Es un gozo saludarle, amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es el libro de Hebreos en la serie titulada: La preeminencia de Jesucristo. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca del peligro de no alcanzar el reposo ofrecido por Dios.
El Antiguo Testamento contiene el relato de muchos eventos que tienen una aplicación espiritual para las personas en cualquier época de la humanidad.
Uno de los eventos es la salida del pueblo de Israel de Egipto y su marcha por el desierto hacia la tierra prometida. Estando muy cerca de entrar a la tierra prometida, Moisés envió 12 espías a reconocer la tierra que iban a poseer. Diez de los espías volvieron con un informe negativo. Tenían el complejo de la langosta. Quien tiene el complejo de la langosta sabe del poder de Dios, pero duda de ese poder. Estos diez espías dijeron: También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.
Solamente dos espías no tenían este complejo de langosta, fueron Josué y Caleb. Ellos dijeron: No temáis al pueblo de esta tierra, porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová, no los temáis. Luego sucedió lo increíble. El pueblo de Israel se contagió del miedo de los diez espías con complejo de langosta y todos se quejaron contra Dios. Entre lágrimas dijeron: Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos. ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Inmediatamente se organizó una rebelión contra Moisés y Aarón.
Dios se enojó en gran manera por la incredulidad de su pueblo y esta fue su sentencia: En este desierto caerán vuestros cuerpos, todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. Esto marcó el inicio de un peregrinaje de Israel por el desierto, el cual duró como 40 años, tiempo en el cual, aproximadamente 600.000 hombres y mujeres fueron sepultados a lo largo de la ruta.
Literalmente se marcó con tumbas el camino por el cual transitó Israel en el desierto. Así es amable oyente. La incredulidad, que es típica del impío, impidió que gran parte de Israel entre en la tierra prometida, en la cual habrían encontrado el reposo que tanto necesitaban. Esta es la historia de Israel y podría ser también la historia de su vida.
Al igual que Israel, usted ha oído la voz de Dios, usted sabe que es pecador, usted está seguro que Jesucristo murió para pagar por el pecado que usted cometió, pero hasta ahora se ha mostrado reacio a recibir a Jesucristo como su Salvador. Eso explica por qué usted no tiene reposo. Mientras persista en su obstinada posición de ignorar lo que intelectualmente ya sabe sobre Jesucristo, permanecerá en medio de un torbellino de intranquilidad. Desesperadamente tratará de hallar el reposo en cualquier cosa, pero se verá imposibilitado de alcanzarlo porque sólo Jesucristo puede dar el reposo que usted necesita.
En nuestro estudio de Hebreos, hemos llegado al capítulo 4. Los versículos 1 a 13 son la continuación de la advertencia que comenzó en Hebreos 3:7. Recordemos que el autor de Hebreos, en esta ocasión, se está dirigiendo no a judíos creyentes, sino a judíos convencidos pero no convertidos. Esto significa que intelectualmente sabían que Jesús de Nazaret es el Cristo, quien vino a morir por ellos y que resucitó para ofrecer vida eterna a todos los que en él creen, pero por temor al rechazo o temor a perder amigos, o temor a la persecución, no habían recibido a Jesucristo como Salvador. Vivían al borde mismo de la decisión de recibir a Jesucristo como Salvador, sólo faltaba dar el salto de fe, pero les costaba mucho hacerlo.
En Hebreos 4:1-7 el autor de Hebreos presenta una exhortación a evitar el peligro de no entrar en el reposo de Dios a causa de la incredulidad. Hemos dividido este pasaje en dos secciones para nuestro estudio. La existencia del reposo, versículo 1 y la entrada al reposo, versículos 2 a 7. Consideremos entonces la existencia del reposo.
Hebreos 4:1 dice: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.” Cuando un judío escuchaba acerca del reposo, inmediatamente pensaba en lo siguiente. Si ya entraron a la tierra prometida los que tenían menos de 20 años cuando Israel murmuró contra Dios, entonces Dios cumplió ya con su promesa de dar reposo a Israel, por tanto ya no debe quedar más reposo. Pero recordemos que aun los que entraron a la tierra prometida al mando de Josué no experimentaron reposo completo. Continuamente luchaban contra las naciones que ellos mismos permitieron que sigan viviendo en la tierra prometida.
La incredulidad y desobediencia de Israel, impidió que Israel alcance el reposo. Esto por supuesto que no hizo que Dios olvide su promesa de dar reposo a su pueblo. Simplemente el reposo fue pospuesto hasta que Israel se convierta y como nación reciba a Jesucristo como su Mesías y su Salvador. Esto sucederá durante el reinado milenial de Jesucristo. Por tanto, para el judío de la actualidad y para el gentil de la actualidad, todavía está en vigencia la promesa de un reposo.
¿Qué hacer con esta promesa? El autor de Hebreos dice: “temamos” Esto quiere decir, vean lo que pasó con Israel a causa de su incredulidad y teman ante la posibilidad de caer en el mismo error. Así es amable oyente. Si usted ha escuchado la verdad sobre la salvación de su alma, pero todavía no ha recibido a Jesucristo como su Salvador, tema ante la posibilidad de no alcanzarla nunca, a causa de su incredulidad. Dios es supremo y soberano. Rechazarle, sabiendo lo que él ha dicho, equivale a buscarse el castigo más severo que se pueda imaginar. ¿Cómo se puede obtener el reposo de Dios?
Analicemos entonces la entrada al reposo en los versículos 2 a 7 de Hebreos. El versículo 2 dice así: “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” Lo primero que necesitamos para entrar al reposo es fe. Fe es lo opuesto de la incredulidad. Fe es lo que dijeron Josué y Caleb cuando volvieron de espiar la tierra: Dios está con nosotros, los comeremos como pan. Fe es tomar la palabra de Dios y actuar con la certeza de que sus promesas son firmes. No es suficiente oír el evangelio, no es suficiente saber lo que dice el evangelio, porque si esto no va acompañado de aferrarse totalmente al mensaje, o de recibir a Jesucristo como Salvador, no sirve de nada. El texto en Hebreos continúa hablando sobre la necesidad de fe para recibir el reposo. Hebreos 4:3-5 dice: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, no entraran en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.”
Note lo que dice el texto: Los que hemos creído entramos en el reposo, los que no han creído, como juró Jehová, no entrarán en su reposo. El reposo de Dios fue un cesar de sus actividades creativas. Cuando terminó su obra Dios dejó de trabajar. Cuando el pecador recibe a Jesucristo como Salvador, entra al reposo de Dios o a un cesar de trabajar para ganar su salvación. Hemos visto entonces que para tener el reposo de Dios, se necesita de fe. Otra cosa que se necesita es que Dios obre soberanamente.
Hebreos 4:6 dice: “Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia.” En este versículo podemos ver que falta que algunos entren al reposo de Dios. Dios en su soberanía ha escogido a algunos para que entren en su reposo, algunos de ellos todavía no han entrado, y mientras falte uno solo por entrar, todavía estará vigente la promesa de un reposo por parte de Dios. Es útil notar que los que no entraron al reposo de Dios, no fue por culpa de Dios, sino por culpa de ellos mismos. Ellos oyeron el mensaje, pero su corazón incrédulo y desobediente no permitió que alcanzaran el reposo.
Dios escoge a pecadores para salvación, pero en ninguna parte de la Biblia se ve que él hubiera predestinado a pecadores a la perdición. Si alguien llega a perderse es por su propia decisión, no porque Dios no le haya escogido. Así que, para entrar en el reposo de Dios se necesita de fe y de la obra soberana de Dios, pero no sólo eso. Se necesita también de acción inmediata de parte del hombre.
Hebreos 4:7 dice: “otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.” En el versículo anterior vimos la obra soberana de Dios para la salvación. En este versículo podemos ver la responsabilidad humana para la salvación. El hombre tiene que responder al llamado de Dios. La promesa de salvación sigue en pie, pero para que esta promesa sea efectiva en la vida de una persona, la persona debe apropiarse de la promesa por fe. La acción en cuestión reviste un carácter de urgencia.
El texto dice: Si oyereis hoy su voz. Si usted, amable oyente, ha escuchado el mensaje del evangelio, o la promesa de salvación, no deje para mañana lo que debe hacer hoy. Hoy es el día de salvación. Hoy reciba a Jesucristo como su Salvador, mañana podría ser demasiado tarde. Nuestra oración es que con la ayuda del Señor, usted, hoy mismo, pase de muerte a vida por medio de recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.
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