El huerto de Edén

Qué grato es estar en contacto con Usted amigo oyente, a través de las ondas radiales de esta emisora amiga. Bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy. El huerto de Edén fue algo maravilloso. El lugar ideal para que el Creador tenga comunión íntima con su creación. Lamentablemente, el pecado transformó este magnífico lugar, en un erial cubierto de espinas y abrojos en el cual el hombre comía su pan con el sudor de su rostro hasta que le sobrevenga la muerte. ¿Habrá esperanza de algún cambio? Ciertamente sí. Todo descansa en la obra perfecta de Cristo en la cruz y su posterior resurrección. Como consecuencia, el hombre pecador tiene el camino abierto para ser perdonado de su pecado y así lograr el beneficio de habitar en un lugar mucho más glorioso que el huerto de Edén. Acerca de esto tratará el estudio bíblico de hoy en el libro de Apocalipsis.

Le invito a abrir su Biblia en el libro de Apocalipsis. Lo último que estudiamos tenía que ver con un tour que un ángel estaba dando al apóstol Juan por la nueva Jerusalén. Lo último que el ángel mostró a Juan fue la magnificencia de esta majestuosa ciudad con sus calles de oro puro, transparente como vidrio, con su ausencia de templo porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, con su ausencia de sol y de luna porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera, con sus puertas que nunca se cierran y los redimidos viviendo por la eternidad a la luz de su gloria, y con la ausencia total de toda cosa inmunda o que hace abominación y mentira. Qué grandioso será estar en esa magnífica ciudad. Es el destino eterno de todos los que hemos confiado en Cristo como nuestro personal Salvador. El ángel prosigue describiendo las cosas maravillosas que había en la nueva Jerusalén. La ciudad tiene un río. Apocalipsis 22:1 dice: “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.” Muchas de las grandes ciudades del mundo se edifican junto a grandes ríos. Un río cercano significa abundantes beneficios para las ciudades que están a sus riveras. Bueno, la nueva Jerusalén no es la excepción a este respecto, porque también posee un río, pero no un río como la mayoría de los ríos de la tierra, con sus aguas contaminadas que en muchos casos transportan muerte a las especies marinas. El río de la nueva Jerusalén es un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal. Esto me hace pensar en un continuo flujo de aguas inmaculadas que transportan vida a todos los moradores de la nueva Jerusalén. ¿De dónde proviene el agua de este río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal? El texto dice que salía del trono de Dios y del Cordero. Qué hermoso. Dios y Jesucristo el Cordero de Dios, son la fuente de vida eterna. El hombre no puede hallar vida eterna aparte de Dios y de su Hijo, Jesucristo. Si Usted está buscando vida eterna en cualquier otra fuente que no sea Dios y su Hijo Jesucristo, Usted está condenado a fracasar y en lugar de vida eterna encontrará condenación eterna. Además de un río, la nueva Jerusalén tiene un árbol muy especial. Apocalipsis 22:2 dice: “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones.” Qué magnífico. En medio de la calle principal de la ciudad y a cada lado del río de agua de vida, crecía el árbol de la vida. El árbol de la vida es el símbolo de la vida eterna y el símbolo de la bendición eterna. Un árbol así como este puso Dios en medio del huerto de Edén, según Génesis 2:9. Este árbol debía ser la fuente de vida permanente para Adán, Eva y su descendencia, siempre y cuando el pecado no hiciera su entrada en la creación. Lamentablemente el pecado hizo su entrada en la creación y ni Adán ni Eva, ni su descendencia probaron el fruto del árbol de la vida en el huerto en Edén. Como consecuencia del pecado de Adán y Eva, Dios los echó del huerto de Edén y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. Tenemos entonces que el pecado privó al hombre de comer del fruto del árbol de la vida. Pero Cristo Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo y se ofreció a sí mismo como sacrificio perfecto por el pecado del hombre. Su resurrección de entre los muertos fue la demostración más absoluta que Dios el Padre aceptó el sacrificio de su Hijo y así se abrió la puerta para que los pecadores que reciban a Cristo como Salvador sean lavados de sus pecados y queden aptos para comer del fruto del árbol de la vida. Por esto en la nueva Jerusalén ya no vemos que el árbol de la vida esté resguardado por querubines y por la espada de fuego que se revolvía por todo lado. Todo lo contrario. En la nueva Jerusalén vemos que el árbol de la vida está a total disposición de todos los moradores de la nueva Jerusalén. Lo que el hombre perdió por su pecado, el Hijo de Dios lo recuperó totalmente por medio de su sacrificio en la cruz del Calvario. Note además amigo oyente, que el árbol de la vida producía doce frutos, dando cada mes su fruto. ¡Vaya! Es un árbol muy especial. No existe algo que se le parezca en la tierra en la actualidad. La variedad del fruto del árbol de la vida simboliza que es suficiente para satisfacer todas las necesidades de los que de él coman. Pero no-solo el fruto del árbol de la vida es aprovechable, sino también sus hojas. Dice el texto que eran para sanidad de las naciones. Sabemos que en la nueva Jerusalén no habrá enfermedad ni muerte. ¿Entonces por qué dice el texto que las hojas del árbol de la vida eran para sanidad de las naciones? La única explicación es que de alguna manera que solo Dios conoce, las hojas del árbol de la vida hacen que la vida eterna sea plena de satisfacción y significado. El ángel prosigue mostrando a Juan algo no existe en la nueva Jerusalén. Allí no habrá más maldición. La primera parte de Apocalipsis 22:3 dice: “Y no habrá más maldición” La maldición fue el resultado de la entrada del pecado en el mundo. Pero Jesucristo el Hijo de Dios fue hecho maldición en la cruz del Calvario para quitar de en medio la maldición que resultó del pecado. Gálatas 3:13 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” Por eso, en la nueva Jerusalén ya no habrá más maldición. Y ahora viene lo más glorioso. En la nueva Jerusalén habrá personas. Note lo que dice Apocalipsis 22:3 en su segunda parte y el versículo 4. “y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.” La gloria de la nueva Jerusalén se debe a la presencia de Dios y del Cordero. Allí están sus tronos. Ellos son lo más importante en la nueva Jerusalén. Todo lo demás, aunque glorioso, es secundario al lado de la persona de Dios y de la persona de su Hijo, el Cordero, el Señor Jesucristo. Pero ellos no estarán solos en la nueva Jerusalén. Junto a ellos estarán sus siervos. Sus siervos son todos los redimidos por la sangre de Cristo, con cuerpos glorificados. Dice el texto que sus siervos verán el rostro de Dios y del Cordero. Para el ser humano común y corriente es imposible ver el rostro de Dios. No existe ser humano que haya visto el rostro de Dios y siga vivo. Pero no olvide amigo oyente, que en la nueva Jerusalén, los siervos de Dios estarán con cuerpos glorificados. Esto hará de ellos personas totalmente santas, totalmente puras, totalmente perfectas. Por eso estarán en capacidad de ver el rostro de Dios y del Cordero. Qué grandioso será aquel día. Los siervos de Dios y del Cordero no estarán dedicados exclusivamente a la contemplación de la deidad, sino también al servicio. En la nueva Jerusalén no habrá desocupados. Dios aborrece la desocupación. Todos estaremos dedicados a un incansable pero agradable servicio a Dios y al Cordero. Además dice el texto leído que los siervos de Dios y del Cordero llevarán el nombre de Dios y del Cordero en sus frentes. Esto significa que serán de propiedad eterna de Dios y del Cordero. El ángel que se encargaba de dar un tour a Juan en la nueva Jerusalén está terminando su trabajo. Note lo que dice Apocalipsis 22:5 “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.” La presencia personal de Dios y del Cordero irradia una nube brillante, conocida como la Shekina, que alumbra hasta el mínimo rincón en la nueva Jerusalén. Por eso no habrá noche, ni será necesaria luz eléctrica ni luz solar ni luz de la luna o las estrellas. En medio de esa gloria eterna reinarán por los siglos de los siglos todos aquellos que han recibido a Cristo como Salvador. ¿Estará Usted en ese lugar, mi amiga, mi amigo? ¿No lo sabe? ¿No está segura o seguro? Bueno Usted puede saberlo hoy mismo y Usted puede estar seguro hoy mismo. Dios ha dicho en su palabra que el que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Crea a esta palabra de Dios. Crea lo que Dios dice. Hoy mismo crea en el Hijo de Dios y recíbalo como su Salvador. Entre muchos beneficios, como ser perdonado de sus pecados, Usted también obtendrá el derecho de pasar la eternidad mirando el rostro de Dios y del Cordero en la nueva Jerusalén. No aplace su decisión. Tómela este mismo instante.

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