Doy gracias al Señor por el privilegio que me brinda al compartir este tiempo junto a usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el evangelio según Mateo en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca del poder sobrenatural de Jesús cuando sanó a muchos y alimentó a una multitud tan grande que sólo los hombres eran como cuatro mil, partiendo solamente de siete panes y unos pocos pececillos.
Qué bendición es para mí saber que usted me está escuchando amable oyente. En nuestro último estudio bíblico, vimos como Jesús honró la fe de una mujer cananea al sanar completamente a su hija, quien estaba gravemente atormentada por un demonio. Jesús realizó esta obra milagrosa estando en territorio gentil, pues se encontraba en la región de Tiro y de Sidón, a orillas del Mar Mediterráneo. Este es el punto de partida para nuestro estudio bíblico de hoy. El evangelio según Marcos nos provee de la información necesaria para saber que Jesús salió de los límites de Tiro y yendo por Sidón se dirigió hacia Galilea, pasando por la región de Decápolis. Decápolis era una región donde había diez ciudades que formaban una especie de alianza o confraternidad, a la cual, con autorización del Imperio Romano, se le permitió acuñar su propia moneda, tener sus propias cortes judiciales e inclusive tener su propio ejército. Era un territorio eminentemente gentil. Fue en este territorio donde se le trajo a Jesús a un hombre sordo y tartamudo para que Jesús ponga sus manos sobre él y lo sane. Jesús llevó aparte a este hombre y procedió a meter los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo: Efata, una palabra Aramea que significa: Sé abierto. Al momento fueron abiertos los oídos de este hombre y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. Una vez realizado el milagro, Jesús pidió a este hombre y a los que estaban presentes que no dijesen a nadie lo que había sucedido, pero cuando más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. Esto explica la multitud que seguía a Jesús en su jornada de vuelta a Galilea. Si tiene una Biblia en la mano, ábrala en Mateo 15:29-31. En este pasaje Bíblico tenemos a Jesús sanando a una multitud. La Biblia dice: Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
Por lo que dice Marcos en su Evangelio, es de suponerse que Jesús se hallaba camino hacia el mar de Galilea, pasando por Decápolis, todavía en territorio gentil, cuando se le acercó mucha gente, mayormente gentil, que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos y otros enfermos. Debe haber sido un espectáculo sobrecogedor mirar a tanta gente con sus enfermos a cuestas tratando de acercarse a Jesús. El poder de Jesús como el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel era de tal naturaleza que sanó instantáneamente y totalmente a todos los enfermos que fueron puestos a sus pies. Qué maravilla. Fue el cumplimiento de lo que el Antiguo Testamento profetizó en cuanto a lo que haría el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel. La gente que estaba presente se maravillaba. No era para menos. Los cojos caminaban normalmente, los ciegos veían, los mudos hablaban, los mancos fueron totalmente restaurados, todos los enfermos fueron sanados de toda enfermedad. Además de maravillarse, la gente glorificaba al Dios de Israel. Esto prueba que Jesús estaba en territorio gentil y que la gente que fue sanada y la gente que fue testigo de esas obras milagrosas eran gentiles. Los gentiles sin ser parte del pueblo escogido de Dios, estaban glorificando al Dios de Israel. ¡Qué contraste tan impactante! Los propios compatriotas de Jesús acusaron a Jesús de estar confabulado con Satanás para hacer lo que hacía, pero los gentiles, despreciados por los judíos, glorificaron al Dios de Israel por lo que Jesús hacía. Esto presagiaba que en un futuro cercano, tanto judíos como gentiles serán atraídos al único y verdadero Dios, por medio de la obra redentora de Jesucristo en la cruz del Calvario. ¿Cuál es su actitud hacia Jesús en este mismo instante? La única actitud consecuente con lo que Jesús ha hecho, es reconocerlo como el Salvador de su vida. Este episodio en la vida y ministerio de Jesús fue el antecedente de una nueva obra milagrosa por parte de Jesús. A continuación tenemos a Jesús alimentando a una multitud. Permítame leer el texto en Mateo 15:32-39. La Biblia dice: Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala.
Para muchos críticos de la Biblia, este relato no es otra cosa sino una mera repetición del milagro realizado por Jesús cuando alimentó a los 5000, y por eso está plagado de errores. Pero un examen cuidadoso de la evidencia demostrará que se trata de un milagro totalmente diferente. En el milagro de los 5000, la multitud era principalmente judía, en este milagro, la multitud era principalmente gentil. El milagro de los 5000 aconteció en Galilea, cerca de Betsaida, este milagro aconteció en Decápolis. En el milagro de los 5000 Jesús multiplicó la comida partiendo de 5 panes y 2 peces, en este milagro, Jesús multiplicó la comida partiendo de 7 panes y unos pocos peces. En el milagro de los 5000 sobraron 12 canastas de comida, en este milagro sobraron siete canastas de comida. En el milagro de los 5000 la multitud había estado con Jesús 1 día, en este milagro, la multitud había estado con Jesús 3 días. El milagro de los 5000 aconteció en primavera porque la gente se recostó en la hierba, este milagro aconteció en verano porque la gente se recostó en la tierra. A todas luces se trata de un milagro totalmente diferente. La multitud no tenía que comer y estaban lejos de los sitios poblados donde podrían comprar comida. Jesús reconoció la necesidad de la gente y tuvo compasión de ellos. Son tres días que esta gente está conmigo, dijo Jesús, y no tienen que comer. Enviarlos en ayunas no es conveniente porque podrían desmayarse en el camino. Admiro la sensibilidad de Jesús ante la necesidad de la gente. Siendo otro habría dicho: ¿Para qué me siguieron? Yo no les pedí que me sigan. Ahora arréglense como puedan para satisfacer sus propias necesidades, como comer. Pero no Jesús. Jesús reconoció necesidad en la gente y estuvo dispuesto a satisfacer esta necesidad. Pero allí estaban los discípulos de Jesús prestos a echar un balde de agua fría en lo que Jesús estaba pensando hacer. Mirando sus propias limitaciones dijeron a Jesús: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar una multitud tan grande? Esta pregunta de los discípulos de Jesús revela su pesimismo y su poca fe. Claro que era poca la fe, por cuanto hace poco tiempo atrás esos mismos discípulos vieron con sus propios ojos como Jesús alimentó a una multitud en la cual sólo los hombres eran como 5000, partiendo de cinco panes y dos peces. ¿Acaso representaba para Jesús algún problema hacer lo mismo en esta ocasión? Pero al hombre siempre le es difícil creer en el poder de Dios cuando se halla frente a frente con una dificultad. Jesús nuevamente tiene que dar una lección a sus discípulos. Les pregunta: ¿Cuántos panes tenéis? La respuesta de los discípulos fue: Siete y unos pocos pececillos. Esto era todo lo que Jesús necesitaba para realizar el milagro de la multiplicación. Dice el relato que Jesús mandó a la multitud que se recueste en la tierra y una vez hecho esto, tomó los panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Absolutamente todos los que estaban presentes comieron hasta saciarse. Más aún, sobró comida. Fueron necesarias siete canastas para recoger los pedazos que sobraron. La gracia de Dios jamás debe desperdiciarse. De siete panes y unos pocos peces, Jesús satisfizo el hambre de una multitud de 4000 hombres, sin contar mujeres y niños. En total deben haber superado fácilmente las 8000 personas. Qué interesante. Jesús concluyó el ministerio en Galilea alimentando a una multitud de más de 5000, y ahora lo encontramos terminando el ministerio en territorio gentil, alimentando a una multitud de más de 4000. Como para que nadie tenga dudas del poder que tenía como el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel. Pero a pesar de todas esas señales milagrosas, la nación de Israel, representada por los escribas y los fariseos habían decidido ya rechazar a Jesús como el Cristo, como el Mesías, como el Rey de los judíos. Después que Jesús alimentó a la multitud en el desierto, despidió a la multitud, entró en una barca y vino a la región de Magdala. De manera que, Jesús se muestra como el todo suficiente para curar los males del cuerpo y para satisfacer el hambre del cuerpo. Pero ¿sabe una cosa, amable oyente? Jesús también es el todo suficiente para curar los males del alma y para satisfacer el hambre del alma. Justamente para eso Jesús tuvo que morir en la cruz del Calvario y resucitar al tercer día. No siga perdiendo su tiempo buscando satisfacción para su alma en las cisternas vacías de este mundo. El único que puede satisfacerle en todo sentido es Jesús. Este mismo momento recíbalo como su personal Salvador y su alma será sanada, su alma será saciada eternamente. Mi oración es que Dios le guíe a tomar esta decisión importante.
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