Es muy grato saludarle amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. En esta oportunidad estudiaremos la reprensión del Señor Jesús a un principal de la sinagoga por su hipocresía religiosa.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 13:10-21. Lo primero que vamos a notar es el lugar del evento. Lucas 13:10 dice: Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo;
Mientras estaba en camino a Jerusalén con sus discípulos, como buen judío, conforme a su costumbre, el Señor Jesús asistió a una sinagoga, el lugar donde los judíos se congregaban para aprender sobre la Ley, para adorar y alabar a Dios y para tener comunión unos con otros. A esas alturas de su ministerio, el Señor Jesús era reconocido y admirado por su enseñanza. Era natural por tanto que le den la oportunidad de enseñar en la sinagoga. En segundo lugar, tenemos el relato del evento. Lucas 13:11-13 dice: y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.
Luk 13:12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad.
Luk 13:13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios.
En su providencia, Dios permitió que justo el día de reposo que el Señor Jesús estaba enseñando en la sinagoga, esté en ese mismo lugar una mujer agobiada por lo que Lucas llama espíritu de enfermedad. La condición física de esta mujer era deplorable. Parece que la enfermedad había atrofiado gravemente su columna vertebral, de modo que la mujer tenía que andar encorvada. Lucas dice que en ninguna manera se podía enderezar. Como buen médico que era, Lucas provee de un detalle interesante. Dice que la mujer padecía de esta enfermedad desde hace dieciocho años. ¿Se imagina? Dieciocho años de tener que vivir encorvada. Pero a pesar de lo doloroso de esta condición, parece que la mujer nunca se rindió y siempre esperó que en algún momento sea sanada de su enfermedad. Por eso tenía la costumbre de asistir a la sinagoga cada día de reposo. Pues, la oportunidad que por dieciocho años había esperado llegó aquel día cuando el Señor Jesús estaba enseñando en la sinagoga. Dice el relato que el Señor Jesús vio a la mujer encorvada y la llamó. Esto debe haber sido impactante. A lo mejor en medio de su enseñanza, el Señor Jesús clavó su escrutadora mirada sobre esta pobre mujer, sin que ella lo haya buscado. El Señor Jesús buscó a ella, ella no buscó al Señor Jesús. Lo mismo pasa con nosotros pecadores. Dios nos busca, nosotros no buscamos a Dios. Deteniendo su enseñanza, el Señor Jesús, no sólo miró a la mujer encorvada, sino que la llamó. Eso hizo Dios con nosotros pecadores. Nos miró y nos llamó. La mujer encorvada debe haber dejado su lugar donde estaba y debe haberse acercado al Señor Jesús. El pecador también necesita dejar su lugar en el fango del pecado y responder al llamado de Dios. Al estar junto al Señor Jesús, la mujer encorvada escuchó su dulce voz: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Acto seguido, la mujer sintió que el Señor Jesús la tocó con sus manos, y ¡Oh milagro! Al instante, por primera vez en dieciocho años, la mujer pudo enderezarse. Su atrofiada y encorvada columna se puso erguida. Lo único que hizo la mujer es lo único que podía hacer: Glorificar a Dios. La mujer entendía que quien había obrado este milagro era Dios mismo en la persona del Señor Jesús. Algo parecido, guardando las distancias, ocurre cuando un pecador responde al llamado de Dios y reconociendo su pecado recibe a Cristo como Salvador. Al instante el pecador queda libre de peso de su pecado que le tenía encorvado, y se endereza, libre ya de la culpa y del castigo del pecado. En tercer lugar, tenemos la nota discordante. No sólo la mujer glorificaba a Dios por el milagro, sino también la mayoría de la gente en la sinagoga. Digo la mayoría de la gente, porque había algunos que estaban en extremo enojados. Uno de ellos era el principal de la sinagoga. Muy probablemente era un judío respetable, tal vez un fariseo, quien se creía justo delante de Dios porque, según él, guardaba al pie de la letra toda la tradición judía que había recibido de sus antepasados. Note lo que dice Lucas 13:14 Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo,[b] dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo
Observe que este versículo comienza con la preposición “pero” Esto es para mostrar un contraste. La mujer que había sido sanada y muchos otros estaban glorificando a Dios, pero el principal de la sinagoga y tal vez algunos otros, se llenaron de enojo. La causa del enojo era porque según él, el Señor Jesús había violado la tradición judía para el día de reposo. Para este principal de la sinagoga, era más importante ceñirse a su hueca tradición, que hacer libre a una mujer que por dieciocho años vivió encorvada. No le importaba en absoluto la gente sino la tradición. El principal de la sinagoga muestra la bajeza de su carácter, cuando no se atreve a desfogar su enojo sobre el Señor Jesús, sino sobre la gente que estaba en la sinagoga. Fue como algunos predicadores en algunas iglesias, los cuales cuando no tienen el valor para hablar de frente con alguien por algún problema lo hacen lanzando indirectas desde el púlpito mientras predican. Esto es lo que hizo el principal de la sinagoga. Rodeándose de un aire de falsa piedad arengó a la gente diciendo: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues venid y sed sanados, y no en día de reposo. Era una indirecta en contra del Señor Jesús. El lenguaje de los hipócritas. En cuarto lugar tenemos la respuesta del Señor Jesús al principal de la sinagoga. Lucas 13:15-16 dice: Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo[d] su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
Luk 13:16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?[e]
El Señor Jesús no necesitó usar indirectas para confrontar al principal de la sinagoga. Mirándole directamente a los ojos, le dijo: Hipócrita. Esto significa un actor, alguien que esconde su verdadera identidad detrás de una máscara. El principal de la sinagoga escondía su bajeza de carácter detrás de una máscara de piedad. Acto seguido, el Señor Jesús desenmascara al líder de la sinagoga. Le hace notar que estaba tratando a los animales mucho mejor que a la pobre mujer encorvada. El argumento del Señor Jesús va de lo menor a lo mayor. ¿Si Dios permite desatar a los animales sedientos para que tomen agua en un día de reposo, será posible que impida que se ayude de alguna manera a criaturas creadas a imagen de Dios en un día de reposo? Por supuesto que no. Cualquier tradición que impida que ayudemos a otros no proviene de Dios. El principal de la sinagoga estaba usando la tradición como excusa para no ayudar a otros. Con este razonamiento, ¿acaso no era lícito desatar de su ligadura a la mujer encorvada en un día de reposo? Por supuesto que sí. Por eso el Señor Jesús lo hizo. En quinto lugar, tenemos la reacción de la gente en la sinagoga una vez que oyeron la enseñanza del Señor Jesús. Lucas 13:17 dice: Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.
La enseñanza del Señor Jesús fue tan contundente que todos los que antes estaban enojados contra él en la sinagoga terminaron avergonzados. Por su parte, el pueblo no cabía de regocijo por todas las cosas que hacía el Señor Jesús. Antes de salir de la sinagoga, por medio de dos parábolas, el Señor Jesús presenta una imagen de cómo va a ser el reino de Dios una vez que él salga de este mundo. La primera parábola aparece en Lucas 13:18-19. La Biblia dice: Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?
Luk 13:19 Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.
El grano de mostaza es una semilla muy pequeña, pero cuando se la siembra, brota y crece y llega a ser un árbol grande, tan grande que en sus ramas hacen nidos las aves de los cielos. Así va a ser el reino de Dios entre la primera y la segunda venida de Cristo. Va a comenzar como algo pequeño, pero va a crecer sin medida, pero no se debe confundir ese crecimiento con espiritualidad. Las aves de los cielos haciendo nidos en las ramas del árbol de mostaza simboliza que Satanás hará su parte para corromper la doctrina. Lo cual se ve hoy en día en el reino de Dios. La segunda parábola aparece en Lucas 13:20-21. La Biblia dice: Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios?
Luk 13:21 Es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado.
La levadura simboliza el pecado. Sólo hace falta una poco de levadura para leudar o fermentar toda la masa. Así será el reino de Dios entre la primera y la segunda venida de Cristo. Tendrá una apariencia de ser enorme, pero en realidad será como masa inflada por levadura, el pecado en su interior hará que crezca sin medida, pero estará enferma de pecado por dentro, tal como se lo ve en la actualidad.
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