Es motivo de mucho gozo para mí, saludarle en precioso nombre de nuestro Señor Jesucristo. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es el evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de la purificación del templo de Jerusalén.
Gracias David, y gracias a usted amable oyente por su sintonía. En nuestro estudio último, analizamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. En ese evento, Jesús se mostró como profeta cuando anunció de antemano lo que dos de sus discípulos encontrarían en una aldea, en relación con obtener el pollino de asna sobre el cual debía entrar a Jerusalén. Jesús se mostró como rey cuando recibió el trato que la sociedad judía daba a los reyes en esa época. Lo que falta es que Jesús se muestre como sacerdote. Eso justamente es lo que pasó cuando Jesús llegó al templo de Jerusalén. Dicho esto, si tiene una Biblia, ábrala en Mateo capítulo 21 versículos 12 a 17. Montado sobre el pollino de asna y rodeado por una multitud eufórica, Jesús se dirigió al centro de la vida religiosa de la nación, me refiero al templo de Jerusalén. Lo que contempló Jesús allí fue algo indignante. Veamos de qué se trata. Permítame leer el texto en Mateo 21:12. La Biblia dice: Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
Para entender mejor lo debió haber pasado, me gustaría dar una breve explicación sobre como estaba constituido el templo de Jerusalén. En esencia, el templo de Jerusalén estaba dividido en áreas o, para usar la palabra técnica, atrios. El atrio más exterior se llamaba el atrio de los gentiles, no había ninguna restricción a este atrio. Podía estar en él cualquier tipo de persona. Es en este atrio donde Jesús vio a los mercaderes religiosos. Luego, a través de varias puertas se ingresaba a lo que se llamaba el atrio de las mujeres. El acceso a este atrio estaba prohibido a los gentiles. En esta parte del templo podían estar solamente los judíos, tanto hombres como mujeres. Después, también a través de varias puertas se ingresaba a lo que se conocía como el atrio de Israel. A este atrio podían entrar solamente los varones judíos, no las mujeres. Más hacia adentro, a través de una puerta de ingresaba al atrio de los sacerdotes. Este atrio estaba reservado solamente para los sacerdotes. Más al interior, se entraba al lugar santo. A este lugar entraban solamente los sacerdotes que por suerte tenían que hacer su oficio. Finalmente separado por una pesada cortina, estaba el área más interna, se le conocía como el lugar santísimo, al cual podía entras solamente el sumo sacerdote y eso una vez por año, y tenía que salir tan pronto cumplía con el rito establecido por la ley de Moisés. Así que, Jesús debe haber llegado al atrio de los gentiles. Ese lugar debe haber sido un hervidero de gente. Mateo relata que allí estaban los que vendían y compraban, digamos la gente dedicada al comercio de artículos religiosos. También estaban los cambistas, que sentados ante sus mesas se dedicaban al cambio de monedas. La moneda de uso corriente tenía que ser cambiada por el antiguo siclo hebreo o tirio, la cual era de un determinado peso y sin tacha. Los sacerdotes del templo no aceptaban cualquier moneda sino sólo la santificada. Esto alentaba el lucrativo negocio de cambio de monedas. También estaban los que vendían palomas, quienes sentados en sus sillas se dedicaban a vender estas aves que se utilizaban en algunos sacrificios en el templo. Seguro que ya se imagina como habrá estado ese lugar cuando Jesús llegó allí. Recuerde que los judíos estaban a días de celebrar la fiesta de la Pascua. El ruido debe haber sido demencial, gente ofreciendo sus productos a voz en cuello, gente regateando, gente hablando en diferentes dialectos. Pero el ruido no era el único problema. Los olores deben haber sido nauseabundos. Qué triste panorama. ¿Sabe una cosa, amable oyente? Desde el mismo momento que nació la religión nació también el lucrativo negocio alrededor de la religión. Tanto en el pasado como en el presente el hombre se las ingenia para aprovechar del fervor religioso de la gente y montar prósperos negocios. No es necesario que yo le diga como se lucra con la religión hoy en día. Usted lo sabe muy bien. Esto es lo que encontró Jesús en el templo de Jerusalén. ¿Qué es lo que hizo Jesús? Dice el texto que comenzó por echar fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Después volcó las mesas de los cambistas y por último volcó las sillas de los que vendían palomas. Admiro la manera frontal de tratar este asunto por parte de Jesús. Nada pudo hacer la multitud para evitar que Jesús cumpla con su propósito de eliminar esa lacra en el templo de Dios. Los historiadores afirman que el ex sumo sacerdote Anás y sus hijos eran los que manejaban este corrupto negocio. Admiro también la dureza del corazón del hombre. No es la primera vez que Jesús purificó el templo de Jerusalén de esta manera radical. Lo hizo al comienzo de su ministerio público, como tres años antes, según lo que relata Juan en su Evangelio, pero los judíos no aprendieron la lección y al concluir su ministerio público, Jesús tuvo que purificar el templo nuevamente de la misma manera. Los directamente involucrados deben haberse quedado con la boca abierta. Era necesario que Jesús provea de una explicación a lo que había pasado. La explicación no se hizo esperar. Note lo que tenemos en Mateo 21:13. La Biblia dice: y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
El propósito del atrio de los gentiles en el templo de Jerusalén era dar una oportunidad a los gentiles para conocer a Jehová el Dios de Israel, pero la presencia de este mercado religioso, hacía más bien que los gentiles no quieran saber nada de Jehová el Dios de Israel. Cuando Jesús llama al templo: Mi casa, está afirmando que es Dios. Cuando habla de que el templo debe ser llamado casa de oración, está citando lo que aparece en Isaías 56:7. Todo el capítulo 65 de Isaías es una denuncia por la infidelidad de los líderes de Israel. Cuando Jesús dijo que los judíos de su tiempo habían convertido el templo de Jerusalén en una cueva de ladrones, está usando una cita de Jeremías 7:11 lo cual es parte de un largo mensaje que Jeremías pronunció en la puerta del templo, confrontando a la gente por los mismos males que Jesús estaba viendo en su tiempo. Pero hay otra razón para que Jesús use la frase cueva de ladrones. El lugar donde se esconden los ladrones es una cueva. Los líderes religiosos de Israel y también la gente común, estaban usando el templo y la religión judaica para esconder todos los pecados que estaban cometiendo. Una vez que el templo fue purificado, sucedió algo muy interesante. Observe lo que relata Mateo en el capítulo 21 versículo 14. La Biblia dice: Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.
Ahora el atrio de los gentiles estaba cumpliendo con el papel que Dios siempre tuvo en mente. Hasta allá podían llegar los ciegos y los cojos. No podían ir más adentro en el templo. Pero en ese lugar, Jesús los sanó para dar un poderoso testimonio al mundo, en cuanto al Dios de Israel. Esto debió haber motivado a la gente que acompañaba a Jesús, muchos de ellos niños, a gritar con más fuerza: Hosanna al Hijo de David. Salva ahora, Hijo de David. Esto fue el colmo para los principales sacerdotes y los escribas. Veamos qué es lo que hicieron. Leo en Mateo 21:15 hasta la primera parte del versículo 16. La Biblia dice: Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen?
Jesús tocó dos cosas importantes para los principales sacerdotes y los escribas. Tocó sus bolsillos y su orgullo. Viendo las maravillas que hacía Jesús y oyendo el clamor de los niños cuando gritaban: Hosanna al Hijo de David, se llenaron de ira o se indignaron y acercándose a Jesús le increparon diciéndole: ¿Oyes lo que éstos dicen? Veamos cuál fue la respuesta de Jesús. Se encuentra en Mateo 21, segunda parte del versículo 16. La Biblia dice: Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman. Perfeccionaste la alabanza?
Cuando los principales sacerdotes y los escribas oyeron a los niños clamar: Hosanna al Hijo de David, se ofendieron mucho, pero Jesús cita textualmente del Salmo 8:2, para mostrar que el mismo Antiguo Testamento que los principales sacerdotes y los escribas decían respetar, afirmaba que los niños y los que maman iban a ofrecer una alabanza perfecta al Cristo, al Mesías de Israel. Con esto Jesús les dejó con la boca cerrada. El pasaje concluye mostrando la manera como Jesús terminó ese día tan especial. Mateo 21:17 dice: Y dejándolos, salió fuera de la ciudad a Betania, y posó allí.
Jesús no quería perder más tiempo con gente que no quería saber nada de él. Salió del templo, salió de Jerusalén y se fue a Betania, seguramente a la casa de Lázaro, Marta y María y se hospedó allí. Hoy en día Dios no habita en templos hechos de hombres. La vida del creyente es el templo de Dios. Como tal, cuidado amable oyente de hacer de su vida una cueva de ladrones. Viva en santidad, haciendo conocer al mundo a Dios a quien lleva dentro y recibirá recompensa de Dios.
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