La batalla de Armagedón

Con mucho gusto le damos la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el estudio del libro de Apocalipsis, llegamos a un pasaje bíblico que ha despertado bastante curiosidad en mucha gente. Se trata del pasaje bíblico que trata el tema de la batalla de Armagedón. Se encuentra en Apocalipsis 19:17-21.

Al hablar de la batalla de Armagedón, se agita la curiosidad de mucha gente. Para entender mejor este asunto, es necesario reconocer que la batalla de Armagedón, es la última batalla de una guerra o campaña militar que se gestará durante la mayor parte de los siete años de tribulación. En esta guerra estarán involucradas cuatro fuerzas militares poderosas. A saber, el Rey del Norte, acerca de quien nos habla Ezequiel capítulos 38 y 39. Se trata de Gog en tierra de Magog y sus aliados entre los que se menciona Persia, Cus, Fut, Gomer y Togarma. Se trata de Rusia y sus aliados, como Irán, Libia, Turquía, Armenia. El Rey del Sur, del cual nos habla Daniel capítulo 11 versículo 5, y es una referencia a Egipto, aliado probablemente con algunos países del Norte de Africa. Los Reyes de Oriente, sobre quienes habla Apocalipsis 16:12 y es una Confederación de naciones de Asia. El Río Éufrates ha sido el límite oriental de las conquistas romanas, y el límite oriental de la tierra prometida a Israel. Este Río se secará para permitir el avance de las fuerzas militares de Oriente. Por último las fuerzas militares del Anticristo, conocido también como el Imperio Romano Revivido o los Estados Unidos del Europa. Esta será la primera potencia en importancia en aquellos días y sobre la cual más se habla en las Escrituras, porque está muy relacionada con el Estado de Israel. Este poder mundial tendrá la forma final de una coalición de diez naciones unidas por alianzas humanas, lideradas por un hombre que se levanta de entre ellas. A este hombre se le conoce como el hombre de pecado o la bestia o el Anticristo o el cuerno pequeño. Todas estas fuerzas militares se hallarán involucradas en una guerra terrible durante gran parte de la tribulación. Pero hacia el final de la tribulación, Satanás y sus demonios lograrán que las fuerzas militares del mundo olviden su odio entre ellas y se unan en un solo propósito. El guerrear contra Jesucristo, cuya segunda venida estará prácticamente a la puerta. Sobre esto nos habla Apocalipsis 16:13-16 donde leemos: “Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.” Los demonios que salen de la boca de Satanás, el Anticristo y el Falso profeta van a engañar a los presidentes de todas las naciones del mundo. Tal vez los convencerán para aunar esfuerzos en la defensa mundial, con el falso argumento que la tierra está amenazada por poderosos seres extraterrestres. No es coincidencia que hoy en día el mundo se encuentre tan interesado en los OVNIS y los seres extraterrestres. El resultado del trabajo de estos demonios será efectivo, puesto que las fuerzas militares de todas las naciones del mundo se congregarán en ese lugar que en hebreo se llama Armagedón. Armagedón significa valle de la matanza. Con esto en mente, retomemos el texto que estamos estudiando en Apocalipsis 19 a partir del versículo 17 hasta el versículo 19. Dice; “Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.” Estamos en los instantes previos a la terrible batalla de Armagedón. Antes de la batalla, un ángel se pone en pie en el sol. Esto no significa que pisa el astro sol, sino que la presencia del ángel es tan gloriosa que opaca al sol. En esa posición imposible de ser ignorada hace una invitación a todas las aves de rapiña del mundo. La invitación es a comer despojos como nunca antes ha habido en la faz de la tierra. Habrá despojos de gente renombrada, los reyes, de gente valerosa, los capitanes, de gente fuerte, los soldados. Las aves de rapiña que prefieran carne de caballo, la tendrán en abundancia con jinetes y todo. Habrá carne de gente de toda clase y condición social. Esta es una invitación macabra amable oyente, pero tiene su lugar en el clímax de la ira de Dios sobre este mundo incrédulo. Interesante es pensar que la batalla de Armagedón todavía no ha tenido lugar, a esta altura de los eventos que estamos estudiando, pera ya se sabe quién será el vencedor y quienes serán los derrotados. Para Dios es desconocido el término derrota. Por eso la invitación a las aves de rapiña para que se sacien de la carne de los siervos de Satanás, del Anticristo y del Falso profeta. Inmediatamente después de esta invitación a las aves de rapiña, Juan fija su mirada sobre lo que estaba aconteciendo en el valle de Meguido o la llanura de Esdraelón o simplemente Armagedón, el valle de la matanza. Allí está la bestia o el Anticristo, él es el comandante en jefe. Junto a él está su estado mayor compuesto de los reyes de la tierra. Bajo sus órdenes están los ejércitos compuestos de millones de millones, de todas las naciones. Están armados hasta los dientes con las armas más sofisticadas que se pueda imaginar. Tienen un solo propósito: Hacer guerra contra Jesucristo en su segunda venida, contra Aquel que montaba el caballo blanco y contra las huestes celestiales que le acompañaban. Lo que sigue a continuación es la segunda venida de Cristo. Ponga atención a la manera como lo presenta el profeta Zacarías. Zacarías 14:1-5 dice: “He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está al frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.” ¡Grandioso! ¿No le parece? Es el clímax de la profecía bíblica. El Señor Jesucristo hará uso de la espada aguda que sale de su boca para acabar con sus adversarios. Los aplastará como un labrador aplasta las uvas en un lagar para extraer su jugo. Ponga atención a lo que nos dice Apocalipsis 19:20-21: “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.” Qué sabio es Dios amable oyente. El primer objetivo de batalla son las cabezas visibles del poder enemigo. Dice el texto que la bestia o el Anticristo y el falso profeta fueron apresados. Sin sus líderes, los ejércitos se sumirán en total confusión. El falso profeta es quien propiciaba adoración al Anticristo. Fue él quien puso la imagen del Anticristo en el templo de Jerusalén para que sea adorada como Dios. Fue él quien hizo señales y milagros para engañar a las naciones y hacer que adoren al Anticristo como si fuera Dios. Fue él quien hizo marcar a los seguidores del Anticristo con el fatídico 666 ya sea en sus frentes o en sus manos derecha. Pues bien, ha llegado el final de la carrera en la tierra de este personaje. De aquí en adelante pasará la eternidad en tormento junto a su socio, el Anticristo. Interesante que estos dos personajes fueron lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre. Mil años más tarde, Satanás será también lanzado al lago de fuego y ¡oh sorpresa! Allí estarán el Anticristo y el falso profeta dándole la bienvenida. Esto prueba que no existe la aniquilación de los malos. Si existiera la aniquilación de los malos, el Anticristo y el falso profeta serían los mejores candidatos para ser aniquilados, pero no hay tal. La Biblia enseña que serán atormentados por la eternidad en el lago de fuego, junto con Satanás, los demonios y todos los que voluntariamente han rechazado la invitación de Dios a ser salvos. Sin sus líderes, el Anticristo y el falso profeta, los ejércitos en Armagedón serán presa fácil. Por eso dice el texto que los demás fueron muertos con el poder de la palabra de Jesucristo. La mortandad será inimaginable. Las aves de rapiña de todo el mundo tendrán carroña para largo tiempo. Eso es lo que sucederá cuando Jesucristo venga por segunda vez a la tierra. Note que no será una venida en paz como fue su primera venida. Esta vez vendrá como poderoso guerrero para acabar con todos aquellos que se han rebelado contra él. Si Usted todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, Usted está en peligro de recibir la ira de Dios en la segunda venida de Cristo. No juegue con su vida y con su destino eterno mi amiga, mi amigo. Dios le ama y quiere salvar su vida. Reciba hoy mismo a Cristo como su Salvador. Recuerde. Mas vale encontrarse con él ahora, en el terreno del perdón, que después en el terreno de la ira.

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