Es muy grato para La Biblia Dice… saludarle y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Continuamos con el estudio del libro de Romanos en la serie que lleva por título: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. Estamos ya en la última sección del libro de Romanos, en la cual se hace énfasis sobre la conducta cristiana. En esta oportunidad, David Logacho continuará tratando acerca del ruego que hace el apóstol Pablo al comienzo del capítulo 12.
En nuestro último estudio bíblico en el libro de Romanos, vimos que fundamentándose en las grandiosas misericordias que Dios ha desplegado a favor de los creyentes, Pablo hizo un ruego. El ruego tiene tres partes. La primera parte del ruego tiene que ver con una presentación de la vida de los creyentes, en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Esta debe ser la respuesta lógica o racional de todo creyente que reconoce el trato por demás misericordioso que ha recibido de parte de Dios. Es la forma lógica de adoración a Dios. En el estudio bíblico de hoy vamos a considerar las otras dos partes del ruego de Pablo y luego el resultado del ruego de Pablo. La segunda parte del ruego de Pablo aparece en Romanos 12:2 donde dice: “No os conforméis a este siglo” El verbo conformarse tiene que ver con asumir una apariencia externa que no refleja la realidad interna. Alguien que siendo rey se vistiera como un mendigo se habría conformado a ser un mendigo. Cuando Pablo habla de este siglo, no se está refiriendo a un periodo de tiempo de cien años, lo cual es un siglo. La palabra griega que se ha traducido como siglo, la palabra “aióni” significa el sistema de valores o creencias que caracterizan a esta edad. Por eso es que en algunas traducciones de la Biblia aparece esta frase como: No os conforméis a este mundo. Pablo entonces está diciendo a los creyentes, no adopten una apariencia externa que no corresponde a su realidad interna. En otras palabras, no actúen como incrédulos porque ustedes son creyentes. La construcción gramatical de la frase: No os conforméis a este siglo, indica que se trata de una orden o un mandato. Cuando en el Nuevo Testamento aparece un mandato se debe asumir que estaba ocurriendo lo opuesto al mandato. Los creyentes en Roma estaban actuando como incrédulos a pesar que ellos eran creyentes. ¿De qué manera? Pues pensaban como los incrédulos, hablaban como los incrédulos, actuaban como los incrédulos. Mirándolos a simple vista parecían incrédulos puros, pero en realidad se trataba de creyentes. Siendo creyentes se habían disfrazado de incrédulos. Se habían conformado a este mundo o a esta edad. Qué triste es que un buen número de creyentes hoy en la actualidad, están disfrazados de incrédulos. Son personas que jamás hablarán de Cristo a sus semejantes. Son personas que cuando van a la reunión dominical esconden sus Biblias, si es que las llevan, para que nadie les vea en la calle con la Biblia en la mano. Son personas que hablan las mismas malas palabras que los incrédulos, se ríen de los mismos chistes sucios de los incrédulos, ven las mismas películas inmorales de los incrédulos. Son creyentes disfrazados de incrédulos. Pablo dice a creyentes así. Basta de andar disfrazados. Sáquense ese asqueroso disfraz porque ustedes son hijos de Dios, hijos del Rey. Que su apariencia externa corresponda a su realidad interna. Vivan como hijos de Dios en otras palabras. Si siendo creyente, usted amable oyente, está reconociendo que ha estado actuando como un incrédulo, yo le invito, como Pablo, le ruego, que no se conforme a este mundo. Sáquese el disfraz porque no le queda bien. Viva la realidad de ser un genuino hijo de Dios. La tercera parte del ruego de Pablo es el complemento de lo que acabamos de decir. Romanos 12:2 continúa diciendo: “sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.” El verbo “transformaos” es la traducción de un verbo griego que tiene relación con la palabra griega de la cual proviene nuestra palabra metamorfosis. La metamorfosis es la transformación de una cosa en otra. En un sentido figurado es la mudanza que hace una persona o cosa de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad, o de la pobreza a la riqueza. En el mundo de la zoología es el cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, como ocurre con la mariposa a partir de la crisálida. Lo que Pablo está pidiendo a los creyentes es, entonces, que cambien de ese estado de vivir como si fueran incrédulos a otro estado de vivir como creyentes. Los creyentes deben manifestar externamente lo que son internamente. ¿De qué manera está usted manifestando externamente que es un creyente? ¿Pueden los que están al derredor suyo reconocer con facilidad que usted es un creyente? Una de las circunstancias donde es más fácil identificarse como creyente es en un restaurante. Cuando ya tiene la comida servida en la mesa, ¿comienza a comer, sin más ni más? No debería hacerlo. Si usted es un creyente, debería primeramente agradecer a Dios en oración por los alimentos y mejor si lo hace en voz alta, para que todos los que están alrededor lo oigan. De esa manera sabrán que usted es creyente. Esta transformación o metamorfosis ocurre por medio de la renovación del entendimiento. ¿Qué significa esto? Pues sencillamente que este tipo de transformación puede ocurrir solamente en la medida que el Espíritu Santo cambia nuestra mente, o mejor, nuestra forma de pensar por medio del estudio y de la meditación consciente de la palabra de Dios. Note el efecto de la palabra de Dios en la mente de una persona según el testimonio de Salmo 119:11 “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.” Una mente renovada es aquella que está saturada de la palabra de Dios. Esto producirá esa transformación de la cual habla Pablo. Si usted siendo creyente nota que su vida está caracterizada por una constante caída en pecado, una de las primeras cosas que debe evaluar es su comunión con Dios mediante su palabra, la Biblia. ¿Está tomando diariamente un tiempo para leer la palabra de Dios, para estudiar la palabra de Dios, para memorizar la palabra de Dios y para meditar en la palabra de Dios? Si no lo está haciendo, entonces su mente o su entendimiento no estará siendo renovado y no será extraño que le sea extremadamente difícil transformarse de un creyente disfrazado de incrédulo en un creyente que vive realmente como hijo de Dios. Muy bien. De esta manera hemos concluido con el análisis del ruego de Pablo. Finalmente nos queda examinar el resultado del ruego de Pablo. Romanos 12:2 al final dice: “para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Todo lo que hasta aquí ha dicho Pablo en el capítulo 12 de Romanos, tiene como finalidad que el creyente compruebe algo. Esto de comprobar tiene que ver con experimentar en la práctica. ¿Qué es lo que Dios quiere que el creyente compruebe o experimente en la práctica? El texto dice: La buena voluntad de Dios. Esto se refiere a la vida de santidad que agrada a Dios. Si usted siendo creyente desea agradar a Dios debe procurar hacer la voluntad de Dios, la cual siempre será buena. No hay nada mejor para el creyente que comprobar o experimentar en la práctica la buena voluntad de Dios. En estas condiciones, la vida del creyente será de la calidad de los sacrificios del antiguo Pacto. Bajo el antiguo pacto, no se podía ofrecer a Dios cualquier animal. Los sacrificios tenían que ser sin defecto para ser aceptados por Dios. De igual manera, una vida que comprueba o experimenta la buena voluntad de Dios, es un sacrificio agradable y perfecto. La voluntad de Dios siempre es buena, amigo oyente. Este me hace acordar de una historia que leí: Hace mucho tiempo, en un reino distante, su monarca no creía en la bondad de Dios. Tenía, sin embargo, un súbdito que siempre le recordaba acerca de esa verdad. En todas las situaciones decía: ¡Rey mío, no se desanime, porque… todo lo que Dios hace es perfecto. El nunca se equivoca! Un día el rey salió a cazar junto con su súbdito, y una fiera de la jungla le atacó. El súbdito consiguió matar al animal, pero no evitó que Su Majestad perdiese el dedo meñique de la mano derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido, y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos de su siervo para salvarle la vida, le preguntó: «Y ahora, ¿qué me dices?, ¿Dios es bueno?. Si Dios fuese bueno yo no hubiera sido atacado, y no hubiera perdido mi dedo». El siervo respondió: «Rey mío, a pesar de todas esas cosas, solamente puedo decirle que Dios es bueno, y que quizás eso, perder un dedo, sea para su bien… Todo lo que Dios hace es perfecto. ¡El nunca se equivoca!». El rey, indignado con la respuesta del súbdito, mandó que sea echado en la celda más oscura y más fétida del calabozo. Después de algún tiempo, el rey salió nuevamente para cazar, y fue atacado, esta vez, por una tribu de indios que vivían en la selva. Estos indios eran temidos por todos, pues se sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses. Inmediatamente después que capturaron al rey, comenzaron a preparar, llenos de júbilo, el ritual del sacrificio. Cuando ya tenían todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indígena, al examinar a la víctima, observó furioso: «¡Este hombre no puede ser sacrificado, pues es defectuoso!, ¡Le falta un dedo!». Luego, el rey fue liberado. Al volver al palacio, muy alegre y aliviado, liberó a su súbdito y pidió que fuera a su presencia. Al ver a su siervo, le abrazó afectuosamente diciendo: «¡Querido siervo, Dios fue realmente bueno conmigo!. Tú debes haberte enterado que escapé justamente porque no tenía uno de mis dedos. Pero ahora tengo una gran duda en mi corazón: si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que estuvieses preso?». El siervo sonrió, y dijo: «Rey mío, si yo hubiera estado junto con usted en esa salida a cazar, seguramente habría sido sacrificado en su lugar, ¡ya que no me falta ningún dedo!. Por lo tanto, acuérdese siempre: ¡todo lo que Dios hace es perfecto, Él nunca se equivoca!».
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