Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. Es un estudio en el libro de Hechos, en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por el Espíritu Santo. Pedro y Juan fueron impedidos de proclamar el Evangelio de Jesucristo por el Sanedrín, la máxima autoridad del judaísmo. Como era de esperarse, Pedro y Juan respondieron al Sanedrín diciendo: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios. Acto seguido, comunicaron al Sanedrín su determinación a seguir proclamando el Evangelio. Simplemente dijeron: No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. El Sanedrín entonces les amenazó y les soltó, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por el milagro que se había hecho al sanar a un cojo de nacimiento que tenía más de cuarenta años. Una vez libres, Pedro y Juan fueron a la congregación y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. ¿Qué hizo la iglesia al saber del asunto? Pues hizo dos cosas. Primero orar. Esto fue lo que analizamos en nuestro estudio bíblico último. Segundo, mostrar. Esto será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy. Si tiene una Biblia, ábrala en Hechos 4: 32-37.
II. Satanás diseña la persecución para destruir a la iglesia, pero Dios utiliza la persecución para fortalecer a la iglesia. Esto se hace evidente en este pasaje bíblico. Después de orar, en medio de la persecución, la iglesia mostró al mundo lo que Dios estaba haciendo en medio de ella. Esto es digno de notarse con cuidado. Está bien orar ante la persecución, pero no es todo lo que se debe hacer. Además de orar es necesario mostrar la unidad en la iglesia. Esta unidad se manifestaba de diversas maneras. La primera era por medio de la unanimidad. Hechos 4:32 en su primera parte dice: Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma
No hay nada mejor ante la adversidad que presentar un frente común, sin divisiones por parte de la iglesia. Nuestro texto dice que la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Puede ser que los creyentes no tenían el mismo parecer sobre determinado asunto, pero nadie se esforzaba por hacer prevalecer sus propios puntos de vista, sino que todos estaban dispuestos a ceder en sus puntos de vista y con gusto aceptaban el punto de vista de los demás. El resultado era maravilloso, Lucas, el escritor del libro de los Hechos dice que toda la iglesia, más de 5,000 creyentes eran de un corazón y un alma. Esto nos produce una sana envidia, ¿verdad? Especialmente cuando vemos en nuestras iglesias el fraccionamiento, la división, la rivalidad, por el hecho que hay algunos que jamás ceden en su posición y siempre quieren imponer sus criterios. Ante la adversidad es vital mantener la unanimidad en la iglesia. La segunda manifestación de la unidad era la búsqueda de satisfacer la necesidad material de cada creyente. Hechos 4:32 en su segunda parte dice: y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
En sus inicios, la iglesia tenía un concepto adecuado de la mayordomía. Por eso dice el texto que ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía. Esto es muy fácil decir, pero terriblemente difícil practicar. Los creyentes de la iglesia primitiva tenían claro en su mente el concepto que todo pertenece a Dios y que nosotros somos solamente mayordomos de los bienes que son de él. Esta forma de pensar en los creyentes de la iglesia primitiva, les condujo a tener todas las cosas en común. ¿Qué significa esto? Pues que como cada creyente no decía ser suyo propio nada de lo que poseía, voluntariamente ponía a disposición de la iglesia cualquier bien que estaba a su cuidado. En esto participaban todos, es decir que no había quienes sólo recibían y nunca daban ni quienes sólo daban y nunca recibían. El resultado de todo esto es que en la iglesia había igualdad. Nadie tenía más que los demás y nadie tenía menos que los demás. Saltémonos momentáneamente el versículo 33 y notemos lo que dicen los versículos 34 y 35 sobre la igualdad dentro de la iglesia. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
Qué maravilla, ¿no le parece? Una iglesia en la cual no había entre ellos ningún necesitado. Parece un sueño. ¿Qué tal una iglesia así hoy en día? Sería una sensación en un mundo en el cual cada uno busca lo suyo sin preocuparse en absoluto por los demás, aún dentro de la iglesia. Dios por medio de su Espíritu afectó no sólo la mente de los creyentes sino también el bolsillo de los creyentes, porque todos, note esto, todos los que poseían heredades, o propiedades, o casas, las vendían y todo el producto de la venta lo traían a la iglesia local en Jerusalén. Estos creyentes entendieron muy bien que Dios confía sus bienes a los creyentes, no para que los creyentes abusen de ellos, utilizándolos para satisfacer su ego, sino para que los creyentes lo utilicen para beneficio de la congregación. El dinero era puesto a los pies de los apóstoles. Esto significa que los apóstoles administraban los fondos de la iglesia local. Tiempo después, los apóstoles delegaron a otros creyentes esta responsabilidad. Con la sabiduría que viene de Dios, los apóstoles repartían los fondos a cada uno según su necesidad. La tercera forma de mostrar la unidad en la iglesia en Jerusalén era mediante la proclamación de un solo mensaje. Hechos 4:33 dice: Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
Los apóstoles tenían un solo mensaje para comunicar. No había varias trompetas dando cada una un sonido diferente al punto de confundir a la gente que les escuchaba. Con gran poder, es decir con el acompañamiento de señales y prodigios, los apóstoles proclamaban el nombre del Señor Jesús, mostrando que él es el Cristo, el Mesías de Israel, quien murió y resucitó de entre los muertos. De esta manera, los apóstoles se ganaron el cariño y el aprecio tanto de los creyentes como de los incrédulos. A esto se refiere el texto cuando dice que abundante gracia era sobre todos ellos. Cuando una iglesia está cumpliendo con el propósito que Dios le ha encomendado, va a despertar la simpatía no sólo de los creyentes sino también de la comunidad incrédula. Los líderes del pueblo de Israel estaban en contra de los apóstoles y de la iglesia de Cristo, pero el pueblo en general veía con buenos ojos a los apóstoles y a la iglesia de Cristo. El pasaje bíblico termina identificando a un varón que fue un buen ejemplo de generosidad en su dar al Señor, lo cual fue el origen de un grave incidente que sucedió a continuación y que se lo trata en el capítulo 5 de Hechos, lo cual será tema de estudio de nuestro próximo estudio bíblico. Note lo que dice Hechos 4:36-37 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,
como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.
El varón se llamaba José, nombre que significa exaltado o el que perdona, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, que significa Hijo de consolación, tal vez por el notorio énfasis que tenía en ser una fuente de consuelo, de ánimo de empuje en la naciente iglesia. Este varón nació en Chipre una isla en el Mar Mediterráneo, de padres hebreos, de la tribu de Leví. En Chipre, Bernabé era dueño de una propiedad, y sin que nadie le obligue o le manipule, Bernabé vendió su propiedad y trajo todo el producto de la venta a la iglesia en Jerusalén y lo puso a los pies de los apóstoles para que ellos lo distribuyan entre los necesitados. Esto debe haber sido muy notorio para todos los creyentes, para los incrédulos y ciertamente también para Satanás, porque de aquí parte un grave pecado que cometió una pareja, como se verá más adelante.
III. Conclusión. Ante la adversidad, no hay mejor cosa que orar y mostrar unidad. Que el Señor nos guía a imitar el ejemplo.
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