La verdadera gracia de Dios nos capacita para ser humildes

Saludos cordiales amable oyente. Es motivo de mucho gozo saber que usted me
está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Quiero expresar mi gratitud a los amables oyentes que con sus oraciones y ofrendas sostiene este ministerio. Que Dios en su gracia les recompense con abundancia. Estamos estudiando la primera epístola de Pedro. En esta epístola, Pedro nos presenta una hermosa descripción de la verdadera gracia de Dios. En esta ocasión veremos que la verdadera gracia de Dios nos capacita para ser humildes.

Había un hombre que era tan, pero tan humilde, ¡que se sentía orgulloso de su humildad! Es una broma por supuesto, pero tiene algo de verdad. Esto de ser humildes tiene sus complicaciones. Bien se ha dicho que la humildad es esa cualidad del carácter que justo la perdimos el momento que pensamos que la teníamos. Humildad de ninguna manera es pensar que somos menos que los demás. Humildad es en realidad no pensar en nosotros en absoluto. Llegar a este punto no es sencillo amable oyente, pero aquí es justamente
cuando viene en nuestra ayuda la verdadera gracia de Dios. Esto es el tema de
1 Pedro 5:5-7 que estudiaremos en esta ocasión. Pedro estaba rogando a los ancianos que apacienten la grey de Dios. Esta es la función primaria de los ancianos. En el pasaje bíblico que tenemos para hoy, Pedro quita la mirada de los ancianos y la pone sobre los jóvenes en primer lugar y sobre todos en general, en segundo lugar. Veamos pues, qué es lo que les dice: La exhortación a los jóvenes la tenemos en la primera parte de 1 Pedro 5:5 donde dice: Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos;
El igualmente con lo cual comienza la exhortación, nos hace retroceder a la actitud del apóstol Pedro cuando se dirigió a los ancianos.
Recuerde que les habló en un tono de ruego, mas no de demanda. Ahora está haciendo lo mismo con los jóvenes. Esto de ninguna manera debilita la exhortación, porque lo que Pedro busca es que los jóvenes cumplan con este pedido no por obligación sino como una respuesta natural de alguien que ha sido transformado por el Señor Jesucristo. La exhortación tiene que ver con que los jóvenes se sujeten a los ancianos. El verbo sujetarse significa tomar el lugar que a uno le corresponde dentro de una cadena de autoridad. En este caso, los jóvenes creyentes están bajo la autoridad de los ancianos de la iglesia. Un análisis más profundo del tema mostrará que no sólo los jóvenes, sino todos los creyentes en general debemos someternos a los ancianos de la iglesia. Hebreos 13:17 dice: Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
Esto significa entonces que es impropio y contrario a la Biblia que los creyentes se rebelen contra la autoridad de los ancianos o pastores. ¿Cuándo ha oído de un rebaño de ovejas que arme una rebelión contra la autoridad del pastor del rebaño? Nunca, ¿verdad? Las ovejas siempre se sujetan a sus pastores. Igual debería ser en la iglesia local.
Dios ha levantado a los ancianos o pastores para apacentar la grey de Dios. Es contrario a la Biblia que la grey de Dios se rebele contra los ancianos o pastores. Esto por supuesto no significa que los pastores necesariamente siempre van a hacer bien las cosas. Como humanos que son, ellos también son propensos a equivocarse, pero la Biblia determina los medios y las formas para actuar cuando algo así sucede, pero de ninguna manera es por medio de la rebelión.
Si la grey de Dios viviera en la práctica esto que el apóstol Pedro está enseñando, se reducirían al mínimo los problemas en las iglesias locales. Poner esto en práctica es harto difícil, pero no imposible, amable oyente. Para lograrlo se necesita justamente de lo que dijimos al comienzo del estudio bíblico, es decir, se necesita de humildad. Por esto Pedro dirige en segundo lugar una exhortación a todos en general. La segunda parte de 1 Pedro 5:5 dice: y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.
Vemos que ahora somos todos los creyentes los que estamos en la mira del apóstol Pedro. Nuestra responsabilidad es someternos unos a otros. Entre nosotros los creyentes no debe haber afán de sentirnos superiores a los demás.
Todos debemos mirarnos a nosotros mismos como siervos de los demás, como Jesucristo, quien siendo Señor, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó, luego puso agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. La actitud de someterse los unos a los otros es equivalente a vestirse de humildad. ¿Quiere saber si es humilde? Pues mire cuál es su actitud hacia los demás. Si ve a los demás como inferiores a usted, o si los ve como objetos para alcanzar sus metas, o si los ve como los que Dios ha puesto para que le sirvan, entonces, no es humilde, aunque pretenda serlo. En cambio, si está dispuesto a servir a los demás, entonces se ha revestido de humildad o se ha puesto el delantal de humildad como dice otra traducción. Dios resiste el orgullo, la arrogancia, la altivez de espíritu, pero la humildad es condición para que Dios dé gracia. Pero la humildad no es necesaria solamente en el trato con otros creyentes, sino también en el trato con Dios. Por
eso, 1 Pedro 5:6 nos exhorta a humillarnos delante de Dios. Note lo que dice: Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
Esto de humillarse, amable oyente, es cuestión de la voluntad de uno. Por eso es que lo tenemos como un mandato. Usted decide entre humillarse o enaltecerse. Lo prudente es humillarse ante los demás, pero especialmente ante Dios. A decir verdad, si nos hemos humillado ante Dios no tendremos ningún problema para humillarnos ante los demás. Humillaos bajo la poderosa mano de Dios dice el apóstol Pedro. La falta de humildad ante Dios se manifiesta en cuestionar sus propósitos, en dudar de sus acciones en desconfiar de sus decisiones. Se lo ve cada vez que decimos cosas como: Señor, ¿Por qué haces esto? O Señor ¿Por qué me tratas así? O Señor, basta ya de hacerme sufrir. La humildad delante de Dios, en cambio se manifiesta cuando decimos al Señor: Oh Dios, me duele tanto esto que estoy viviendo, pero yo sé que tú tienes un buen propósito para ello, yo sé que tú tienes el control de la situación. Yo sé que de alguna manera que por ahora no entiendo, todo esto va a resultar en bien. Yo sé que tú vas a ser glorificado
en esta situación dolorosa que estoy viviendo. Cuando tenemos esta actitud, en lugar de la rebeldía ante Dios, entonces se cumple lo que dice al final de este texto, es decir Dios nos exaltará cuando fuere tiempo. La gloria siempre está precedida de sufrimiento. El dolor o el padecimiento es solamente el terreno donde brota y crece la planta llamada gloria. Finalmente, el apóstol Pedro nos sugiere una manera de manifestar nuestra humillación ante la poderosa mano de Dios. Observe lo que dice en 1 Pedro 5:7 echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Un creyente que se ha humillado bajo la poderosa mano de Dios lo manifiesta echando toda ansiedad sobre Dios. La palabra ansiedad es la traducción de una palabra que literalmente significa ser tirado en diferentes direcciones. Y en verdad que muchas veces nos sentimos exactamente así, ¿No es cierto? Las situaciones que debemos enfrentar nos tiran en diferentes direcciones y nosotros nos sentimos como que algo dentro de nosotros se está desgarrando. Como resultado, son sabemos qué hacer, corremos de un lado a otro como locos, nos invaden temores, nos controlan las preocupaciones. En esencia, llegamos
a la ansiedad. Pero ¿qué dice la palabra del Señor? En buen romance, nos está diciendo, no se ponga ansioso por nada. ¿Cómo conseguirlo? Pues echando toda ansiedad sobre el Señor. Esto es un acto de la voluntad, por el cual literalmente decimos al Señor: Dios, esto que estoy viviendo, no lo puedo manejar por mí mismo. No sé que hacer. No quiero estar en ansiedad Señor, te lo entrego a ti, para que tú te hagas cargo. Cuando hacemos eso, ¿sabe lo que va a pasar? El Señor se va a hacer cargo de esa preocupación o ansiedad. Mire lo que dice Salmo 55:22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.
Por eso Pedro tiene mucha razón cuando dice que Dios constantemente tiene cuidado de nosotros. La ansiedad es innecesaria amable oyente. No hay necesidad de llevar sobre nuestras espaldas una carga tan pesada que Dios voluntariamente se ofrece a llevarla por nosotros. La ansiedad es inútil, hasta ahora no ha logrado resolver absolutamente nada. La ansiedad es pecado porque niega la sabiduría de Dios cuando asume que Dios no sabe lo que está haciendo. La ansiedad es pecado porque niega el amor de Dios cuando asume que Dios ha dejado de tener cuidado de nosotros. La ansiedad es pecado porque niega el poder de Dios cuando asume que Dios es incapaz de librarnos de cualquier cosa que nos está produciendo ansiedad. Todo esto es resultado de revestirse de humildad. ¿Imposible conseguirlo? No. La verdadera gracia de Dios nos capacita para vivir en humildad.

La Biblia Dice… se sostiene mediante la oración y la ofrenda de sus oyentes. Si el Señor ha puesto en su corazón apoyar a este ministerio de esta manera, escríbanos a La Biblia Dice… casilla 1708-8208 Quito, Ecuador.y… antes de finalizar el programa de hoy quiero invitarle a visitar nuestra página Web y conocer la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA ¿Es Cristo el arcángel Miguel? Nuestra dirección es: labibliadice.org. Bendiciones y le esperamos en nuestra próxima
edición.

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