Qué bendición es saludarle amiga, amigo oyente. Que el Dios de toda gracia colme su vida de todo tipo de bendiciones. A partir de esta ocasión vamos a iniciar el estudio de la primera epístola de Pablo a Timoteo, en la serie titulada: Claves para ser un buen ministro de Jesucristo. Si las circunstancias lo permiten le recomiendo que tome su Biblia y la abra en 1 Timoteo.
Estoy casi seguro que no le sorprenderá oír que vivimos en una época de crisis moral y espiritual en el liderazgo de la iglesia. No es extraño oír de pastores o ancianos que abiertamente están enseñando doctrinas que no tienen ningún fundamento en la Biblia. Pastores o ancianos que han manchado su testimonio con el pecado. Pastores o ancianos que están sacando provecho personal del ejercicio de su oficio. Muchos pastores o ancianos ya no viven para las ovejas sino que viven de las ovejas. Pastores o ancianos que han dejado a un lado la palabra de Dios y hablan solamente de sus experiencias sobrenaturales, de los sueños que han tenido, de sus visiones. Pastores o ancianos que han transformado sus púlpitos en deslumbrantes escenarios donde se realizan todo tipo de actos para mantener entretenida a la gente que se congrega por miles. Pastores o ancianos que olvidando su solemne llamado están dedicados a otras cosas más lucrativas. Tendríamos que ser ciegos para no reconocer el triste estado moral y espiritual de una buena parte de los pastores o ancianos de hoy en día. Pero este fenómeno no es nuevo porque estuvo presente desde el mismo momento que nació la iglesia. Un ejemplo de esto es lo que estaba pasando en una iglesia del primer siglo en una ciudad importante en aquel tiempo, que se llamaba Efeso. Esta ciudad fue fundada en el año 133 AC, y para el primer siglo tenía una población cercana al medio millón de personas. Efeso era la capital de la provincia romana de Asia y residencia oficial del gobernador. El libro de Hechos hace referencia a dos visitas del apóstol Pablo a esta ciudad. La primera fue breve, pero la segunda se prolongó como por tres años, lo cual da la medida de la importancia que Pablo daba a esta iglesia. Lamentablemente, con el correr del tiempo, los líderes de esta iglesia desviaron el camino, se involucraron con falsa doctrina, comenzaron a abusar de la congregación para sacarles lo más del dinero que podían, abandonaron las enseñanza que habían recibido de los apóstoles, descuidaron la oración y tantas otras cosas más. En consecuencia, la otro hora floreciente iglesia en Efeso, estaba al borde mismo de la ruina. Luego de ser librado de la prisión en Roma, el apóstol Pablo visitó nuevamente esta iglesia y constató la triste condición en la que estaba y decidió dejar a uno de sus discípulos de confianza llamado Timoteo para que corrija lo deficiente, mientras él proseguía su camino hacia Macedonia. Poco tiempo más tarde, tal vez desde Macedonia, Pablo escribió una carta personal a Timoteo, en la cual le da las instrucciones necesarias para que Timoteo cumpla a cabalidad con su misión en la iglesia de Efeso. Hablando de las instrucciones que Pablo estaba dando a Timoteo, le dijo lo que aparece en 1 Timoteo 4:6 Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.
Aquí está en lo que en mi opinión es el tema central de la primera carta de Pablo a Timoteo. Las claves para ser un buen ministro de Jesucristo. Si Timoteo quería ser un buen ministro de Jesucristo, tenía que enseñar y practicar lo que Pablo le estaba enseñando. Ser un buen ministro de Jesucristo debe ser la meta todo pastor o anciano. Veamos pues lo que Pablo tenía para decir a Timoteo. Lo primero que tenemos es la introducción de la carta. Dentro de esto aparece en primer lugar el autor de la carta. 1 Timoteo 1:1 dice: Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza,
El autor de la carta es Pablo. Algunos entendidos, entre comillas, lo ponen en tela de duda, pero nosotros no tenemos duda alguna en cuanto a que el autor humano de la carta fue Pablo y el autor divino fue el Espíritu Santo, porque toda Escritura es inspirada por Dios. Al describirse a sí mismo, Pablo dice varias cosas por demás interesantes. Él es apóstol de Jesucristo. Apóstol significa uno que es enviado o comisionado. Pablo fue enviado o comisionado en forma personal por el Señor Jesucristo. Hablando de su conversión, Pablo dijo lo siguiente, según Hechos 22:12-15 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
Act 22:13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
Act 22:14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Act 22:15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
La palabra apóstol en el Nuevo Testamento se refiere en principio a los doce hombres que el Señor Jesucristo escogió para que le acompañen, a Matías, quien fue elegido por los once apóstoles para reemplazar a Judas Iscariote, y a Pablo. Cristo les dio poder para confirmar su apostolado mediante la capacidad de hacer señales, prodigios y milagros. Defendiendo su apostolado, Pablo dijo lo que aparece en 2 Corintios 2:11-12 donde leemos: Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy.
2Co 12:12 Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.
En este sentido de la palabra apóstol, no existen más apóstoles a partir de la muerte del último apóstol, el apóstol Juan. Pero además Pablo dice que esto de ser apóstol de Jesucristo fue por mandato de Dios nuestro Salvador y del Señor Jesucristo nuestra esperanza. Esto para enfatizar que Pablo no fue enviado o comisionado ni por sí mismo, ni por otros, sino directamente por Dios el Padre, a quien Pablo llama nuestro Salvador, y por el Señor Jesucristo, el Hijo, a quien Pablo llama nuestra esperanza. Llamar a Dios Padre, nuestro Salvador, no reviste problema alguno, por cuanto fue el Padre quien envió a su Hijo al mundo para hacer posible que el pecador se salve. Qué manera tan hermosa que Pablo llama al Señor Jesucristo, nuestra esperanza. Él es el único que hace posible que un hombre pecador pueda tener comunión íntima con Dios. Fuera de él no hay esperanza para el pecador. Luego tenemos al receptor de la carta. La primera parte de 1 Timoteo 1:2 dice: a Timoteo, verdadero hijo en la fe. El nombre Timoteo significa: El que honra a Dios. Según la información disponible en el Nuevo Testamento, Timoteo fue oriundo de la ciudad de Listra. Para cuando Pablo le escribió la primera carta, Timoteo debe haber sido un joven. Era hijo de padre griego y de madre Judía. Tal vez Timoteo quedó huérfano de padre, por cuanto el Nuevo Testamento dice que fue encaminado en las cosas del Señor por medio de su madre Eunice y de su abuela Loida. Qué importante es instruir a los niños en las cosas del Señor, amable oyente. Si los padres somos fieles en esta noble empresa, es muy posible que nosotros también estemos encaminando a algún Timoteo que podrá ser un instrumento maravilloso en las manos del Señor Jesucristo. Hablando de Timoteo, Pablo dice que es verdadero hijo en la fe. Esto no significa que Pablo fue el papá de Timoteo. Ya dijimos que Timoteo fue hijo de padre griego. Lo que Pablo está diciendo es que Timoteo fue guiado a la fe en el Señor Jesucristo por medio de Pablo. En el libro de los Hechos podemos apreciar que en su primer viaje misionero, Pablo llegó a Listra, la ciudad natal de Timoteo. Sin duda alguna fue en esa oportunidad cuando Timoteo recibió a Cristo como Salvador al oír el mensaje del evangelio por boca de Pablo. Cuando Pablo volvió a visitar Listra en su segundo viaje misionero, Timoteo había madurado tanto espiritualmente, que Pablo decidió incorporarlo a su equipo misionero y eso marcó el inicio de una relación maravillosa en la obra del Señor entre los dos. La vida de Timote es un modelo digno de imitarse por todos los jóvenes creyentes. No hay nada mejor que invertir la vida en las cosas del Señor cuando se es joven. Los réditos son abundantes no sólo mientras estamos en este mundo, sino mucho más cuando salgamos de este mundo. Hemos hablado del autor de la carta y del destinatario de la carta. En nuestro próximo estudio bíblico consideraremos el saludo de la carta y la fecha de escritura de la carta. Espero su compañía. Que el Señor le bendiga rica y abundantemente.
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