Es un gozo estar nuevamente con Usted. La Biblia Dice… le extiende cordial invitación a un nuevo estudio bíblico sobre la familia auténticamente cristiana. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de otras funciones de la esposa, aparte de la sumisión.
¿Ha visto alguna vez el funcionamiento de un reloj a cuerda? Me refiero a esos relojes antiguos, no a los relojes digitales que predominan el mercado en la actualidad. Son hermosos, ¿verdad? Es triste que los relojes a cuerda prácticamente están pasando de moda. Lo que más me impresiona del funcionamiento de un reloj a cuerda es la sincronización con la cual trabajan todas sus piezas. Cada pieza cumple su función a cabalidad y como resultado, el reloj marca las horas, los minutos y los segundos con una precisión asombrosa. Al mirar el funcionamiento de un reloj a cuerda, no puedo evitar el pensar en el funcionamiento de una familia auténticamente cristiana. La familia también tiene diversas piezas, por así decirlo. El padre, la madre y los hijos. Cada pieza debe cumplir con su función específica dentro de la familia auténticamente cristiana. Cuando cada miembro de la familia cumple a cabalidad con su función específica, la familia funcionará armónicamente, sincronizadamente, como aquel reloj de cuerda. Pero cuando uno de los elementos de la familia deja de cumplir con su función encomendada, toda la familia sufre. Es como en el reloj de cuerda. Si una pieza falla, por más pequeña que sea, afecta el funcionamiento de todo el reloj. Hemos visto ya que la función más importante del esposo es amar a su esposa, luego viene el ser cabeza de su esposa y de la familia en general y después ser el líder espiritual de la familia. La función principal de la esposa es someterse a su esposo, recordando que la sumisión no es sinónima de esclavitud. Hoy vamos a considerar otras funciones de la esposa en la familia auténticamente cristiana. Le invito a abrir su Biblia en el libro de Tito, capítulo 2, versículos 3 a 5. La Biblia dice: “las ancianas asimismo, sean reverentes en su porte, no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” El apóstol Pablo está dirigiendo estas palabras a mujeres de edad avanzada, para transmitirles que la vejez no es solo para retirarse y descansar, sino para aprovechar de su experiencia para beneficio de las mujeres jóvenes. En la enseñanza que deberían impartir a las mujeres jóvenes podemos apreciar algunas otras funciones de una esposa en la familia auténticamente cristiana. En primer lugar las esposas deben aprender a amar a sus esposos y a sus hijos. Es interesante notar que el amor de una esposa a su esposo y a sus hijos es algo que se tiene que aprender. Esto es algo digno de reflexionar con profundidad. La mayoría de la gente piensa que el amor es algo que debe nacer en la persona, pero aquí estamos confrontados con algo totalmente diferente. El amor es algo que se aprende, no algo que nace en la persona. Una esposa podría decir: Ya no siento amor por mi esposo porque es grosero, mal genio, desconsiderado, infiel y borracho. No puedo amar a un hombre así. Pero la Biblia dice que sí se puede, es más, que se debe, porque el amor de una esposa a su esposo es algo que se debe aprender. Recordemos que el amor del cual estamos hablando aquí no es un amor que pone condiciones para amar. No es ese tipo de amor que dice: Si haces lo que yo quiero te voy a amar, pero si haces lo que no quiero no te voy a amar. No es un amor que depende de las circunstancias. El amor del cual estamos hablando es un amor que dice: Te amo, sin importar como sea tu trato hacia mí. El amor de la esposa hacia su esposo, no es tampoco pura emoción. Es un amor que se manifiesta en acción. Qué triste es, por ejemplo, que cuando una mujer está de novia, hace cualquier cosa para agradar a su novio, pero cuando esta misma mujer se casa y llegan los hijos, ya no está tan dispuesta a hacer cualquier cosa para agradar a su esposo y a sus hijos. Mujeres casadas, recuerden que sus esposos están obligados a amarlas, pero está en Ustedes el hacer fácil que sus esposos las amen. Existen esposas que, por ejemplo, con el paso del tiempo van descuidando poco a poco su apariencia personal. A lo mejor aumentan de peso de manera exagerada o se tornan negligentes en la manera de vestirse o arreglarse. Piensan que porque están en la casa no hace falta lucir bien. Peor todavía, se tornan en esposas irascibles, violentas, amargadas. De esta manera hacen más difícil que sus maridos las amen. En cambio una esposa que ama a su marido procurará siempre mostrarse atractiva para él. Hará todo lo posible por complacer a su esposo. Ante sus amigas y familiares hablará de él como lo mejor en el mundo. Hará sentir a su esposo como el rey de la casa. Una mujer que ama a su esposo, sentirá admiración por él. ¿Admira Usted a su esposo a pesar de los defectos que pueda tener? O piensa que su esposo no sirve para nada y que mejor hubiera sido que no se hubiera casado con él. No sea como esa esposa que en tono enfadado dice a su esposo: Fui una tonta al casarme contigo. El esposo responde diciendo: Sí querida, pero yo estaba tan enamorado de ti, que ni siquiera lo noté. Algo que los esposos apreciamos en alto grado es saber que somos de valor para nuestras esposas. Pero si una esposa quiere destruir el valor de su esposo podrá decir cosas como: No sabes hacer nada bien. O si no fuera por mí que sería de ti. O todo lo que tocas se destruye. O ¿Por qué no eres como tal persona? Hay ocasiones también cuando los hijos o las cosas de la casa ocupan el primer lugar en la vida de una esposa y el esposo queda relegado a un plano secundario. Para la esposa, después de Dios, lo más importante debe ser su esposo, no los hijos o los negocios o las amistades. Tenemos entonces que las mujeres casadas necesitan aprender a amar a sus maridos y a sus hijos. Pero eso no es todo. También deben aprender a ser prudentes. Prudente en este caso significa discreción, una conducta equilibrada, sin ir bruscamente a ningún extremo. La esposa debe evitar la tendencia a saltar abruptamente a conclusiones que probablemente estén alejadas de la verdad. Si el esposo llegó tarde a casa del trabajo, hay esposas que le recibirán con una apasionada escena de celos. Si hay algo importante que tratar con el esposo, una esposa prudente lo hará dentro de un marco de discreción y cordura. Además de aprender a amar a su esposo y a sus hijos y a ser prudente, la esposa debe aprender a ser casta. Esto no solo significa evitar caer en adulterio. Significa que la esposa es pura en palabra, pensamiento y acción. Una esposa casta sabe que pertenece exclusivamente a su esposo y jamás se expondrá a situaciones que pongan en tela de duda la fidelidad de ella a su esposo. Adicionalmente, la esposa debe aprender a ser cuidadosa de su casa. La frase que se ha traducido como cuidadosa de su casa, es una sola palabra en el idioma que se escribió el Nuevo Testamento y literalmente significa trabajadora en su casa. La esposa debe ver a su casa como su más importante campo de trabajo. Es verdad que en determinados casos, es inevitable que una esposa trabaje fuera de su casa, pero el ideal de Dios para la familia auténticamente cristiana es que la esposa trabaje en su casa. El trabajo en casa no es humillante como piensan algunas esposas. Es la actividad más honrosa para una mujer casada. El mundo nunca condecorará a una esposa por trabajar en su casa, pero no olvide amigo oyente que lo que importa en fin de cuentas no es la aprobación del mundo sino la aprobación de Dios. Las funciones de la esposa que hemos considerado en esta ocasión son amar a su esposo y a sus hijos, ser prudentes, ser castas y ser cuidadosas de su casa. Pero hay más. Las esposas deben ser buenas. Esto significa que las esposas deben aprender a vivir para los demás, a practicar la hospitalidad, a mostrar gracia y generosidad, a no centrarse en ellas mismas. Finalmente, las esposas deben aprender a sujetarse a sus esposos. Sobre este asunto hemos dicho lo suficiente en nuestros estudios bíblicos últimos y no vale la pena insistir más. Quizá alguna amiga oyente se estará preguntando: ¿Y para qué cumplir con todo esto? La respuesta aparece al final del pasaje bíblico que leímos: “para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. La falta de cumplimiento a estos principios por parte de las esposas, no solamente echará por tierra el buen funcionamiento de la familia, sino que además será motivo para que la palabra de Dios sea blasfemada. Cuántas familias cristianas han causado gran daño a la persona de Dios, a la palabra de Dios y al pueblo de Dios, por su mal testimonio. El incrédulo se burla de la palabra de Dios cuando ve una familia que dice ser cristiana y sin embargo los miembros de ella no están cumpliendo con las funciones asignadas por la palabra de Dios. Cumplir con todo lo que hemos expuesto no es tarea fácil para ninguna esposa, pero tampoco es imposible. La manera de hacerlo es por medio de la ayuda del Espíritu Santo. Deje que el Espíritu Santo le capacite y le dé el poder para por fe cumplir con lo que Dios ha dispuesto en su palabra.
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