Qué grato es estar nuevamente con usted, mi amiga, mi amigo. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. En esta oportunidad, David Logacho nos guiará en el estudio de la manera como Pablo cedió su derecho a ser sustentado económicamente por la iglesia en Corinto.
Haciendo memoria de lo último que tocamos en nuestro estudio bíblico anterior, recordaremos que, de buena gana, por amor a los creyentes de débil conciencia, Pablo cedió su derecho legítimo a comer alimentos que previamente habían sido sacrificados a los ídolos. 1 Corintios 8:13 dice: «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.»
Este principio tan importante para la convivencia en armonía en las iglesias evangélicas es pisoteado con tanta frecuencia. La mayoría de los creyentes quieren hacer lo que le parece sin que les importe en lo más mínimo lo que piensen los demás creyentes. Esto crea intrigas, sospechas, rivalidad, peleas y tantas otras cosas más que hacen desangrar a la iglesia local.
Como hábil maestro, Pablo nos va a mostrar cómo funciona ese principio de ceder derechos en aras del amor a los hermanos, en el asunto del derecho que le asistía de recibir sustento económico de la iglesia en Corinto.
Sucede que tanto Pablo como Bernabé, tuvieron que trabajar con sus manos para obtener su propio sustento económico, a pesar de estar sirviendo al Señor en la iglesia en Corinto. Esto fue tomado por algunos críticos, quienes nunca faltan en todas las iglesias locales, en el sentido que Pablo no hacía uso de su derecho a ser sustentado económicamente por la iglesia de Corinto, porque sabía que no era un genuino apóstol.
Veamos cómo Pablo trata este interesante asunto. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en 1 Corintios 9. Tanto este capítulo, como el siguiente, son la continuación de lo que Pablo comenzó en el capítulo 8, cuando trató el tema de si es o no lícito comer carne de animales que previamente habían sido sacrificados a los ídolos.
En definitiva, el mandato de Pablo fue que el creyente tiene todo el derecho a comer carne de animales que previamente habían sido sacrificados a los ídolos, pero el creyente maduro estará dispuesto a ceder gustosamente ese derecho, para no ofender, o ser de tropiezo, a un creyente que tiene la conciencia débil en cuanto a este asunto.
En el capítulo 9, Pablo va a hacer una introducción a su derecho a ser sustentado económicamente por la iglesia de Corinto. 1 Corintios 9:1-2 dice: «¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Seño nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.»
A través de cuatro preguntas retóricas, Pablo confirma la legitimidad de su apostolado. Una pregunta retórica es aquella que lleva implícita la respuesta porque es muy obvia.
En este caso, la respuesta a las cuatro preguntas es siempre afirmativa. ¿No soy apóstol? Pregunta Pablo. La respuesta es: Sí. Pablo, tú fuiste enviado directamente por el Señor Jesucristo. ¿No soy libre? Pregunta Pablo. La respuesta es: Sí. Pablo, tú tienes toda libertad tanto para ser sustentado económicamente por la iglesia de Corinto, como para no ser sustentado económicamente por la iglesia de Corinto. ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? Pregunta Pablo. La respuesta es: Sí. Pablo, tú viste cara a cara y con tus propios ojos a Jesús, el Señor nuestro, en el camino a Damasco. Eso añade peso a tu derecho de ser apóstol de Jesucristo. ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Pregunta Pablo. La respuesta es: Sí. Pablo la iglesia local en Corinto es el fruto tuyo como apóstol de Jesucristo. Es lo que el Señor ha hecho por medio de ti en Corinto.
Sobre esta base, Pablo dice: Si bien para otros, quienes se resisten a ver las cosas tal como son, yo no soy apóstol, pero para ustedes, creyentes de Corinto, no debe haber la menor sombra de duda en cuanto a que yo soy apóstol. Digo esto, diría Pablo, porque el solo hecho que ustedes se estén reuniendo en el nombre de Cristo, allí en la ciudad de Corinto es una demostración de que yo soy apóstol, porque yo fui el primero que prediqué el evangelio de Cristo en Corinto, y ustedes son el fruto de mi obra como apóstol.
En realidad, dice Pablo, el hecho que ustedes están espiritualmente en el Señor, es la prueba de que yo soy genuino apóstol. Ustedes creyentes de Corinto, son el sello de mi apostolado.
Acto seguido, Pablo va a dar las razones que le asisten para tener el derecho de ser sustentado económicamente por la iglesia en Corinto. Pablo introduce esta sección con lo aparece en 1 Corintios 9:3 donde dice: «Contra los que me acusan, esta es mi defensa:»
Había en Corinto algunos que estaban cuestionando la legitimidad del apostolado de Pablo por cuanto, tanto él como Bernabé, no estaban recibiendo sustento económico de la iglesia de Corinto. Como si fuera un diestro abogado ante un gran jurado, Pablo dice: Esta es mi defensa.
La palabra defensa, es la traducción de la palabra griega «apología» Cuando hoy en día alguien está haciendo apología de algo, debemos entender en el sentido que está defendiendo ese algo. Pablo va a defender su acción de haber cedido a su derecho de recibir sustento económico de la iglesia en Corinto.
La defensa de Pablo comienza por manifestar las razones que le asistían para tener el derecho de recibir sustento económico de la iglesia en Corinto. Observe lo que dice 1 Corintios 9:4. Una vez más nos encontramos ante una pregunta retórica. «¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber?»
La respuesta es afirmativa. Por supuesto, que Pablo y otros como él, más adelante se identificará a Bernabé entre esos otros, tienen todo el derecho para que la iglesia en Corinto les sustente económicamente, de modo que tengan lo suficiente para atender las necesidades básicas de la vida como comer y beber.
Cuando una iglesia está sustentando económicamente a un pastor o anciano, no le está haciendo un favor, amable oyente, simplemente está cumpliendo con un derecho que asiste a los ancianos o pastores que se han dedicado a servir al Señor en la iglesia local. El sustento económico al cual tienen derecho los ancianos o pastores no debe sólo satisfacer las necesidades básicas de ellos sino también de sus esposas y aunque no se lo menciona específicamente, de los hijos de la pareja.
De esto habla 1 Corintios 9:5 donde dice: «¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?»
Esta es una nueva pregunta retórica. En este caso también, la respuesta es afirmativa. Ciertamente, Pablo y los demás como él, tenían pleno derecho de traer una hermana por mujer. Pablo ya se encargó de enseñar que el matrimonio no incapacita de ninguna manera al casado o a la casada para servir al Señor. Por supuesto que los casados, además de cuidar de la obra del Señor, deben cuidar de sus matrimonios y de sus familias, pero esto no es obstáculo para que los casados se ocupen en el servicio al Señor.
Por otro lado, de lo que dice este texto se infiere que Pablo no tenía a una hermana como esposa, mientras estaba sirviendo al Señor en Corinto. Pudo haber sido soltero o viudo, no se puede saber con certeza.
El texto también enseña que los otros apóstoles estaban casados y llevaban a sus esposas, y tal vez a sus hijos, a los sitios donde estaban sirviendo al Señor. Las iglesias locales donde estaban haciendo la obra del Señor se encargaban de proveer lo necesario para atender las obligaciones de ellos y de sus familias. Cefas, o Pedro era un caso muy notorio de esto.
Lo mismo se puede decir de los otros hijos de María, la mamá de Jesús, quienes cuando se dedicaron al servicio al Señor estaban acompañados de sus esposas y a lo mejor de sus hijos.
Interesante que Pablo manifiesta que debe haber un trato equitativo entre los siervos del Señor. La parcialidad o la acepción de personas jamás será aprobada por el Señor.
En el versículo 6 se identifica a otro personaje que al igual que Pablo voluntariamente rehusó su derecho a recibir ayuda económica de la iglesia en Corinto. 1 Corintios 9:6 dice: «¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?»
Ahora sabemos que también Bernabé trabajaba con sus manos para tener el sustento económico, a pesar de estar sirviendo al Señor en la iglesia de Corinto. Tenemos una pregunta retórica más. La respuesta en este caso es negativa. No. No solo Pablo y Bernabé no tienen derecho de no trabajar. Al igual que los otros apóstoles y los hermanos del Señor, quienes no tenían que trabajar con sus manos para ganar su sustento económico, porque del sustento económico se encargaba la iglesia local, Pablo y Bernabé tenían derecho a un trato semejante.
Vamos a detenernos aquí por el momento. En nuestro próximo estudio bíblico continuaremos con este asunto. Por lo pronto hemos aprendido que los que sirven a tiempo completo al Señor en una iglesia local tienen derecho a recibir sustento económico de la iglesia local.
¿Está cumpliendo la iglesia local donde usted se congrega con este derecho que asiste a los que sirven a tiempo completo en ella? De otra manera, algo no está funcionando bien.
Antes de despedirnos queremos agradecerle por su sintonía y además le invitamos a visitar nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y además conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA. Según Hechos 1:1-2, se escribió un tratado con todas las cosas que Jesús hizo y enseñó, pero según Juan 21:25, ni aún en el mundo cabrían los libros si se tuviera que escribir todo lo que Jesús hizo y enseñó. ¿Parece contradictorio? Nuestra dirección en la Internet es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.
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