El epílogo de la epístola

Saludos cordiales amable oyente. Es motivo de mucho gozo saber que usted está en nuestra sintonía. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Doy gracias al Señor por los amables oyentes que oran por este ministerio y ofrendan para que este ministerio pueda continuar funcionando. Con el estudio bíblico de hoy, concluimos esta serie sobre la primera epístola de Pedro. Vamos a analizar el epílogo de la epístola. Estoy seguro que el material presentado ha sido de mucha bendición para nuestros amables oyentes.

Después de dar toda la honra y la gloria a Dios por las cosas maravillosas que Él mismo ha hecho a favor del hombre pecador. Pedro cierra esta significativa epístola con el epílogo. En el epílogo, que a propósito, se encuentra en 1 Pedro 5:12-14, Pedro nos habla del portador de la carta, del propósito de la carta, de los saludos de la carta y de la despedida de la carta. Tratemos estos asuntos de uno en uno. En primer lugar, el portador de la carta. La primera parte de 1 Pedro 5:12 dice: Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente,
Iniciando el epílogo de su epístola, Pedro da el crédito debido a quien corresponda. Esta práctica debería ser norma común entre el pueblo de Dios. Qué triste que muchas veces recibimos la ayuda o los favores de alguien pero descuidamos dar el reconocimiento adecuando. Bien se ha dicho que la ingratitud es la peor de las lacras humanas. El hermano a quien Pedro está reconociendo, se llamó Silvano, es el mismo personaje de quien se nos habla en Hechos, 2 Corintios, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, donde se lo ve trabajando incansablemente junto a otro gran apóstol, llamado Pablo. Pedro nos deja un excelente testimonio de Silvano cuando dice que lo tiene por hermano fiel. A lo mejor Silvano no se destacaba en predicación o en la exhortación o en la enseñanza bíblica, pero había algo en lo cual se destacaba. Es en la fidelidad. Silvano fue un hermano fiel. Fiel a la palabra de Dios, fiel al Dios de la palabra. Alguien en quien Pedro podía confiar con total seguridad. Este tipo de hombres escasea hoy en día. Por sobre todas las cosas, Dios demanda que sus hijos seamos fieles. Todo lo demás hasta cierto punto, es secundario. Dios puede tolerar que nos falte conocimiento o aún habilidad, pero de ninguna manera puede tolerar la falta de fidelidad. Fue por medio de este hermano fiel que Pedro escribió brevemente a los expatriados de al dispersión. Si algo nos gustase que se escribiera sobre nuestras lápidas cuando nos muramos sería: Aquí yacen los restos de un hermano fiel. En segundo lugar tenemos el propósito de la carta. La segunda parte de 1 Pedro 5:12 dice: amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.
Los creyentes expatriados a causa de su fe en Cristo estaban viviendo en carne propia los horrores de la persecución. A lo mejor, algunos se sentían desanimados al experimentar tan fuerte oposición. Quizá inclusive algunos estaban pensando abandonar su fe en Cristo y volver al mundo. Pedro por tanto amonesta a estos creyentes. La amonestación toma la forma de un testimonio. Pedro, quien había sufrido tanto o más que ellos por la causa de Cristo, les testifica que aunque haya dolor y sufrimiento, aún así, esa es la verdadera gracia de Dios. La verdadera gracia de Dios también tiene su dosis de sufrimiento por causa del nombre de Cristo para el creyente. Este fuego de prueba es necesario porque hace bienaventurado al creyente que lo sufre y es utilizado por Dios para moldear el carácter del que lo sufre. Además, como hemos visto a lo largo de toda esta fascinante carta, la verdadera gracia de Dios, no tiene que ver solamente con otorgar salvación, sino que es una hermosa joya con múltiples caras. Cada cara es un aspecto diferente de la multiforme gracia de Dios. Pedro dijo que había escrito a los expatriados brevemente. Quizá esto de brevemente se refiera a que se necesitaría cualquier cantidad de libros, no sólo cartas, para expresar con propiedad todo lo fastuoso que es la verdadera gracia de Dios Pero note lo que Pedro dice al final del versículo: En la cual estáis. Pedro utiliza el tiempo presente del verbo estar. Esto significa que cada instante, los creyentes expatriados estaban en la verdadera gracia de Dios. Cuando había felicidad, estaban en la verdadera gracia de Dios. Cuando había dolor, estaban en la verdadera gracia de Dios. Cuando estaban sobre este mundo, estaban en la verdadera gracia de Dios. Cuando salieron de este mundo, estaban en la verdadera gracia de Dios. Cuando no había persecución, estaban en la verdadera gracia de Dios. Cuando enfrentaban la persecución, y muchos de ellos murieron como mártires, estaban en la verdadera gracia de Dios. No hay un solo instante cuando salieron de la verdadera gracia de Dios. Quizá usted, amable oyente, en este instante se halle en medio del fuego de la prueba, bien sea por la causa de Cristo o bien sea como consecuencia de su propio pecado. En esas condiciones, tal vez, su fe está flaqueando, pensando si tendrá sentido seguir confiando en Cristo a pesar de todo lo que está pasando. Al igual que Pedro, yo le amonesto amable oyente, en el nombre de Cristo, a reconocer que está en la verdadera gracia de Dios. Esa verdadera gracia de Dios siempre está presente para sostenerle. Así que no se desanime, fortalézcase con el pensamiento que Dios y su gracia infinita está sobre usted ahora y siempre, ya sea en tristeza o felicidad, en pobreza o riqueza, en salud o enfermedad. En tercer lugar, tenemos los saludos de la carta. 1 Pedro 5:13 dice: La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.
Esta frase puede entenderse de diversas maneras. Son saludos que pueden venir de una persona en Babilonia conocida por Pedro y por los receptores de la carta, quien era salva y por tanto elegida juntamente con los expatriados por al causa de Cristo. También esos saludos podrían venir de un grupo de creyentes que se reunían en el nombre de Cristo en un lugar llamado Babilonia, quienes por estar en Cristo, han sido elegidos juntamente con los creyentes expatriados en el Asia Menor. Ambas maneras son posibles, aunque la segunda ha tenido más aceptación entre los intérpretes de la Biblia. En cuanto a Babilonia, puede tratarse de Babilonia, la capital del para ese entonces ya extinto imperio persa, o puede tratarse de otra ciudad llamada también Babilonia en Egipto. Sin embargo, la interpretación más aceptada, toma el nombre Babilonia en un sentido simbólico, para indicar la ciudad de Roma, capital del imperio Romano. Esto no necesariamente está lejos de la verdad, por cuanto en el libro de Apocalipsis aparece nuevamente el nombre Babilonia y sin lugar a dudas se refiera a Roma, la capital del imperio Romano revivido. Sobre Marcos, el criterio unánime de los intérpretes es que se refiere a Juan Marcos, el escritor del segundo evangelio, quien fue un hijo en la fe del apóstol Pedro. En cuarto y último lugar, encontramos la despedida de la carta. 1 Pedro 5:14 dice: Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.
Pedro llega al final de su carta exhortando a los creyentes que se saluden unos a otros de la manera que ellos estaban acostumbrados a saludarse. El saludo en esa época era con el ósculo santo o el ósculo de amor. Parece que el ósculo de amor o el beso de amor, se trataba de un toque suave y rápido de las mejillas de los que estaban saludándose. Los hombres saludaban así con otros hombres y las mujeres con otras mujeres. Nunca entre hombres y mujeres. Aún hoy en día se conserva esta costumbre entre algunos pueblos. Luego de la exhortación, Pedro saca su última perla de su cofre de joyas. Dice: Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Esto por un lado es una exhortación a no tener enemistad entre hermanos en Cristo, pero por otro lado significa que la única manera de lograr paz con Dios y paz entre hermanos es por medio de estar en Jesucristo. Esto de estar en Jesucristo, es resultado de haber recibido a Cristo como Salvador. Hoy en día el mundo busca afanosamente la paz. Pero la paz le es esquiva. La única forma de tener paz en el mundo será cuando todo el mundo reciba la paz que solamente Cristo puede dar. De otra manera el hombre seguirá siendo el lobo del hombre. Pedro dice a todo lo escrito: Amén. Así sea. Nosotros queremos también terminar así nuestro estudio de esta maravillosa epístola. Nuestro corazón se ha agitado al contemplar la hermosura de la verdadera gracia de Dios. Mientras más entendemos lo que es la verdadera gracia de Dios más extasiados quedamos ente su majestuosidad. Que Dios le dé sabiduría para que usted también, amable oyente, pueda admirar la verdadera gracia de Dios.

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