Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estamos estudiando el libro de Hechos, en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico, vimos como Esteban fue apedreado bajo la falsa acusación de que había blasfemado contra la persona de Dios y contra el templo en Jerusalén. Esteban fue el primer mártir del cristianismo. Pero el humanamente hablando trágico final de Esteban, fue utilizado por Dios para expandir el cristianismo hacia regiones jamás imaginadas. Por el momento, el cristianismo ya había cubierto Jerusalén, pero había llegado el momento de extenderse hacia Judea y Samaria. De esto trata justamente el capítulo 8 de Hechos. En este capítulo aparecen cuatro personajes prominentes. El primero, Saulo. El segundo, Felipe. El tercero, Simón el mago. El cuarto, un etíope. Vayamos a lo primero.
II. Hechos 1:1-3 dice: Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.
El libro de Hechos y las Epístolas proveen abundante información para darnos una idea sobre la vida de Saulo. Según Hechos 22:3 era natural de Tarso en Cilicia. Según Filipenses 3:5 fue hebreo de hebreos. Según Hechos 23:6 era fariseo e hijo de fariseo. Según Hechos 16:37 era ciudadano romano. Según Hechos 22:3 fue instruido a los pies de Gamaliel en Jerusalén. Según Filipenses 3:6, en cuanto a la justicia que es en la ley, era irreprensible. Según Gálatas 1:14, en el judaísmo aventajaba a muchos de sus contemporáneos en su nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de sus padres. El celo denodado de Saulo por la ley de Moisés se hizo muy evidente en la persecución de la iglesia cristiana. Gálatas 1:13 dice: Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba;
Saulo realmente pensaba que al perseguir a los creyentes estaba sirviendo a Dios, y por eso lo hacía con limpia conciencia. Note como puede ser perfectamente posible estar convencido de que se está sirviendo a Dios, pero en la realidad se está haciendo algo contrario a Dios. Saulo antes de su conversión es un perfecto ejemplo. Saulo obedeció a la luz que tenía, pero cuando Dios le dio más luz, Saulo obedeció y llegó a ser un fiel creyente. Así que, aquí tenemos a Saulo consintiendo, o estando de acuerdo, con la muerte de Esteban. Lucas, el autor del libro de Hechos hace un paréntesis en el relato sobre Saulo para mostrar como estaban las cosas en Jerusalén a raíz de la muerte de Esteban. Dice que en aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén. Ser creyente en Jerusalén en aquellos días, no era algo bien visto por la mayoría de la gente. Los que valientemente se identificaban como seguidores de Cristo ponían en riesgo sus vidas, sus familias y sus posesiones. Pero la persecución no logró apagar el ímpetu de muchos creyentes. Los enemigos de la iglesia, siendo Saulo uno de ellos, no escatimaban esfuerzo para asolar a la iglesia de Cristo. Lucas dice que todos los creyentes fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. El verbo griego que se ha traducido como “esparcir” es un verbo que se usaba principalmente en la agricultura y significa arrojar o esparcir la semilla en un campo previamente preparado. Pues, Judea y Samaria eran un campo espiritualmente preparado para que caiga la semilla del Evangelio y produzca un fruto abundante de vidas transformadas. Dios utilizó la persecución de la iglesia en Jerusalén, para esparcir la semilla del evangelio en regiones donde nunca antes se había anunciado el nombre de Cristo. Note como los ataques del enemigo en contra del cristianismo, fueron utilizados por Dios para producir un avance del cristianismo. Así fue antes y así sigue siendo hoy. Sin embargo, a pesar de las dificultades y peligros, hubo creyentes caritativos que corriendo muchos riesgos se ocuparon de los restos mortales de Esteban. Dice el texto que hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. La muerte, inclusive para los que tenemos la esperanza viva de que hay vida después de la muerte, siempre produce dolor en los que se quedan en este mundo. El llanto de estos hombres piadosos por la muerte de Esteban manifiesta lo mucho que Esteban significaba para ellos. Una vez terminado el paréntesis, Lucas retoma el relato sobre Saulo. Menciona que Saulo asolaba a la iglesia. El verbo asolar denota la dureza con la que Saulo perseguía a la iglesia. Literalmente significa ultrajar o maltratar. Saulo se daba el trabajo de ir casa por casa de los creyentes para sacar a rastras a hombres y mujeres y arrojarlos en la cárcel para ser juzgados y sentenciados. ¿Cuántos habrán perdido la vida como resultado de lo que Saulo hizo con ellos? Deben haber sido muchos. Pero no olvide que en su momento, Saulo tuvo su encuentro personal con el Señor Jesucristo, y esto hizo dar un giro de 180 grados a la vida de Saulo. De perseguidor de la iglesia de Cristo se transformó en un ardiente defensor de la iglesia de Cristo, al punto que murió como mártir por la causa de Cristo. ¿Cómo puede una persona cambiar tan radicalmente? La única explicación posible es la presencia de Cristo en la vida de un creyente. Así que, amable oyente, no pierda la esperanza sobre aquella persona que hoy por hoy es tan dura, tan reacia al evangelio, tan entregada a una vida de pecado. Mientras haya vida hay esperanza de cambio. Para Dios nada es imposible. Si Dios cambió a alguien como Saulo, si Dios cambió a alguien como yo, de seguro puede cambiar a cualquier persona sin importar cuan malo o cuan mala sea por ahora. Solamente ore por esa persona, solamente muestre en su vida los cambios que Cristo ha hecho en usted, solamente espere confiadamente. Es muy posible que en el momento menos pensado, en esa persona se vean también los cambios que experimentó Saulo. Muy bien. Ahora vamos a proseguir. Tenemos en segundo lugar al otro personaje que aparece en el capítulo 8 de Hechos. Se trata de Felipe. Hechos 8: 4-8 dice: Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad.
La persecución produce en la iglesia lo que el viento produce en la semilla. La esparce para que pueda producir una gran cosecha. Los creyentes de Jerusalén eran, por decirlo así, la semilla de Dios, y la persecución fue usada por Dios para plantarlos lejos de Jerusalén para que lleven mucho fruto. Los creyentes fueron esparcidos por todas partes y por donde iban, anunciaban el evangelio, las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús. Lejos de quejarse por su difícil situación, los creyentes vieron en la dispersión una oportunidad para compartir el evangelio con muchos. Uno de los que salieron de Jerusalén fue Felipe. Según Hechos 6:5, Felipe fue uno de los siete varones de la iglesia en Jerusalén, que fueron escogidos para servir a las mesas. Sin embargo, Felipe no se conformó con servir a las mesas, sino que llegó a ser un efectivo evangelista. Dice el texto que descendiendo a la ciudad de Samaria, Felipe les predicaba a Cristo. Los samaritanos eran una raza cruzada, tenían sangre judía mezclada con sangre gentil. Los samaritanos se originaron cuando el imperio Asirio capturó las diez tribus del norte en el año 722 AC, deportó a mucha gente e importó a mucha gente, la cual se mezcló con los judíos. Los samaritanos tenían su propio templo y su propio sacerdocio, y se caracterizaban por su rivalidad con los judíos. Pero esto no fue obstáculo para que Felipe, movido por el amor de Dios al pecador, anuncie el mensaje de salvación a los samaritanos. Cuando el amor de Dios satura a una persona, se borran todas las diferencias raciales. Los samaritanos escuchaban unánimemente el mensaje que predicaba Felipe. Dios dio a Felipe la capacidad de realizar señales sobrenaturales para autenticar el mensaje como proveniente de Dios y el mensajero como enviado por Dios. Entre las señales que realizaba Felipe estaba la expulsión de demonios, los cuales salían de sus víctimas dando grandes voces. Felipe también manifestaba el don de sanidad, pues muchos paralíticos y cojos eran sanados. Qué interesante, la gran persecución más la predicación del evangelio resultó en gran gozo entre los samaritanos. La salvación de almas siempre resulta en gozo, no sólo para los que se salvan, sino también para las personas relacionadas con ellos y sobre todo en el cielo. Hay gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente. ¿Quiere Ud. también este gozo? Reciba a Cristo como su personal Salvador. En nuestro próximo estudio bíblico hablaremos sobre los otros dos personajes que son prominentes en el capítulo 8 de Hechos.
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