Damos gracias a Dios por la oportunidad de compartir este tiempo junto a Usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la segunda epístola de Pablo a Timoteo. La serie lleva por título: Consejos para una Iglesia en Peligro. Casi al llegar al fin de su carta, Pablo pronuncia una advertencia, proclama una alabanza y pregona una aseveración. Sobre esto nos hablará a continuación David Logacho.
Acercándose ya al final de su segunda carta a Timoteo, Pablo pronuncia una advertencia, proclama una alabanza y pregona una aseveración.
En cuanto a la advertencia, aparece en 2 Timoteo 4:14-15 donde dice: «Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras»
La vida de Pablo estaba rodeada de peligros. No fueron pocas las ocasiones cuando tuvo que enfrentar a hombres peligrosos que estaban determinados a acabar con su vida. Uno de estos hombres era Alejandro.
El Nuevo Testamento habla de cinco personajes que llevaban el nombre de Alejandro.
El primero, hijo del que obligaron a llevar la cruz de Cristo, Simón de Cirene, según Marcos 15:21.
El segundo, un pariente del sumo sacerdote Anás, según Hechos 4:6.
El tercero, un judío de Efeso, según Hechos 19:33.
El cuarto, un apóstata a quien Pablo entregó a Satanás, según 1 Timoteo 1:20.
El quinto, el calderero, de quien habla Pablo en el texto que fue leído.
La palabra griega que se ha traducido como «calderero» literalmente significa uno que trabaja con cobre o bronce, o cualquier otro metal. Por eso es que muchos estudiosos de la Biblia piensan que este Alejandro se ganaba la vida fabricando templecillos de la diosa pagana Diana, en la ciudad de Efeso.
Es muy posible que este calderero haya tenido un papel estelar en el disturbio en Efeso cuando los plateros incitaron a la gente de Efeso a levantarse a una en contra de Pablo y sus acompañantes, resentidos de que por la enseñanza de Pablo en contra de la idolatría, muchos estaban dejando de comprar los templecillos de Diana que dejaban una jugosa ganancia a los dueños del negocio.
Alejandro el calderero estaba determinado a acabar con Pablo y parece que se dedicó a perseguir a Pablo por dondequiera que Pablo andaba. Es muy probable que haya sido Alejando el calderero quien cooperó con la guardia romana para apresar a Pablo. Esta es la razón para que Pablo diga que Alejandro el calderero le ha causado muchos males.
Algo muy interesante es la forma como Pablo reaccionó ante los ataques de Alejandro el calderero. Se limitó a poner el asunto en las manos de Dios en oración. No buscó tomar venganza por sí mismo. Simplemente oró al Señor diciendo: Que el Señor le pague conforme a sus hechos. Gran lección para los que por servir a Jesucristo somos objeto de ataque por parte de los modernos Alejandros que nunca faltan en las iglesias y en los ministerios cristianos.
No debemos buscar venganza. No debemos tomar la justicia en nuestras propias manos. No debemos pagar mal por mal. Por supuesto que debemos ser sabios para no exponernos al peligro, pero sobre todo, debemos poner el asunto en las manos de Dios en oración y como Pablo, debemos decir: Señor, que tú les pagues conforme a sus obras.
Pablo conocía muy bien a Alejandro el calderero y sabía que podría arremeter también contra Timoteo. Por eso advierte a Timoteo diciendo: Guárdate tú también de él. Parece que Alejandro el calderero estaba decidido a atacar también a todo aquel que de una u otra manera estuviera asociado con Pablo.
Es posible que este mismo momento Usted esté siendo atacado por algún Alejandro el calderero que ha aparecido por allí. No se desanime. No se alarme. Use de sabiduría para no exponerse innecesariamente al peligro y sobre todo, ponga este asunto en las manos de Dios en oración. Dios mismo se encargará de dar su merecido a los que tanto mal le están causando.
Luego de pronunciar una advertencia, Pablo proclama una alabanza. 2 Timoteo 4:15-17 dice: «En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.»
Para hacer más notoria la grandeza y magnificencia del Señor Jesucristo, Pablo manifiesta las desventajosas condiciones en las que se encontraba en su primera defensa. Estaba solo. Ninguno estuvo a su lado. Todos le habían abandonado. Imitando a su Señor, y siguiendo el ejemplo de Esteban, Pablo dice: Que no se les tome en cuenta esta ofensa. Pablo muestra el espíritu de perdón que inundaba su corazón.
El sistema legal romano comprendía dos audiencias para un reo. En la primera audiencia, o la primera defensa, según la terminología de Pablo, se examinaba la demanda para ver si tenía o no mérito. Si la demanda no tenía mérito, allí terminaba todo. Si la demanda tenía mérito, se entraba al juicio. La segunda audiencia era para oír el veredicto del juez. Pablo está entonces haciendo referencia a la primera audiencia. Para esta audiencia, Pablo no tenía a ningún ser humano a su favor a su lado. Estaba totalmente solo.
Pero, un momento. ¿Solo? Bueno, todos le desampararon, pero hubo alguien quien no le desamparó jamás. El Señor. Pablo está alabando al Señor por eso. Dice que el Señor estuvo siempre a su lado. La gente en el tribunal romano no veía con los ojos físicos al Señor al lado de Pablo, pero Pablo sabía que el Señor estaba allí. Pablo descansaba en promesas como en Hebreos 13:5 donde dice: «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré»
El Señor Jesucristo se manifestó como Jehová-Sama. Jehová allí, justo en el lugar donde le necesitamos, justo en nuestras pruebas, justo en nuestras tribulaciones. El Señor Jesucristo hizo algo que Pablo necesitaba con urgencia. Pablo dice que el Señor Jesucristo le dio fuerzas. Pero no lo distorsionemos. No fueron fuerzas para demostrar que era inocente y que estaba siendo víctima de una prisión injusta. Parece que Pablo ni siquiera tocó ese tema.
Pablo es claro cuando afirma que el Señor Jesucristo le dio fuerzas para predicar el evangelio a todos los que allí estaban presentes. Esto es notable. Imagine Usted. Estaban los jueces, los abogados, los secretarios, los guardas, y quien sabe qué más. Pablo habrá pensado: ¿Qué hago? Me defiendo para ver si me otorgan la libertad o hablo de Cristo a toda esta gente incrédula, porque quien sabe cuándo tendré a una audiencia como ésta en el futuro. La decisión que tomó fue predicar el evangelio de Cristo a todos esos gentiles.
El Señor Jesucristo honró esta conducta de Pablo. Por eso es que Pablo dice que fue librado de la boca del león. Esto no significa que fue puesto en libertad, sino que conservó la vida, aunque siguió en prisión. Este hecho motivó a Pablo a alabar al Señor.
A lo mejor Usted también ha sido abandonado por amigos, familiares, hermanos en la fe. Quizá se siente solo. Recuerde que un hijo de Dios jamás está solo, porque a su lado está siempre Jehová-Sama, Jehová allí. El Señor Jesucristo. Él está listo para socorrerle, listo para fortalecerle, listo para ayudarle en cualquier situación que sea. Pablo pronunció una advertencia y proclamó una alabanza.
Por último, Pablo pregonó una aseveración. 2 Timoteo 4:18 dice: «Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.»
Pablo era ciertamente un hombre de fe. Fue salvo por fe y vivió por fe. Su vida se caracterizó por una confianza absoluta en las promesas de Dios. Una de las promesas que fue muy pertinente para la difícil situación que estaba enfrentando es que el Señor le librará de toda obra mala y le preservará para su reino celestial. Con estas palabras, Pablo comunica dos ideas importantes.
Número uno que el Señor es soberano en todo sentido y dentro de eso, es soberano en lo que pasa con cualquier creyente. Pablo enfrentó situaciones de extremo peligro, pero mientras no llegó el momento establecido por el Señor en su soberanía, para que Pablo salga de este mundo, Pablo no murió. Observe por ejemplo lo que el mismo apóstol Pablo dice acerca de la obra sobrenatural de protección del Señor sobre él.
2 Corintios 1:8-10 dice: «Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte»
Pablo estuvo a punto de morir varias veces, pero no murió, porque todavía no había llegado el momento soberanamente escogido por Dios para que muera. El creyente no muere ni un segundo antes, ni un segundo después de lo que el Señor determina. El creyente es inmortal en este mundo hasta que llega el momento que Dios ha determinado para que muera. Pablo lo sabía y por eso dice: El Señor me librará de toda obra mala.
Número dos, que el futuro de un creyente, una vez que sale de este mundo, está asegurado en el reino celestial. Pablo vivía a la luz de esta esperanza gloriosa. En Romanos 8:18 dijo lo siguiente: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse»
A Pablo no le importaba mucho el momento que por la voluntad de Dios tenía que abandonar este mundo. Sabía que las muchas aflicciones del tiempo presente, son solo la antesala de la gloria magnífica que le esperaba en el cielo. Esto es vivir el presente a la luz de la gloria futura. Todo esto no fue por mérito de Pablo sino por mérito de Cristo Jesús, quien murió por él. Esta es la razón para que Pablo termine este pasaje con esas emocionadas palabras: A él, es decir a Jesucristo, sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
¿Vive también Usted el presente a la luz de la gloria futura que le espera? Si es así, no debe desanimarse por las aflicciones del tiempo presente. Pablo estaba a punto de ser martirizado, pero aún esto no le privó de su entusiasmo en el servicio al Señor, porque vivía a la luz de la gloria futura que le esperaba. Que por la gracia de Dios imitemos este gran ejemplo.
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