Las actitudes son la base para nuestras acciones. Si pretendemos ejecutar buenas acciones en lo que tiene que ver con el dinero y las posesiones, debemos primeramente desarrollar actitudes bíblicas sobre este asunto. En lo que hemos avanzado sobre esto, hemos considerado tres actitudes fundamentales. Primero, toda la riqueza pertenece a Dios. Segundo, toda riqueza es un don de Dios. Tercero, ser rico no es pecado. Veamos una cuarta actitud, que está muy relacionad con la anterior. Dice así: Ser pobre no es pecado. Así es amable oyente. Así como ser rico no es pecado, ser pobre tampoco es pecado. El fundamento de esta declaración proviene de la misma Biblia. ¿Recuerda usted la historia del rico y Lázaro, relatada por el Señor Jesucristo en Lucas 16? El rico tenía tanto dinero, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Desgraciadamente para él, la muerte le sorprendió cuando no estaba preparado para morir. Toda su vida se había preocupado solamente en su riqueza y olvidó su propia condición espiritual. Murió sin haber recibido el perdón de Dios y en consecuencia, recibió el castigo que merecía, es decir tormento en fuego. Pero por el otro lado, tenemos a Lázaro. Este personaje era un mendigo, tan, pero tan pobre que no tenía dinero ni para comprar medicinas para curar sus males y por tanto, dice la Escritura, que estaba cubierto de llagas desde los pies hasta la cabeza. Su miserable condición económica hacía que se pasara la vida echado a la puerta del rico, ansioso de saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico y aun los perros venían y les lamían las llagas. Era por demás triste su situación. Pero ¿sabe una cosa, amable oyente? Este pobre individuo, cuyo nombre era Lázaro, era un hombre piadoso, un hombre temeroso de Dios. A los ojos de los hombres era una ruina total, pero a los ojos de Dios estaba en camino al cielo. Lázaro había confiado en Dios para el perdón de sus pecados. Lázaro fue en extremo pobre, pero eso no significa que era un pecador. Por eso, cuando la muerte le sorprendió, la Escritura dice que fue llevado por los ángeles al seno de Abraham o a un lugar de dicha y bendición. Si el mendigo Lázaro hubiera sido pecador, Dios no hubiera permitido que una vez muerto, vaya al Seno de Abraham. Esto es evidencia contundente para demostrar que ser pobre no es sinónimo de ser pecador, amable oyente. Pero a lo mejor, usted piensa que este es el único caso de un pobre piadoso. No hay tal, amable oyente. La Biblia contiene muchos casos de hombres y mujeres que a pesar de que vivían en extrema pobreza, sin embargo fueron aprobados por Dios. Permítame citar por ejemplo Hebreos 11 donde el autor de este libro está hablando de personajes, muchos de ellos anónimos, quienes fueron héroes de la fe y sin varios de ellos fueron sumamente pobres. Dejemos que hable la Escritura. En los versículos 32 a 38 de Hebreos 11, leemos lo siguiente: ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
Heb 11:33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
Heb 11:34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Heb 11:35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
Heb 11:36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Heb 11:37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
Heb 11:38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Bueno, aquí lo tiene, amable oyente. Estos creyentes no fueron ricos como Abraham, David, Salomón, Josafat, Ezequías, José de Arimatea, Bernabé. Por el contrario, fueron muy pobres. Fueron débiles, soportaron el martirio, experimentaron vituperios y azotes, anduvieron de allá para acá y se cubrieron de pieles de ovejas y de cabras. Esto no significa que se compraron abrigos de pieles finas como la gente de dinero de la actualidad, sino que como no tenían ropa, no les quedó otro recurso, que cubrirse, no vestirse con pieles de ovejas y de cabras. Todos ellos fueron pobres, estuvieron angustiados y fueron maltratados, sin embargo, están en la galería de la fama de los héroes de la fe. La conclusión es muy obvia, ser pobre no es pecado. ¿Y qué podemos decir de esa pobre viuda que echó todo el sustento que tenía en el arca de las ofrendas en el templo? La piedad de esta pobre viuda fue puesta como ejemplo por el mismo Señor Jesucristo. ¿Quién puede decir que ser pobre es pecado? La riqueza amable oyente no depende de la mucha fe sino de la gracia soberana de Dios. Todo esto es importante señalar porque es muy posible que, si no ha ocurrido ya, en algún momento, usted se encuentre ante personas que afirman que la pobreza es una maldición de Dios y que la voluntad de Dios es que todos seamos ricos. El razonamiento que se escucha, más o menos dice así: Si usted es un hijo de Dios, entonces es un hijo del Rey, y por tanto no puede vivir como un mendigo. Suena lógico, pero como en muchos otros casos, lo lógico no necesariamente es bíblico. Si los hijos de Dios tenemos que ser siempre ricos por cuanto somos hijos del Rey, ¿qué diríamos entonces en casos como el de Lázaro y los que ya hemos citado, o más aun con casos como el mismo Señor Jesucristo, de quien dice lo siguiente en apóstol Pablo en 2 Corintios 8:9 Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
Jesucristo no era solamente el hijo del Rey sino el Rey mismo, pero sin embargo, se hizo pobre siendo rico. Nació como el más pobre de los pobres, en un rústico pesebre de Belén. Creció en la humilde casa de un carpintero, su hogar fueron los caminos, sus amigos, rústicos pescadores y personas de no mucha estima en la sociedad de su tiempo, no tenía donde recostar su cabeza, su sustento fue lo que la gente voluntariamente le daba, su muerte fue la de un criminal de la peor calaña. Ni siquiera el sepulcro donde fueron colocados sus restos mortales fue de su propiedad sino de un hombre rico llamado José de Arimatea. ¿Dónde está la riqueza del Hijo de Dios mientras estuvo en la tierra? Cuidado amable oyente con la falacia de que la voluntad de Dios es que nadie sea pobre y que la pobreza es maldición de Dios. El apóstol Pablo tampoco fue un millonario al estilo de algunos predicadores de hoy en día. Note lo que él mismo dijo de sí mismo en Filipenses 4:12-13 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Php 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Php 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
La riqueza no significa que necesariamente estamos bien con Dios y la pobreza no significa que necesariamente estamos mal con Dios. La riqueza y la pobreza no tiene nada que ver con la fe del creyente. Dios hace ricos a los que él quiere y Dios hace pobres a los que él quiere. Más aun, Dios puede hacer rica a una persona en determinado tiempo y hacer pobre a la misma persona en otro tiempo para cumplir con sus soberanos propósitos. Recuerde el caso de Job del Antiguo Testamento. De esta manera, hemos formulado cuatro actitudes importantes sobre el dinero y las posesiones. Permítame hacer un resumen de ellas. Primero, la riqueza de cualquier índole es de Dios. Él es el dueño de todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Segundo, la riqueza de cualquier índole es un don o un regalo inmerecido de Dios al hombre. No hay lugar para la jactancia por parte del que es rico y a la queja por parte del que es pobre. Tercero, ser rico no es pecado, simplemente significa que Dios en su soberana voluntad ha escogido a alguien para darle más que a los demás. Cuarto, ser pobre no es pecado, simplemente significa que los planes de Dios no han sido otorgar riqueza a una persona. En nuestro próximo estudio bíblico trataremos sobre las acciones que siguen a estas actitudes. Espero su sintonía.
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