Las cosas que se ven son temporales

Es motivo de gran gozo saludarle amiga, amigo oyente. Dice la palabra de Dios, en 2 Corintios 4:18: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” ¡Qué palabras tan sabias! Las cosas que se ven son temporales, amable oyente. Algún día dejarán de ser. Cuan absurdo es ocuparse solamente en las cosas que se ven, descuidando las cosas que no se ven.

El mundo como tal parece firme como una roca. Pero no hay tal. Está cercano el día cuando dejará de existir. Cuando hablo del mundo, no me estoy refiriendo al globo terrestre. Me estoy refiriendo a ese sistema de valores y principios gobernado por Satanás, en el cual no hay lugar para Dios ni para su Hijo Jesucristo. Diríamos que es el mundo de los negocios, el mundo de la política, el mundo del arte, el mundo de la cultura, el mundo de la educación, el mundo de la ciencia, el mundo del entretenimiento, el mundo de la economía, el mundo del deporte, etc. Todo esto está condenado a la destrucción total. El mundo llegará a la cúspide en todo sentido durante la tribulación, justo antes de su estrepitosa caída y destrucción. La Biblia designa al mundo durante la tribulación con el nombre de Babilonia. Es un nombre preciso porque hace miles de años, Babilonia fue la cuna de la idolatría y la rebelión del hombre contra Dios. En nuestro estudio bíblico último, en el capítulo 18 de Apocalipsis vimos a un ángel haciendo un anuncio sobre Babilonia. Eufórico, el ángel pregonó: Ha caído, ha caído la gran Babilonia. Después se oyó una voz del cielo haciendo un llamado a los santos en Babilonia. Debían salir de en medio de Babilonia para no ser destruidos juntamente con ella. Hoy nos corresponde estudiar desde el versículo 9 hasta el versículo 24 del capítulo 18. Aquí encontramos un lamento de los moradores de Babilonia. Los que primero lamentan son los reyes de la tierra. Apocalipsis 18:9-10 dice: “Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!” Los reyes o poderosos de la tierra fornicaron con Babilonia. Esto significa que apoyaron a Babilonia en la idolatría y rebelión contra Dios. También vivieron con ella en deleites. Los reyes de la tierra agasajaron a Babilonia en sus actos oficiales y sociales. Pero todo esto llegó a un inesperado final. Babilonia fue destruida y quemada con fuego. Los reyes de la tierra no podrán esconder su abatimiento. Dice el texto que llorarán y harán lamentación sobre ella. Lamentarán como si se hubiera muerto un familiar cercano. La destrucción de Babilonia será tan espantosa, que los reyes de la tierra se ubicarán lo más lejos posible para expresar su lamento. A una se unirán en un coro fúnebre diciendo: Ay, ay de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte, porque en un instante llegó tu castigo. Pero no solo los reyes de la tierra harán lamento por Babilonia, sino también los mercaderes de la tierra. Apocalipsis 18:11 hasta la primera parte del versículo 17 dice: “Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas.” Babilonia se ocupó totalmente de lo material. Edificó un castillo, pero un castillo de naipes. El momento menos pensado, el castillo se vino abajo. Los mercaderes ya no podían comprar todos los artículos imaginables que Babilonia producía para exportación. Inclusive vidas de personas se encontraban entre los objetos que vendía Babilonia. Se acabó el negocio para los mercaderes. Babilonia ya no podrá vender ni comprar. Tristes por el fin del negocio, los mercaderes de la tierra se pondrán a buen recaudo, lejos de Babilonia, para expresar su sentido lamento. Ay, Ay de la gran ciudad. Vestida de lino fino, con ropas de color púrpura y rojo, adornada con oro, perlas y piedras preciosas. Y en un instante se ha acabado tanta riqueza. Por último, los viajeros harán lamentación por Babilonia. Apocalipsis 18 desde la segunda parte del versículo 17 hasta el versículo 19 dice: “Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas: pues en una hora ha sido desolada!” Han lamentado los reyes de la tierra y los mercaderes de la tierra. Ahora les toca lamentar a los viajeros de la tierra. Allí están los pilotos o patrones de las naves que surcan los mares. Allí están los pasajeros de las naves que surcan los mares. Allí están los marineros y en general todos los que trabajan en las naves que surcan los mares. Para ellos también se acabó el negocio. La gran Babilonia que llenó de dinero sus bolsillos se ha acabado. De lejos, miran los restos humeantes de Babilonia y dicen: No puede ser, ésta era la gran ciudad de Babilonia. Parecía indestructible, más ahora está en ruinas. Sin poder creerlo arrojarán polvo sobre sus cabezas en señal de duelo y ellos también formarán un coro para lamentar por Babilonia. Su coro será semejante al de los reyes de la tierra y al de los mercaderes: Ay, ay de la gran ciudad, con su riqueza se hicieron ricos todos los que tenían barcos en el mar. Y en un instante ha quedado destruida. ¿Qué podemos aprender de lección de todo esto, amable oyente? Pues que Dios castigará con severidad al mundo controlado por Satanás. Pero también que no es prudente vivir para el mundo. El mundo tal como lo conocemos está condenado a desaparecer. Si Usted pone toda su esperanza en este mundo, algún día Usted quedará defraudado. Por algo dice la palabra de Dios en Mateo 6:19-20 “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” Finalmente en este capítulo de Apocalipsis encontramos una celebración por la caída de Babilonia. Apocalipsis 18:20-24 dice: “Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella. Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada. Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.” El ángel invita al cielo y a los santos que están en él, junto con los apóstoles y profetas a alegrarse porque Dios ha pronunciado juicio a su favor contra Babilonia. Dios es justo amigo oyente. A veces tarda, su justicia pero nunca la olvida. El hombre impío piensa que va a salir bien librado de sus mentiras, de su engaño, de su maldad, pero algún día va a tener que dar debida cuenta de sus actos a Dios. Con Dios no se puede jugar amable oyente. A manera de ilustración de lo súbito y devastador de la destrucción de Babilonia, un ángel toma una pesada piedra, semejante a piedra de molino y la arroja violentamente contra el mar, diciendo: Así serás tú echada abajo, Babilonia, la gran ciudad, y nunca más te volverán a ver. Nunca más se oirá música en ti. Nunca más habrá industria en ti. Nunca más habrá trabajo en ti. Nunca más brillará luz dentro de ti. Nunca más habrá matrimonios dentro de ti. Nunca más habrá comercio dentro de ti. Algo digno de mencionar es que Babilonia engañó a las naciones de la tierra con sus hechicerías. Aquí tenemos un claro caso del uso de la brujería para lograr algún propósito. Por esto también Babilonia está siendo destruida. La brujería es de Satanás amigo oyente. Mucho cuidado con ella. Pero quizá lo más grave que cometió Babilonia fue derramar sangre de profetas, de los santos y de todos los que han sido asesinados en el mundo. Dios reacciona con violencia cuando uno de los suyos es atacado. Por tanto, la destrucción total de Babilonia es bien merecida. Babilonia en este pasaje bíblico sintetiza todo aquello donde Dios no es bienvenido ni tampoco su Hijo Jesucristo. Como Usted ha constatado, Babilonia está destinada a la destrucción. No ponga su esperanza en algo que muy pronto va a quedar en ruinas, amigo oyente. Ponga su esperanza en Dios y en su Hijo Jesucristo.

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