Superioridad del don de profecía con relación al don de lenguas

Damos gracias a Dios por el privilegio que nos brinda de estar junto a usted a través de esta emisora amiga. Bienvenida, bienvenido, al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando la primera epístola de Pablo a los Corintios en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. En esta ocasión, David Logacho nos hablará sobre la superioridad del don de profecía con relación al don de lenguas.

Enceguecidos por su deseo de poseer los dones espirituales más espectaculares y llamativos, los creyentes corintios estaban fascinados con el don de lenguas y procuraban adquirirlo de cualquier manera. Actuaban como niños embelesados por los juguetes que están en las vitrinas de una juguetería. Pablo ya mostró el contraste entre el don de profecía y el don de lenguas. Siguiendo con la misma tónica, ahora va a mostrar la superioridad del don de profecía sobre el don de lenguas. Pablo comienza por establecer lo vacío de usar el don de lenguas sin que haya interpretación. 1 Corintios 14:6 dice: «Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?» Pablo está planteando una situación hipotética para dejar una clara enseñanza. ¿Qué les parece, dice Pablo a los corintios, si de pronto aparezco ante ustedes hablando en un idioma que ninguno de ustedes entiende y no hay nadie que interprete lo que estoy diciendo? ¿De qué serviría algo como esto? La respuesta lógica es: De nada. No tendría ningún provecho. ¿Por qué? Pues porque nadie entiende lo que ha oído. Cuan distinto sería si Pablo hubiera hablado con revelación y ciencia, es decir, consciente de lo que está diciendo, y sobre todo, con profecía y doctrina, es decir en palabras que todos los oyentes pueden entender. Revelación y ciencia tiene que ver con la recepción interna de un mensaje. Profecía y doctrina tiene que ver con la entrega de ese mensaje. En esencia, Pablo está mostrando que para que la iglesia se edifique, es imprescindible que los mensajes se entreguen en un lenguaje comprensible para el que entrega el mensaje y comprensible para quien recibe el mensaje. Luego Pablo utiliza dos ilustraciones para reafirmar lo que ha dicho. La primera se encuentra en 1 Corintios 14:7-9 donde dice: «Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.» Las cosas inanimadas, en este caso instrumentos musicales como la flauta, la cítara y la trompeta, han sido escogidas para dar una lección importante. La cítara es un instrumento musical antiguo, semejante a la lira, pero con caja de resonancia de madera. Tanto la flauta como la cítara tienen su sonido propio y particular. Si una flauta no suena a flauta no se puede distinguir de qué instrumento se trata. Si una cítara no suena a cítara, no se puede distinguir de qué instrumento se trata. De igual manera, si una trompeta que a través de los tonos musicales debe dar determinadas instrucciones a un ejército, sin embargo emite tonos inciertos, ¿Quién va a entender cuáles son esas instrucciones? ¿Qué podemos aprender de esto? Pues algo muy sencillo: A menos que la lengua, pronuncie palabras comprensibles, ¿cómo se sabrá lo que se está diciendo? Será como hablar al aire. Cuando hablamos de lengua, en esta última declaración, nos estamos refiriendo al órgano del habla. La segunda ilustración aparece en 1 Corintios 14:10-12 donde dice: «Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. Así también vosotros, pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.» Esta ilustración tiene que ver con los idiomas. Pablo está diciendo: ¡Quién sabe cuántos idiomas hay en el mundo, pero ninguno carece de sentido! Tan es así que si alguien me habla en un idioma que no sé, yo seré como un extranjero para él y él será como un extranjero para mí. Ahora apliquen esto a su vida, diría Pablo a los creyentes corintios. Ustedes están locos por obtener el don de lenguas, pero no olviden que si no hay quien interprete esas lenguas, será como un extranjero tratando de comunicarse con personas que no hablan su idioma. ¿No sería mejor que se concentren en los dones espirituales que son para edificación de la iglesia? Habiendo dejado en claro que para que la iglesia se edifique, es necesario que lo que se comunica sea entendido por todos, Pablo pasa a aplicar este principio al asunto de la oración y la alabanza de acción de gracias. 1 Corintios 14:13-17 dice: «Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? Pues no sabe lo que has dicho. Porque tú, a la verdad, bien das gracias, pero el otro no es edificado.» Cuando en este pasaje bíblico se habla de lengua extraña, o lengua desconocida, se está refiriendo al genuino don de lenguas, es decir a la capacidad sobrenatural de hablar en un idioma que nunca antes se ha aprendido. El entender lo que alguien habla es tan vital y necesario, que Pablo ordena que el que ha recibido el don de lenguas debe estar permanentemente orando que haya alguien que tenga el don de interpretación de lenguas, para que de esa manera la iglesia sea edificada al entender el mensaje pronunciado en lenguas. De otra manera, no existe forma de edificar a la iglesia. Pablo pone un sencillo ejemplo para ilustrar este hecho. Dice: Miren, si yo oro en una lengua que nadie entiende, ciertamente mi espíritu entenderá lo que estoy orando, pero la gente que está alrededor escuchando no entenderá absolutamente nada. En otras palabras, no habrá ningún fruto del uso del don de lenguas. Lo ideal por tanto, es orar utilizando el espíritu y el entendimiento, en el sentido de que otros que están escuchando entiendan lo que se está diciendo en la oración. Lo mismo se puede decir en cuanto a la alabanza de acción de gracias. Lo ideal es cantar utilizando el espíritu y el entendimiento, en el sentido de que otros que están escuchando entiendan lo que se está diciendo al alabar. Hablando de cantar o de alabar a Dios o de bendecir a Dios, Pablo nos hace una reflexión. Si bendices a Dios en una lengua que otros no la conocen, es decir, si bendices a Dios en tu espíritu solamente, ¿cómo puede quien no es instruido, o quien ocupa lugar de simple oyente, decir «amén» a tu acción de gracias, puesto que no entiende lo que dices? Cuando esto pasa, tú en verdad has dado gracias, pero los demás no han tenido la oportunidad de unirse a ti en la acción de gracias y de esta manera has fracasado en edificar a la iglesia. De todo esto se puede apreciar amigo oyente, lo inútil que es que alguien hable en lenguas sin que haya alguien que las interprete. Sin embargo, esto era la norma en la iglesia de Corinto. Las reuniones de la iglesia local en Corinto se habían transformado en un caos absoluto. Casi todos entraban en una especie de trance o éxtasis y en esas condiciones perdían el control de ellos mismos y emitían todos al mismo tiempo sonidos incoherentes que absolutamente nadie podía entender. En lugar de ser edificada, la iglesia estaba siendo derribada. Tal vez algunos estaban haciendo uso del genuino don de lenguas, aunque de una mala manera, por supuesto, pero a lo mejor la mayoría estaban simplemente imitando para impresionar al resto, o para no desentonar con lo que los demás estaban haciendo. Al mirar esta situación, Pablo no está condenando el don de lenguas sino la manera como los creyentes de Corinto lo estaban usando. Pablo ciertamente tenía el don de lenguas, pero observe con atención lo que dice en 1 Corintios 14:18-19 «Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.» Pablo tenía el don de lenguas y ciertamente lo usaba, pero no para su propio provecho, o para causar confusión y desorden en la iglesia local, sino siempre para la edificación de la iglesia. Por eso, Pablo afirma que en la iglesia prefiere hablar cinco palabras en un idioma conocido por todos, para edificación de la iglesia o para enseñar algo importante a la iglesia, que diez mil palabras en un idioma que nadie conoce. De todo esto se desprende que el don de profecía, o la capacidad sobrenatural de proclamar la palabra de Dios en forma clara y en un idioma conocido por todos, es superior a la capacidad de hablar en un idioma que nunca antes se ha aprendido.

En 1 Timoteo 2:6 se dice que Jesucristo se dio a sí mismo en rescate por todos. Pero Jesucristo mismo decía, según Mateo 15:24 que fue enviado solo a las ovejas perdidas de la casa de Israel. ¿Jesucristo murió por todos o solo por Israel? Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrara la respuesta a esta interrogante y además podrá hacernos llegar sus inquietudes acerca de algún tema de la palabra de Dios, nuestra dirección es labibliadice.org Ha sido un placer estar junto a usted y le esperamos en nuestra próxima edición.

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