Saludos cordiales amable oyente. Doy gracias al Señor por el privilegio que me brinda al compartir este tiempo junto a usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia. En nuestro último estudio bíblico, tratamos el asunto de un misterio, misterio que no tiene nada que ver con algo misterioso, sino que es un secreto que había estado oculto en la mente de Dios y que estaba siendo dado a conocer por medio del Apóstol Pablo, a quien se le reveló este misterio. El apóstol Pablo se identificó a sí mismo como prisionero de Cristo Jesús, en el versículo 1 del capítulo 3. Luego se identificó como administrador de la gracia de Dios, en el versículo 2 del mismo capítulo. Finalmente se identificó como ministro en el versículo 7 del mismo capítulo. En todo esto se nota una progresión. Comenzó como prisionero, luego fue administrador y terminó como ministro. Es muy estimulante mirar la manera como Dios va moldeando la vida de los que somos suyos, hasta conformarlos al modelo que Él ha determinado para poder utilizarnos conforme a su propósito. En esta oportunidad vamos a mirar más de cerca a Pablo como ministro del misterio.
Qué bendición es abrir la palabra de Dios. Si tiene una Biblia, ábrala en Efesios capítulo 3 versículos 7 a 13. El primer asunto que vamos a considerar es el precio a pagar para ser ministro del misterio. En el mundo en el cual vivimos, estamos acostumbrados a pensar que si hay algo que verdaderamente vale, debe costar mucho. Esto representa un desafío a la razón del incrédulo. Cuando el incrédulo llega a saber que con sólo depositar su fe en la persona y obra del Señor Jesús, llegará a ser salvo, sin necesidad de hacer ninguna obra, sin ningún sacrificio, razona y dice: Esto no puede ser verdad porque si la salvación es algo tan valiosa, no puede ser que no cueste nada. Pero esto es lo que enseña la Biblia. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe, dice Efesios 2:8-9. La salvación es gratis para el pecador, pero a Dios le costó todo, pues para hacer posible la salvación del pecador, Dios tuvo que dar a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda mas tenga vida eterna. Algo similar a esto de la salvación, ocurre en relación con el ministerio de Pablo. Note lo que dice Efesios 3:7: del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.
¿Qué es lo que pagó Pablo para ser ministro? Nada. Todo fue por gracia. Pablo no merecía ser ministro. Fue hecho ministro por Dios, por el don de la gracia de Dios. Pablo se está refiriendo a su apostolado. No lo merecía. Llegó a ser apóstol por la pura gracia de Dios, fue un favor no merecido por él. Este regalo inmerecido le fue dado según la operación del poder de Dios. La palabra operación es la traducción de una palabra griega de la cual también proviene nuestra palabra energía. Pablo necesitaba de mucha energía para cumplir a cabalidad con su ministerio como apóstol. ¿De dónde obtenía esa energía? Pues del poder de Dios. La palabra poder es la traducción de la palabra griega dúnamis, de la cual también viene nuestra palabra dinamita y dinámico. Qué seguridad debe haber experimentado Pablo al saber que tenía a su disposición la energía de la dinamita de Dios para desarrollar su ministerio. El segundo asunto a considerar es el carácter del ministro del misterio. Efesios 3:8 dice: A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,
Tenemos a Pablo abriendo una ventana para dejarnos ver su carácter. Lejos de jactarse por ser escogido para recibir la revelación del misterio, Pablo adopta una actitud que es un ejemplo para cada uno de nosotros. Esta actitud tiene el nombre de Humildad. El hecho de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo, no fue un pedestal para que Pablo busque fama por cuanto él se consideraba a sí mismo como menos que el más pequeño de todos los santos. Su mismo nombre, Pablo, significa pequeño. Es hermoso ver la frase que usa Pablo para describir la salvación. Dice que es el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. La palabra inescrutable significa algo que es imposible de entenderse en su totalidad. Así es lo que Pablo anunciaba a los gentiles, las buenas nuevas de las riquezas de Cristo. Lo que motiva al pecador a ser salvo no debería ser solamente el obtener su entrada al cielo, sino introducirse en algo tan extraordinario, algo que no se puede entender en su totalidad, las riquezas de Cristo. El tercer asunto es la comisión del ministro del misterio. Efesios 3:9-12 dice: y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas;
Eph 3:10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
Eph 3:11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,
Eph 3:12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;
El ministerio de Pablo no se limitaba a anunciar el misterio, como Pablo ya lo dijo, sino también de aclararlo para que sea comprendido lo mejor posible por quienes lo escuchan. Cuando el misterio es entendido, entonces la hermosa y multicolor sabiduría de Dios es conocida por medio de la iglesia. Dios hace conocer su carácter a través de lo que Él hace. Su poder se dio a conocer en la creación, su amor se dio a conocer en la cruz del Calvario y su sabiduría se dio a conocer en la iglesia. Cuando la sabiduría de Dios es dada a conocer, entonces puede ser admirada por los ángeles, quienes están organizados en principados y potestades que moran en las regiones celestes. Todo esto no sucedió por accidente, sino que responde al propósito eterno diseñado por Dios y ejecutado por Cristo, en quien podemos disfrutar de seguridad, confianza para entrar directamente a su presencia. El cuarto y último asunto que vamos a considerar es el consejo del ministro del misterio. Efesios 3:13 dice: por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria.
Sabiendo que Pablo estaba preso, era probable que algunos creyentes de Efeso se desanimen al pensar: Bueno, esto es el fin, todo esto de la salvación que nos anunció Pablo fue solamente una ilusión pasajera. Para evitar este desánimo, Pablo aconseja a los creyentes a no desmayar, por cuanto él está padeciendo por una causa justa, por algo que es real. Si no fuera verdad lo que él ha anunciado a los creyentes de Efeso, ¿cómo entonces se explica que él estaba sufriendo por eso? Nadie sufre por algo que sabe que es mentira. Luego termina diciendo que sus aflicciones son la gloria de los gentiles. ¿Cómo es que el sufrimiento de alguien puede llegar a ser la gloria para otros? Esto ocurre cuando aprenden que si otros tuvieron el valor de soportar el padecimiento injusto, entonces nosotros también podremos soportar el fuego de prueba cuando esto se presente. Hemos contemplado a Pablo como el ministro de un misterio. Pablo ha mostrado ya cual es el misterio. Tiene que ver con que en Cristo, tanto judíos como gentiles compartimos una vida en común. Mi pregunta a usted, amable oyente es la siguiente: ¿Ha llegado a ser parte del cuerpo de Cristo? Si su respuesta es negativa, yo le invito para que en un acto de fe reciba a Cristo como su único y suficiente Salvador personal. Usted ya sabe que es un pecador, porque eso es lo que dice la Biblia. También ya sabe que por ser pecador merece el castigo determinado por Dios para el pecador. Ese castigo es condenación eterna en el infierno. Usted también ya sabe que Dios le ama y por ese amor, Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que muera en lugar del pecador, de modo que todo aquel que en él cree y lo recibe como Salvador sea perdonado de su pecado. Lo que le falta es depositar su fe en la persona y obra del Señor Jesucristo. Esto lo puede hacer este mismo instante. Allí donde se encuentra hable a Dios en oración y dígale que de su propia voluntad desea recibir al Señor Jesús como su Salvador. Esta oración será respondida por Dios y usted tendrá la bendición de llegar a ser un hijo de Dios y disfrutará de todo lo que el apóstol Pablo está enseñando en el libro de Efesios. Mi oración es que Dios le guíe a tomar esta crucial decisión.
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