Qué bendición saludarle amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda epístola de Pablo a los Corintios en la serie titulada: El legado de un siervo de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a ver que un siervo de Jesucristo mantiene puro el evangelio de Jesucristo.
Demos gracias a Dios por el privilegio de abrir su palabra y examinar su contenido para nuestro crecimiento espiritual. Nos corresponde estudiar la primera parte del capítulo 3 de 2 Corintios. 2 Corintios 3:1-6. En este pasaje bíblico encontramos al siervo de Jesucristo dejándonos como legado el compromiso de mantener puro el evangelio de Jesucristo. Como antecedente, es necesario tomar en cuenta que casi tan pronto que Pablo salió de Corinto, entraron a la iglesia en Corinto lobos rapaces vestidos de ovejas, quienes predicaban un evangelio adulterado, a estos se refirió Pablo como los que medran falsificando la palabra de Dios en 2 Corintios 2:17. A estos falsos maestros se les conoce como los judaizantes, quienes enseñaban que para ser salvos es necesario recibir al Señor Jesucristo como Salvador y además guardar la ley de Moisés. Enseñaban también que todo creyente se perfecciona en la fe por medio de someterse a la ley de Moisés. Se trataba de un evangelio de legalismo. Este evangelio apela a la humana naturaleza de congraciarse con Dios por medio del cumplimiento de preceptos y mandatos y de esta manera desecha el plan de Dios según el cual la única forma de tener comunión con Dios es mediante la fe en la persona y obra de su amado Hijo el Señor Jesucristo. Para que el evangelio adulterado de estos falsos maestros pueda ser bien recibido por los creyentes de Corinto, era necesario quitar de en medio a Pablo, y por eso, estos lobos vestidos de ovejas, emprendieron una agresiva campaña para desacreditar a Pablo poniendo en duda tanto su apostolado como su carácter. Una de las tácticas que utilizaron se relaciona con la costumbre de usar cartas de recomendación cuando un creyente, por alguna razón legítima, tenía que salir de una iglesia local en determinado lugar para congregarse en otra iglesia local en un lugar diferente. La carta de recomendación era la manera como un creyente podía ser recibido con confianza en determinada iglesia local. Los falsos maestros que llegaron a Corinto deben haber traído consigo hermosas cartas de recomendación emitidas por personas de importancia de la iglesia en Jerusalén y de una manera jactanciosa tal vez decían algo como esto: Miren quien nos recomienda a nosotros y ese tal Pablo que dice ser apóstol, no le recomienda nadie, porque no tiene ninguna carta de recomendación. Veamos pues como Pablo contrarresta esta táctica de los judaizantes. 2 Corintios 3:1-3 dice: ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de parte de vosotros?
2Co 3:2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres,
2Co 3:3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por nosotros, no escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones humanos.
Con una sutil ironía, Pablo hace dos preguntas retóricas que obligan a una respuesta negativa. ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? La respuesta es negativa porque Pablo y los suyos no tenían ninguna necesidad de recomendarse ellos mismos, por cuanto eran demasiadamente bien conocidos por la iglesia en Corinto. Total, fueron ellos los que llevaron el evangelio a esa populosa ciudad. ¿O acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de parte de vosotros? Nuevamente aquí, la respuesta es negativa. Pablo no era como los falsos maestros que dependían tanto de sus famosas cartas de recomendación. Pablo no necesitaba que alguien le recomiende para ser recibido por los creyentes corintios y tampoco necesitaba que los creyentes corintios le recomienden para ser recibido en alguna otra iglesia. Pablo contaba con algo mucho más valioso que un documento escrito por algún ser humano. Pablo por tanto dice: Vosotros sois nuestra carta. No se trataba de una carta de recomendación escrita en pergamino, o en piel, o en lo que sea, sino una carta de recomendación escrita en los corazones de Pablo y los suyos. Esto habla de lo mucho que significaban los creyentes Corintios para Pablo y los suyos. Los tenían en el corazón. Pero además Pablo dice que esta carta de recomendación podía ser conocida y leída por todos los hombres. ¿A qué se refiere? Pues a los cambios que produjo el mensaje del evangelio predicado por Pablo en las vidas de los creyentes corintios. El evangelio produjo en ellos un cambio espiritual, de muertos espiritualmente a vivos espiritualmente, pero también un cambio de conducta, un cambio en su estilo de vida. Las vidas transformadas de los creyentes corintios eran como una carta abierta que podía ser vista y leída por todos los hombres, como un testimonio de la integridad de Pablo y la veracidad de su mensaje. Esto manifiesta que los creyentes corintios son carta de Cristo, expedida, o redactada por Pablo y sus colaboradores. Los falsos maestros podían tener lindas cartas de recomendación, escritas por hombres, pero Pablo tenía la carta de recomendación de Cristo, esto se refiere a la transformación que Cristo efectuó en la vida de los creyentes corintios. Pablo y sus colaboradores fueron el instrumento para esta obra maravillosa del Señor Jesucristo. Esta carta de Cristo no ha sido escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo. Se trata de carta viviente no un trozo de pergamino o piel con algo escrito con tinta. Es una carta escrita no en tablas de piedra, como sucedió con los diez mandamientos, sino una carta escrita en tablas de carne del corazón, algo que solamente el poder del Espíritu del Dios vivo podría hacerlo. Pablo y sus colaboradores fueron solamente un instrumento en la mano de Dios en esta obra de transformación de los creyentes en Corinto. De esto se ocupa 2 Corintios 3:4-6. La Biblia dice: Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios;
2Co 3:5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios,
2Co 3:6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Lo que Pablo está diciendo parte de la confianza que delante de Dios tenía por medio de Cristo. Pablo es muy claro al dar todo el crédito a Dios. Por eso dice que no es que se siente competente en sí mismo, como para pensar que todo lo logrado es por su propio mérito, sino que su competencia proviene de Dios. Qué gran legado de un siervo de Jesucristo. Hoy en día existen muchos siervos de Jesucristo, entre comillas, que henchidos de orgullo se atribuyen a ellos mismos los logros, supuestos o reales, en la obra del Señor. Cuan diferente fue Pablo quien pudo decir: No soy competente en mí mismo para hacer lo que Dios me ha encomendado, pero Dios que mora en mí mediante su Santo Espíritu, me ha capacitado para hacerlo. Esto abre la puerta para que Pablo se explaye en cuanto a los beneficios del nuevo pacto, que son infinitamente superiores a los beneficios del antiguo pacto. El nuevo pacto tiene que ver con el perdón de pecados por medio de la muerte del Señor Jesucristo. Dentro de este nuevo pacto, Dios ha hecho competentes a sus ministros. La palabra ministros es la traducción de la palabra griega “diáconos” que significa un sirviente. Pablo y sus colaboradores se veían a sí mismos solamente como sirvientes competentes o capacitados por Dios mismo. No había por tanto ninguna razón para jactarse de lo que hacía en la obra del Señor. El antiguo pacto se basaba en la letra, lo que Dios entregó al pueblo de Israel por medio de Moisés. En esencia se trataba de lo que Dios demandaba de todo pecador para poder tener comunión con él. Pero la triste realidad es que nadie podía cumplir con todo lo que Dios demandaba en el antiguo pacto y por eso, todo ser humano quedaba condenado por la ley. El castigo era la muerte. Por eso dice el texto que la letra mata. Por contraste, el nuevo pacto es un pacto del espíritu. Es un pacto que se basa en la muerte del Señor Jesucristo en la cruz, y que todo aquel que cree en Él y lo recibe como Salvador, es hecho una nueva criatura, un nuevo ser, con una nueva mente para conocer a Dios, con un nuevo corazón para amar a Dios y con una nueva voluntad para obedecer a Dios. Por eso dice Pablo que el espíritu vivifica o produce vida eterna. Los falsos maestros estaban tan entusiasmados con cumplir y hacer cumplir cosas del antiguo pacto, pero lo único que estaban logrando es hundir más en condenación al pecador. Pablo en cambio predicaba ese mensaje de salvación por la sola fe en Cristo, mensaje que garantizaba vida eterna para el pecador que cree.
Con el arrebatamiento de la iglesia, ¿Sé ira también el Espíritu Santo? Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrará la respuesta a esta inquietud. Además puede hacernos llegar sus consultas y sugerencias y por supuesto escuchar nuevamente el programa de hoy. Le recuerdo nuestra dirección: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga grandemente.
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