Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción. Bienvenida al estudio del libro de los Hechos. La serie se titula: La obra de Jesucristo después de su ascenso, por medio del Espíritu Santo.
En nuestro último estudio bíblico dejamos a los discípulos de Jesús con las mujeres, con María la madre de Jesús y con sus hermanos, perseverando unánimes en oración y ruego a Dios, en un aposento alto. En este estudio vamos a ver como Pedro toma el liderazgo del grupo y sienta las bases para la elección del reemplazo de Judas Iscariote. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 1:15-20.
II. En primer lugar, vamos a ver a Pedro ejerciendo el liderazgo en el grupo. Hechos 1:15 dice: En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo:
Cuando Lucas habla de “aquellos días” se está refiriendo al periodo de tiempo cuando los discípulos de Jesús, las mujeres, María la madre de Jesús, y sus hermanos, estaban perseverando en oración y ruegos a Dios, en el aposento alto. Dios comienza a actuar en respuesta a las oraciones y ruegos, por medio de guiar a Pedro a tomar el liderazgo del grupo. El texto dice que se levantó en medio de los hermanos. Pedro fue siempre la voz cantante del grupo de apóstoles y eso le ocasionó más que un contratiempo. Ahora era diferente, ya no se levanta sobre los hermanos, sino en medio de los hermanos. Lucas anota un detalle adicional. En el aposento alto había como ciento veinte en número. Veamos cuál fue el primer asunto que trata Pedro.
III. Hechos 1:16-20 dice: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Porque está escrito en el libro de los Salmos:
Sea hecha desierta su habitación,
Y no haya quien more en ella;
y: Tome otro su oficio.
Con la autoridad de apóstol, Pedro se dirige a los discípulos para darles a conocer que todo lo que pasó con Judas Iscariote fue algo que Dios había declarado con anticipación en la Escritura. El Espíritu Santo reveló e inspiró a David para profetizar acerca de Judas Iscariote. Así por ejemplo, note lo que dice Salmo 41:9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar.
La traición de Judas Iscariote a Jesús, fue simplemente el cumplimiento de lo que Dios había profetizado por medio de David. Esto sin embargo no libera de culpa a Judas Iscariote como se hará evidente más adelante en las palabras de Pedro. Judas Iscariote fue guía o líder del complot para prender al Señor Jesús en el huerto de Getsemaní. Esta vil acción se pone en contraste con el inigualable privilegio que tuvo Judas Iscariote al ser contado entre los doce apóstoles y al ser el hombre de confianza del grupo. A esto se refiere las palabras de Pedro cuando dijo que Judas Iscariote tenía parte en este ministerio. La traición que Judas Iscariote cometió tuvo una fatal consecuencia. Pedro da a conocer que, con lo que obtuvo de la traición a Jesús, con el salario de su iniquidad, compró un campo, en el cual, cayendo de cabeza se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Este recuento que hace Pedro del trágico final de Judas Iscariote ha servido para que muchos intenten desacreditar a la Biblia afirmando que tiene contradicciones, porque en Mateo 27:5 dice que Judas Iscariote, arrojando las piezas de plata en el templo, salió y fue y se ahorcó. Pero los que sabemos que la palabra de Dios no se puede contradecir, sabemos también que cuando hay más de un relato de determinado evento en la Biblia, los relatos son complementarios, mas no una mera repetición. De modo que, en el caso de Judas Iscariote, integrando ambos relatos, los eventos fueron de la siguiente manera. Judas Iscariote quiso devolver las treinta piezas de plata que los principales sacerdotes y los ancianos le dieron por entregar a Jesús. Los principales sacerdotes y los ancianos no aceptaron la devolución, sino que dijeron a Judas Iscariote: Allá tu. Enojado, Judas Iscariote arrojó las treinta piezas de plata en el templo. Los principales sacerdotes y los ancianos no quisieron tomar esas treinta piezas de plata para ponerlas en el tesoro de las ofrendas, porque reconocían que era precio de sangre. Hechas las consultas los principales sacerdotes y los ancianos decidieron comprar con esas treinta piezas de plata el campo del alfarero para sepultura de los extranjeros. Por eso se dice que el comprador fue Judas Iscariote. Sucede entonces que Judas Iscariote se dirigió a aquel campo, y se colgó. Debido probablemente a su impericia, al tratar de ahorcarse se cayó de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. De esta manera los dos relatos se armonizan y tenemos el cuadro completo de lo que sucedió. Acto seguido, Pedro hace notar que lo sucedido con Judas Iscariote fue público y notorio en Jerusalén, de tal manera que el campo que se compró con el dinero que recibió Judas Iscariote para traicionar a Jesús, se llama en su propia lengua: Acéldama, lo cual significa Campo de sangre. Inclusive esto último fue el cumplimiento de una profecía. Salmo 69:25 dice: Sea su palacio asolado;
En sus tiendas no haya morador.
Tal vez citando de la Septuaginta, la traducción del Antiguo Testamento del Hebreo al Griego, Pedro dijo: Sea hecha desierta su habitación y no haya quien more en ella. El Antiguo Testamento también profetizó acerca de que Judas Iscariote debía ser reemplazado por otro. Salmo 109:8 dice: Sean sus días pocos;
Tome otro su oficio.
Interesante como los discípulos, con Pedro a la cabeza, entendieron que todos los acontecimientos concernientes a lo que hizo Judas Iscariote fueron el cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento. En este punto vale la pena hacer una breve referencia al ya famoso Evangelio de Judas, que hizo noticia justo en la semana santa de este año a través de un reportaje del National Geographic. Este evangelio apócrifo, al igual que tantos que han existido, afirma algo totalmente diferente de lo que dice el Nuevo Testamento respecto de Judas Iscariote y de su traición. El texto apócrifo del Evangelio de Judas se encuadra en la tradición de los cristianos gnósticos, que enfatizaban la importancia del conocimiento: gnosis, en griego. Los gnósticos eran eclécticos: tomaban elementos del judaísmo, del cristianismo, de la religión de Irán, de la filosofía griega, y amasaban una doctrina para liberar al ser humano de todas las angustias de esta vida. «Serás mejor que todos los demás», le dijo Jesús a Judas en referencia a sus discípulos, «porque sacrificarás el cuerpo de hombre del que estoy revestido». Este concepto es propio de los cainitas, una de las sectas gnósticas de los primeros siglos del cristianismo. Judas, al entregar a Jesús a la muerte, facilita su salida del cuerpo y la liberación de la divinidad que llevaba dentro. Quién lo escribió es otro misterio ya que en ningún lugar se dice que fuera Judas.
Por este motivo, este evangelio de Judas debe ser desechado.
CONCLUSIÓN. El peligro de no apreciar el privilegio que tenemos y cambiarlo por un plato de lentejas.
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