La voluntad de Dios y actuar conforme a esta voluntad

Saludos cordiales amigo, amiga oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera epístola de Pedro, en la cual el apóstol testifica acerca de la verdadera gracia de Dios. Lo último que vimos fue que la verdadera gracia de Dios, además de la salvación, nos trae también la palabra de Dios o la Biblia, para que por medio de ella podamos conocer la voluntad de Dios y actuar conforme a esta voluntad, de modo que crezcamos para salvación. En esta ocasión, David Logacho nos mostrará otro beneficio de la gracia de Dios.

Abramos nuestras Biblias en 1ª Pedro 2:4-8. En este pasaje encontramos otro beneficio de la gracia de Dios. La gracia de Dios nos trajo salvación, pero además de ello, ha permitido que los que somos salvos seamos casa espiritual y sacerdocio santo. Hoy en día, Dios ya no habita en templos hechos de manos de hombres, como fue en el pasado. Hoy en día el Señor mora en la casa espiritual que formamos todos los que somos de Cristo. Esta casa espiritual se la conoce también como la iglesia de Cristo. Pero note amigo oyente, que esta casa espiritual tiene también un sacerdocio santo. Los sacerdotes santos somos también nosotros los creyentes y Cristo Jesús es nuestro Sumo Sacerdote. Veamos como se llega a todo esto. 1ª Pedro 2:4-5 dice «Acercándoos a él piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo» Para explicar su punto, Pedro se hace la idea de un edificio con su piedra angular y todas las demás piedras que se colocan sobre ella para darlo forma. Cristo Jesús es la piedra angular y Pedro le llama piedra viva en una clara alusión a su poder divino de otorgar vida mediante su obra redentora en la cruz del Calvario. Esta piedra viva que es Cristo, ha sido desechada por los hombres. Esto nos hace pensar en el rechazo que sufrió el Señor Jesucristo en su primera venida, por parte de la nación de Israel, tanto pueblo como líderes. Poco antes de que Cristo vaya a la cruz del Calvario, Pilato lo puso delante de los judíos y dijo: He aquí vuestro rey. Enloquecidos de pasión los judíos respondieron: Fuera, fuera, crucifícale. Pilato les dijo entonces ¿A vuestro rey he de crucificar? A esta pregunta contestaron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que a César. En la respuesta estaban confirmando el rechazo nacional a Jesucristo como su Mesías. Lo que vino después fue solamente el desenlace de esta absurda decisión. A esto se refiere Pedro cuando dice que, la piedra viva, fue desechada ciertamente por los hombres. Pero para Dios es otra historia amigo oyente. Dios mira las cosas de un modo muy diferente. Para Dios, la piedra viva que es Jesucristo, es escogida y preciosa. Esto pone las cosas en su punto. ¿Qué es la palabra del hombre en comparación con la palabra de Dios? Muy bien. Como Cristo es la piedra viva, al haber creído en él y al haberle recibido como nuestro Salvador, nosotros los creyentes nos hemos acercado a él y en consecuencia hemos sido también transformados en piedras vivas que juntos constituimos la casa espiritual cuya piedra angular es Cristo Jesús. Esta casa espiritual va creciendo a medida que personas van recibiendo a Cristo como Salvador. Cada vez que alguien, en algún lugar del mundo, pone su fe en la persona y obra de Cristo Jesús, se añade una piedra viva más a la casa espiritual que es la iglesia. Esto es algo grandioso amigo oyente. Pensar que no estamos aislados en este mundo. Puede ser que físicamente nos encontremos a miles de kilómetros de distancia, pero espiritualmente estamos muy juntos, somos la casa espiritual cuya principal piedra del ángulo es Cristo. Pero esto no es todo. El texto dice que además de ser casa espiritual fundada sobre la piedra viva que es Cristo, también somos sacerdocio santo. La casa espiritual es como el templo en el Antiguo Testamento. Allí en ese templo ministraban los sacerdotes bajo el control de un Sumo Sacerdote. Los creyentes somos los que ministramos en la casa espiritual y Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote. Esto es un privilegio sin igual y es parte de la gracia de Dios. En el Antiguo Testamento no todo israelita podía ser sacerdote y ministrar en el templo. El ministerio en el templo estaba reservado para los de la tribu de Leví. Solo los de esta tribu podían ser sacerdotes. Pero, gloria a Dios, ahora los creyentes, por el solo hecho de creer en Cristo y recibirlo como Salvador hemos sido constituidos sacerdotes y no cualquier sacerdote sino sacerdotes santos. Muy bien. Pero ¿cuál es el ministerio de estos sacerdotes santos que somos los creyentes? Pedro dice, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Esto es fantástico. Qué bueno que es Dios con nosotros. No solo nos dice que somos sacerdotes santos como para tenernos contentos solo con el nombre, sino que nos permite ejercer una función importante de todo sacerdote, es decir el ofrecer sacrificios. Pero estos sacrificios no son como los de Antiguo Testamento. No sacrificamos ovejas, carneros, becerros, etc. Nuestros sacrificios son diferentes. Nuestros sacrificios son espirituales. Veamos de qué se trata. Sacrificamos nuestros cuerpos o nuestra vida mientras estamos en este mundo y todo por amor a nuestro Salvador. Romanos 12:1 dice «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional» También sacrificamos nuestra alabanza. Hebreos 13:15 dice «Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre» También sacrificamos a Dios nuestras buenas obras en favor de otros. Hebreos 13:16 dice «Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios» Además sacrificamos a Dios el servicio en el evangelio para guiar a otros a Cristo. Romanos 15:16 dice «para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo» Estos son los sacrificios espirituales que los creyentes, como sacerdotes santos que somos podemos presentar a Dios. Volviendo a la 1ª carta de Pedro, vemos que estos sacrificios son aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Esto significa que si Cristo no estaría de por medio, no habría forma de que Dios acepte nuestros sacrificios cualquiera que estos fueran. En esto podemos ver a nuestro Salvador como el Gran Sumo Sacerdote. Pensando en él, es decir en Jesucristo, note lo que el apóstol Pedro dice 1ª Pedro 2:6-8 «Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados» Para confirmar que Jesucristo es la piedra viva, Pedro recurre a varios pasajes del Antiguo Testamento donde se hace muy claro que Cristo Jesús, es el fundamento de la edificación espiritual llamada Iglesia de Cristo. El es la principal piedra del ángulo de esta edificación. Los que hemos creído en él nunca jamás seremos avergonzados. Esto significa que jamás seremos defraudados como cuando uno confía en algo que a la postre resulta vano. Por eso para nosotros, Cristo Jesús es precioso. Pero para los que no creen, Cristo Jesús quien es la cabeza del ángulo, también es piedra de tropiezo y roca que hace caer. Esto significa que al no reconocer a Jesús como el Cristo, como el Mesías de Dios, al hallar tropiezo en él en realidad están cayendo para nunca levantarse. Recuerde que la salvación es única y exclusivamente por medio de Cristo. Fuera de él no puede existir salvación. Los que no creen en Jesús como el Cristo, como el Salvador, tropiezan en la palabra, y de esa manera llegan a ser desobedientes, desobedientes a Dios quien ha dicho que solamente en Cristo Jesús hay salvación. Esto resulta en su castigo eterno, lo cual es la consecuencia directa de la incredulidad en Cristo. ¿Pero qué de Ud. amigo oyente? ¿Es Cristo para Ud. la piedra viva, escogida y preciosa? O es la piedra que hace caer. La respuesta es suya. Si recibe a Jesucristo como su Salvador, Ud. tendrá la salvación y nunca será avergonzado, pero si Ud. rechaza a Jesucristo como Salvador, Ud. está en peligro de caer en la condenación eterna. Quiera el Señor que Ud. reciba a Cristo como su Salvador, si nunca lo ha hecho antes.

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