos. Note lo que sucedió. Leo en Mateo 16:5-12. La Biblia dice: Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
Cuando Jesús y sus discípulos se reunieron, los discípulos descubrieron que habían olvidado de traer pan. En esas circunstancias, y teniendo en mente la confrontación que apenas hace un rato había tenido con los fariseos y saduceos, Jesús dijo a sus discípulos: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Sin quererlo, los discípulos asociaron la falta de pan, con la levadura de los fariseos y saduceos que mencionó Jesús y llegaron a la conclusión que a lo mejor Jesús estaba advirtiéndoles acerca de no comprar pan de los fariseos y saduceos, para no contaminarse. A veces somos demasiado prestos para asociar cosas que nos llevan a conclusiones precipitadas. Jesús aprovecha las circunstancias para enseñar dos cosas a sus discípulos. Primero, acerca del peligro de la poca fe y segundo acerca del peligro de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. Sabiendo Jesús lo que estaba pensando los discípulos, lo cual comprueba su omnisciencia, porque los discípulos jamás lo dijeron, Jesús les dice: ¿Cómo es posible que piensen que yo estoy refiriéndome a la falta de pan, cuando les hablé de que se guarden de la levadura de los fariseos y saduceos? En esto me están demostrando que son hombres de poca fe. Jesús exhortó a sus discípulos por su poca fe en varias oportunidades. Esta es una más. Si Jesús alimentó a 5000 hombres sin contar mujeres ni niños partiendo de cinco panes y sobraron 12 cestas llenas de pan, y más tarde alimentó a 4000 hombres sin contar mujeres ni niños partiendo de siete panes y sobraron 7 canastas llenas de pan, ¿Acaso le será problema alimentar a tal vez doce discípulos que estaban con él, preocupados porque no habían traído pan? La falta de fe de los discípulos se manifestó en falta de confianza en Aquel que es todo suficiente para satisfacer cualquier necesidad. Cuando ponemos la mirada en Aquel que es más grande que nuestros problemas y que nuestras limitaciones, se resuelven los problemas y se superan las limitaciones. Luego Jesús pasa a mostrar a sus discípulos a qué se refería cuando mencionó la levadura de los fariseos y los saduceos. Jesús estaba usando la palabra levadura en un sentido figurado. Así como la levadura afecta toda la masa, la doctrina de los fariseos y de los saduceos también tiene poder para afectar negativamente la sana doctrina. Los fariseos estaban en un extremo, eran legalistas que enseñaban que sólo la obediencia a la ley de Moisés y a las tradiciones de los ancianos agrada a Dios y permite entrar al reino de los cielos. Los saduceos estaban en el otro extremo. La libertad que pensaban que tenían les condujo al libertinaje. En ese estado dieron rienda suelta a sus pasiones y negaron cosas básicas como un reino de Dios en la tierra, como la resurrección, la existencia de los ángeles y tantas otras cosas más. Jesús dice a sus discípulos: Cuidado con estos dos extremos. La única manera de agradar a Dios y entrar al reino de los cielos es por medio de lo que Jesús dijo a Nicodemo. Es necesario nacer otra vez. Este nuevo nacimiento ocurre cuando se recibe a Cristo como Salvador personal. ¿Lo ha recibido usted? Si no lo ha hecho, hágalo este mismo instante porque Él murió para que usted pueda ser perdonado de su pecado. En un acto de fe reconozca a Cristo como su personal Salvador y tendrá perdón de pecado y en consecuencia la vida eterna.
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