Es muy grato saludarle amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda carta de Pablo a los Corintios, en la serie que lleva por título: El legado de un siervo de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a ver que un siervo de Jesucristo se preocupa por la restauración de los creyentes que caen en pecado.
Que bendición es tener la Biblia al alcance de la mano, amable oyente. En ella encontramos todo lo que necesitamos saber para vivir una vida agradable delante de Dios. ¿Ha invertido algo de su tiempo en este día en la palabra de Dios? Es la única manera de crecer espiritualmente. Abramos pues nuestras Biblias en 2 Corintios 2:5-11. Lo primero que tenemos en este pasaje bíblico es el efecto del pecado de un creyente en una iglesia. 2 Corintios 2:5 dice: Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.
Pablo no especifica a quien se refiere ese texto. Por este motivo se asume, con algo de seguridad, que se trata de aquel creyente en la iglesia en Corinto, quien cometió un horrendo pecado de índole moral, sobre lo cual nos habla 1 Corintios 5:1 donde dice: De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
Si se trata de este creyente en particular o cualquier creyente en general, el pecado siempre tiene un efecto negativo. Quien más es afectado es Dios, luego el creyente que comete el pecado, después los ancianos, obispos o pastores de la iglesia local donde ese creyente se congrega, tal es el caso de Pablo quien dice que el pecado cometido por ese creyente le ha causado tristeza, finalmente el pecado afecta negativamente a la iglesia local toda, tal vez comenzando por la familia del creyente en pecado y luego a todos los demás creyentes. Por eso Pablo dice que el creyente en pecado ha causado tristeza no sólo a Pablo sino en cierto modo, por no exagerar, a todos los creyentes en la iglesia local en Corinto. Tal vez usted estará pensando que solamente el pecado de índole moral podría tener este efecto tan devastador, pero no es así, porque todo pecado produce ese efecto negativo en mayor o menor grado. Esta es una de las muchas caras feas del pecado que no se hacen evidentes sino después que se lo comete. En segundo lugar tenemos lo que se debe hacer cuando un creyente cae en pecado. 2 Corintios 2:6 dice: Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;
La iglesia en Corinto no confrontó a ese creyente que había pecado y por eso Pablo les exhortó y les conminó a implementar una medida extrema de disciplina, la excomunión, lo cual significa separar de la comunión de los santos a un creyente que se resiste a abandonar el pecado. Note lo que dice 1 Corintios 5:2-5 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
1Co 5:3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
1Co 5:4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo,
1Co 5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
Hasta donde se puede discernir, la iglesia en Corinto reconoció su error y se sometió al mandato de Pablo. El creyente en pecado fue separado de la comunión, como medida de disciplina. Esta acción por parte de la iglesia no fue para dañar al creyente en pecado, sino para buscar su restauración. Toda medida de disciplina tiene como propósito restaurar al pecador. Todo esto parece que fue el antecedente para lo que Pablo escribió en 2 Corintios 2:6 cuando dice: Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos. Todo parece indicar que el creyente en pecado, una vez separado de la comunión de los santos como medida extrema de disciplina, reconoció su falta, confesó su pecado y se separó del mismo. Esto nos lleva de vuelta a 2 Corintios 2, esta vez en el versículo 7 en donde Pablo manda que el creyente arrepentido y restaurado sea recibido de regreso en la comunión de los santos. En tercer lugar tenemos entonces lo que se debe hacer cuando un creyente se arrepiente y se aparta del pecado. 2 Corintios 2:7-8 dice: así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.
2Co 2:8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.
Parece que la iglesia en Corinto se resistía a perdonar a quien hizo algo tan grave, pero que se arrepintió y se apartó de su pecado. Por eso Pablo dice: Al contrario. Al contrario ¿qué? Pues ese creyente que pecó y luego se arrepintió y abandonó su pecado, ha sido perdonado por Dios y a quien Dios ha perdonado, la iglesia local también debe perdonar. El perdón es tan necesario para la armonía en el hogar, en la comunidad, y ciertamente en la iglesia local. Perdonar no es sinónimo de olvidar. El perdón es un compromiso que hacemos con Dios para no tratar al ofensor de la misma manera que él nos trató a nosotros, sino como si la ofensa nunca hubiera existido. Esto es perdón. Pero además de perdonarle, la iglesia debía consolar al creyente que pecó, se arrepintió y se apartó del pecado. Consolar significa ponerse al lado para ayudar. El pecador que está levantándose de su pecado necesita de mucha ayuda de creyentes maduros para volver caminar como lo hacía antes de caer en pecado. Si una iglesia local no perdona al pecador que se arrepiente y se aparta del pecado y si no está dispuesta a consolar, el pecador restaurado corre el riesgo de ser consumido de demasiada tristeza. Para evitar esto, la iglesia local debe confirmar el amor para con él Esto es lo que Pablo ruega a la iglesia en Corinto. Finalmente en cuarto lugar, tenemos la necesidad de que la iglesia local se someta a las instrucciones apostólicas en cuanto al creyente que ha pecado. 2 Corintios 2:9-11 dice: Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo.
2Co 2:10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo,
2Co 2:11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
En la iglesia en Corinto había algunos que se resistían a someterse a la autoridad apostólica de Pablo. Pablo les había pedido que perdonen y consuelen al creyente que se arrepintió y abandonó su pecado. Si la iglesia en Corinto hacía lo que decía Pablo, entonces Pablo podía estar seguro que su autoridad apostólica había sido respetada, pero si la iglesia en Corinto no hacía lo que decía Pablo, entonces Pablo podía estar seguro que su autoridad como apóstol no era reconocida. Pero note que así como Pablo esperaba que la iglesia en Corinto se someta a él, él también estaba dispuesto a someterse a la iglesia en Corinto. Por eso dice: Y al que vosotros perdonáis, yo también. El razonamiento de Pablo se sustenta en que también él, lo que ha perdonado, si algo ha perdonado, por los creyentes de Corinto lo ha hecho en presencia de Cristo. Pablo dice que esta conducta tiene el propósito de no permitir que Satanás gane ventaja alguna sobre los creyentes, por cuanto no ignoramos sus maquinaciones. ¿Qué significa esto? Pues lo que significa es que la falta de perdón bien sea por parte de los líderes de una iglesia local o de los creyentes que se congregan en una iglesia local, es un terreno muy propicio para que Satanás haga mucho daño a la iglesia local. Pablo no quiere dar ninguna ventaja a Satanás en la iglesia. Satanás es como aquel agresivo vendedor puerta a puerta, quien tan pronto se le abre la puerta sólo un poquito, mete inmediatamente el pie para evitar que le cierren la puerta en la cara. La falta de perdón en una iglesia local es como abrir un poquito la puerta a Satanás, el cual, usará todo su poder y astucia para introducirse y causar todo tipo de daño. Pablo dice: Pues no ignoramos sus maquinaciones. La versión NVI traduce el versículo 11 de esta manera: para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas.
Satanás es astuto y mañoso y los creyentes no debemos darle ninguna ventaja para que se aproveche de nosotros. Una de las formas es perdonando al creyente que ha pecado pero lo ha reconocido, lo ha confesado y se ha apartado del pecado. Uno de los muchos legados de Pablo, un apóstol y siervo de Jesucristo, es la necesidad de restaurar al creyente en pecado. Para esto, la Biblia nos deja un práctico modelo.
Y así estamos llegando nuevamente al término de una edición mas de nuestro programa LA BIBLIA DICE… Agradecemos sinceramente a todos los que con sus oraciones y ofrendas hacen posible que sigamos adelante. Pero antes quiero dejar con ustedes la PREGUNTA DEL DÍA. ¿Hay evidencia bíblica para afirmar que el Anticristo será el mismo Satanás en forma humana? Busque la respuesta en nuestra página Web y además conozca todo el material que está a su disposición, la dirección es: labibliadice.org. Bendiciones y le esperamos en nuestra próxima edición.
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