Es un privilegio para nosotros tener a Usted entre los oyentes de nuestro programa. Bienvenida, o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Dentro de la serie titulada La Familia Auténticamente Cristiana, estamos tratando el asunto de la responsabilidad de los padres. El tema de hoy ha despertado ardientes polémicas en círculos cristianos y no cristianos. ¿Puede una esposa trabajar fuera de su casa? Siga con nosotros y en instantes más, David Logacho compartirá un enfoque bíblico sobre este importante asunto.
Según una estadística que llegó a mis manos, en 1970, la mayoría de las familias se mantenían únicamente con el salario del padre de familia. Pero para 1980 las cosas cambiaron. Más de la mitad de las familias se mantenían con el salario del padre y de la madre. Para 1990 el 80% de los hogares se mantenían con los salarios del padre y de la madre. No se necesita ser un genio para concluir que a medida que avanza el tiempo y la vida se va haciendo más compleja, más y más madres están optando por dejar el hogar y salir a trabajar a tiempo completo en una fábrica o un negocio o una oficina. Las razones para justificar esta conducta son muy variadas, muchas de ellas comprensibles y hasta justificables, pero dejemos mejor que sea la Biblia quien nos dé su veredicto sobre tan controversial asunto. Sucede que ante el constante asedio de la debacle económica y el atractivo embrujo de la comodidad, cantidad de madres están renunciando al, entre comillas, indigno trabajo en el hogar. Como consecuencia, el mundo está siendo testigo de la aparición de una nueva generación de niños abandonados a su propia suerte, los cuales están creciendo sin la supervisión ni del padre ni de la madre. Un músico y compositor ha descrito la situación de los hijos abandonados en una canción que ha sacado lágrimas a mucha gente y que justamente lleva por título: ¿Por qué estoy llorando? Una parte de la canción dice así: “¿Dónde están? ¿Dónde se esconden? ¿Adónde se han ido? ¿Por qué estoy llorando? ¿Vale la comodidad más que yo? Nadie está en casa. He llegado de la escuela, hace frío y llueve tanto, como me gustaría ver a mamá cocinando. Pero todo está en silencio, nadie está en casa. No sé por qué lloro, quizá busco un cambio. ¿Vale la comodidad tanto? ¿Vale la pena este dolor que siento a cambio del auto nuevo de papá o la hermosa casa de mamá? Nadie está en casa. Me siento tan solo. Miro por la ventana, veo a mamá llegando. Me seco prontamente las lágrimas para que no me vea llorando. Juego como si estuviera feliz, como si no temiera nada. Pero, ¿por qué estoy temblando? ¿Dónde están? ¿Dónde se esconden? ¿Adónde se han ido? ¿Por qué estoy llorando? ¿Vale la comodidad tanto? Nadie está en casa. Nadie jamás está en casa… Triste y revelador testimonio de la soledad de los niños que se tienen que quedar solos en casa. ¿Qué dice la Biblia ante esta situación? Le invito a abrir su Biblia en el libro de Tito, capítulo 2 versículos 3 a 5. La Biblia dice: “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” Si queremos resolver el problema de millones de niños que están sufriendo la lacerante realidad de vivir solos, tenemos que volver a los principios establecidos en la palabra de Dios para las madres de familia. El apóstol Pablo dice que las mujeres casadas, deben ser cuidadosas de su casa. Esta frase, cuidadosas de su casa, es la traducción de una sola palabra griega compuesta de dos partes. La primera significa: Trabajadora. La segunda significa: En el hogar. Las mujeres casadas deben ser por tanto trabajadoras en el hogar, no en la fábrica o el negocio o la oficina. El énfasis del apóstol está en el hogar como centro de la actividad productiva de la madre de familia. Quizá algunas madres dirán: Pero yo soy una mujer altamente calificada, tengo mi título profesional, ¿cómo voy a desperdiciar mi vida trabajando en mi hogar? Limpiar pisos y lavar platos no concuerda con mi capacidad. Necesito un trabajo que esté acorde con mi preparación académica. El error garrafal de este razonamiento es pensar que el trabajo en el hogar es algo indigno, o algo no apto para una mujer altamente calificada. Lo que tienen que saber las madres que piensan así es que limpiar pisos y lavar platos no es el fin o el propósito máximo de una madre en su hogar. Limpiar pisos y lavar platos es solamente el medio para lograr un fin y un fin sublime. El fin es cultivar vidas de personas, las vidas de los hijos. ¿Podrá haber empresa más importante que moldear la vida de sus tiernos hijos? ¿Sabe una cosa, mi querida amiga oyente? Algún día se acabará todo lo que Usted logre adquirir con el fruto de su trabajo fuera de su hogar, pero la vida de sus hijos no termina jamás, aún después de la muerte. Recuerde que la muerte es simplemente un cambio de residencia. Lo que Usted haga por sus hijos, les será útil ahora y por la eternidad. Qué prefiere: Invertir en algo que dentro de pocos años no tendrá ningún valor o invertir en algo que tiene trascendencia eterna. El trabajo en el hogar, visto a la luz de las implicaciones eternas llega a ser la empresa más digna que toda madre de familia puede emprender. A la luz de la palabra de Dios, por tanto, las esposas deben invertir sus vidas trabajando con amor y dedicación en su hogar, ocupadas en formar vidas que durarán por la eternidad. Este es el plan ideal de Dios. Esto es lo que a Dios le agradaría ver en cada familia auténticamente cristiana. Ahora bien, por otro lado, no es posible cerrar los ojos a la triste realidad en algunos casos de familias. Algunas esposas prácticamente no tienen otra alternativa sino trabajar fuera de su casa. Lo que más desearían muchas de ellas es poder trabajar en sus hogares, criando a sus hijos, pero si lo hacen, ¿De dónde sale el dinero para la renta? ¿de dónde sale el dinero para la comida, el vestido o la educación de los hijos? Quizá son esposas abandonadas de sus maridos o viudas o esposas de maridos que por algún motivo quedaron incapacitados para trabajar. ¿Qué hacer ante esta situación? ¿Debería una esposa así, cruzarse de brazos esperando que del cielo baje lo necesario para satisfacer las necesidades de la familia? No necesariamente. En casos así, en los cuales honestamente delante del Señor no existe manera de cumplir con el ideal de Dios, la madre podría sacrificarse trabajando fuera de su casa y a la vez criando a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor. Pero note amiga oyente que se trata de casos extremos. Casos en los cuales la única salida viable para la supervivencia del hogar es que la madre trabaje fuera de su casa. Pero tristemente en la práctica, el motivo por el cual la mayoría de las madres trabaja fuera de su casa no es porque eso sea absolutamente necesario. El motivo es para incrementar los ingresos del hogar y así poder darse algunos lujos que el mundo ofrece, los cuales serían imposibles de obtenerlos solo con el fruto del trabajo del esposo. Otras veces, el motivo es porque simplemente la esposa no se siente realizada en el hogar y busca afanosamente su realización en el mundo de las finanzas, de la industria, de la investigación. En otras ocasiones es porque la esposa no desea depender del esposo para sus propios gastos. Quiere tener sus propios ingresos para gastar en sus propios deseos. Así no tiene que pedir dinero a su esposo. Con su propio dinero puede hacer lo que a ella le plazca. Para otras, el motivo para trabajar fuera de su casa es una arma para atacar a su esposo. Muchas esposas que trabajan fuera de su casa amenazan a sus maridos diciendo: Puedes irte cuando quieras. No necesito de tu dinero. Yo gano más que tú. De modo que no me haces ningún favor quedándote conmigo. Así como estos, puede haber muchos otros motivos, todos ellos condenados por la palabra de Dios, porque como ya se ha señalado, el ideal de Dios es que las esposas trabajen con dedicación en sus hogares. Si Usted, amiga oyente, es una esposa que trabaja fuera de su casa, debe a la brevedad posible sentarse a solas con Dios y su Palabra y honestamente averiguar el verdadero motivo por el cual está trabajando fuera de su casa. Si la motivación para trabajar fuera de su casa no es válida a la luz de las Escrituras, por el bien de sus hijos, de su familia y por su propio bien, debería optar por volver al modelo de Dios para una madre en su familia. Una madre que trabajó fuera de su casa toda su vida de casada y llegó a amasar una considerable fortuna, sentada al fuego de la chimenea de su fastuosa mansión, sola, porque su esposo había muerto y sus hijos habían crecido y se habían marchado del hogar, escribió las siguientes palabras cargadas de sentimiento: Si tuviera que empezar de nuevo, demostraría más mi amor a mi esposo delante de mis hijos. Me reiría más junto a mis hijos. No tomaría la vida tan en serio. Prestaría más atención a mis hijos, aún al más pequeño. Sería más honesta conmigo misma sobre mis propias debilidades y dejaría de pretender ser perfecta. Oraría diferente por mi familia. En lugar de enfocar mi oración sobre ellos, la enfocaría sobre mí misma. Haría más cosas junto a mis hijos. Felicitaría más y criticaría menos. No desperdiciaría tanto tiempo en mí misma. Oh… si pudiera volver al pasado. En realidad que es corto el tiempo que nosotros como padres podemos disfrutar de nuestros hijos. No cambiemos la primogenitura de moldear a nuestros hijos para la eternidad, por el plato de lentejas de obtener algunos lujos pasajeros.
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