“Después del fracaso: una segunda oportunidad”

A veces, cuando hemos caído, tenemos esa emoción conflictiva, ¿verdad? Tenemos que estar cerca de Jesús, por un lado, y por otro, estamos avergonzados y nos preguntamos si Él me llevará de vuelta otra vez.

 Fracasar es un tema común en las Escrituras. Tropezamos en el fango solo para mirar hacia arriba y encontrar la mano de Jesús lista para salvarnos. En este programa, Ron Moore te alienta a que busques y hagas tu trabajo a través del ejemplo de uno de los mejores amigos del Señor.

 

Hoy queremos ver un pasaje de las Escrituras mientras terminamos esta serie a la que hemos titulado “Bajo Tierra”. Este pasaje nos habla de segundas oportunidades. Es muy posible que en tu viaje espiritual hayas caído y que hayas caído miserablemente, pero por la gracia de Dios siempre hay una segunda oportunidad.

Toma tu Biblia y ábrela en Juan capítulo 21 versículos del 15 al 22. Vamos a ver un encuentro íntimo entre Jesús y Pedro. Este encuentro se da mientras Pedro intenta recuperarse de uno de esos fracasos espirituales. Déjame establecer el contexto para nuestro pasaje; Pedro terminó su tiempo con Jesús en una tremenda decepción. Él dijo que iría con Jesús incluso a la muerte, pero horas más tarde, Pedro negó a Jesús pública y apasionadamente. Y no lo negó una sola vez, él lo hizo tres veces mientras los soldados llevaban a Jesús. El escritor del Evangelio de Lucas dice que Pedro lo siguió a cierta distancia. Era una noche fría antes de la crucifixión y Jesús estaba siendo procesado dentro de un área del palacio. Pedro estaba allí y una sirvienta dijo: “hey, él estaba con Jesús” y Pedro dijo: “ah no, no, ni siquiera conozco a ese tipo”. Poco después, otra persona dijo: “ese hombre estaba con Jesús” y Pedro le dijo otra vez: “no, yo no lo conozco”. Aproximadamente una hora después, otro hombre dijo: “ese tipo estaba con Jesús”. Lucas capítulo 22 versículo 60 dice: “Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:60-61)

Y así es como Pedro terminó su tiempo con el Señor antes de que Jesús fuera crucificado. Ahora, las cosas son Después de ser crucificado, Jesús es colocado en una tumba y luego resucitó de los muertos. En este punto, Jesús se había aparecido a los discípulos en dos ocasiones diferentes. Les había mostrado las cicatrices en sus manos y la herida en su costado, sin embargo, Él no se quedó con los discípulos.

En las seis semanas posteriores a la resurrección y antes de la ascensión, Jesús se apareció a la gente en 10 ocasiones diferentes, pero no se quedó con ellos. Él se iría por dos razones. Uno: quería recordarles continuamente que estaba vivo. Ellos iban a llevar este mensaje y Jesús tenía que hacerles saber, en su corazón, que Él estaba vivo. Y luego, en segundo lugar, tenían que saber que Él no iba a estar con ellos en presencia física. Él iba a ascender al cielo.

Jesús se apareció a los discípulos inmediatamente después de la resurrección, y les dijo a los discípulos que fueran a Galilea y lo esperaran allí. Pero Pedro no esperó lo suficiente. Juan capítulo 21 versículos 3 dice: «Simón Pedro les dijo: Voy a pescar» No puedo quedarme sentado aquí esperando a Jesús. Tengo que hacer algo. Había otros seis discípulos con él, ellos subieron al bote y salieron. Estaban a unos 100 metros de la orilla cuando una persona los llamó, pero no reconocieron quién era. El verso 5 dice: «Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces » (Juan 21: 5-6). En ese momento, Juan reconoció a Jesús y dijo «¡Es el Señor!» entonces Pedro saltó al agua y nadó 100 metros de regreso a la costa para ver a Jesús. Pero algo interesante sucede allí, cuando llega a la orilla, Jesús está allí, pero no hay conversación. Pedro no puede esperar para llegar a Jesús, pero luego se detiene. A veces, cuando nos caemos o pecamos, tenemos ese mismo conflicto, ¿verdad? Por un lado, tenemos que estar cerca de Jesús y, por otro lado, estamos avergonzados y nos preguntamos si Él nos aceptará de vuelta

Bueno, “Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar” (Juan 21:10) y es Pedro quien regresa al bote y arrastra esta gran red de peces. Allí Jesús, preparó el desayuno para siete discípulos hambrientos. Al leer el texto parece que hubo un silencio forzado durante el desayuno. Sabemos que después de haber negado a Jesús tres veces, no hubo otra conversación entre Pedro y Jesús. Pedro se debe estar preguntando lo que muchos cristianos se preguntan: ¿será que Jesús me da otra oportunidad después de que yo lo arruine? Pero mira esto, después de la comida, es Jesús quien inició la conversación personal con Pedro.

Los otros discípulos estaban allí, pero Jesús le habló directamente a Pedro. Mira el versículo 15 «Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas?» (Juan 21:15-17) ¿Qué crees que esa tercera vez le recordó a Pedro? Pues yo creo que él se acordó de esas tres negaciones mientras Jesús era arrestado.

Y Pedro dijo: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas «(Juan 21:17). Voy a parar allí y quiero dedicar algo de tiempo a hacer cinco observaciones sobre el proceso de una segunda oportunidad. Algo ha sucedido en tu vida, solo tú sabes lo que es y como eso ha hecho que te alejes del Señor. Tal vez fue un pecado evidente y estás luchando con eso y quieres regresar, pero honestamente no estás seguro de que Jesús te lleve de regreso. Algunos de ustedes, caminaron con Cristo durante mucho tiempo y las cosas fueron geniales, pero ahora dicen, me siento desconectado.

Hablemos sobre este proceso de una segunda oportunidad. Aquí es donde comienza: las segundas oportunidades son iniciadas por una nueva experiencia con Jesús. Recuerda que después de la crucifixión, Pedro no pensó que volvería a ver a Jesús, pero luego lo hizo; lo vio vivo. Ahora tuvo la oportunidad, para tener una nueva experiencia con Jesús. Las segundas oportunidades sólo son posibles porque Jesús está vivo. El camino hacia una segunda oportunidad es renovar la realidad de Dios.

Un escritor dice que, cuando pecamos, no es que estamos negando a Cristo; es que Él no se vuelve tan real para nosotros. La segunda oportunidad comienza con ver a Jesús de una manera fresca como una experiencia nueva y quiero enfatizar que no estoy hablando nuevamente de ser cristiano. Si eres un creyente, no puedes perder tu salvación.

Las segundas oportunidades requieren una nueva obediencia. Pedro fue el líder de los apóstoles. Él era un hombre fuerte y resistente, él era un pescador, sus manos estaban callosas y desgarradas. Antes de que Jesús fuera a la cruz, les dijo a los discípulos: este es el trato, me crucificarán, voy a morir y ustedes van a dispersarse, entonces Pedro dijo: sabes qué, yo no, el resto de ellos pueden correr, pero yo nunca huiré de ti, de hecho, yo moriré por ti Jesús. Y Jesús dijo: “no Pedro”, vas a negarme tres veces. Y Pedro dijo: ¡no!, estás equivocado Señor. Marcos capítulo 14 dice que Pedro insistió enfáticamente en que moriría por Jesús. Pero ya sabemos lo que ocurrió ¿verdad?

El orgullo espiritual tiene una forma de regresar para mordernos, ¿no es así? Y aquí «Cuando terminó de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro:» Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” y luego Jesús agrega estas palabras. Jesús dice, Simon, ¿recuerdas cuando insististe en que te quedarías conmigo sin importar nada? Simon, ¿recuerdas cuando enfáticamente insististe en que morirías por mí, incluso si el resto corría? Simón, dime ahora, «¿me amas realmente más que estos?» Mire la respuesta de Simón «Sí, Señor [ahora es un humilde Pedro], sabes que te amo» (Juan 21:15)

El pecado siempre comienza con orgullo. El orgullo fue la causa de la caída en el jardín; quiero ser como Dios. El orgullo fue la causa de mi último pecado y el orgullo será la causa de mi próximo pecado. Cuando me enorgullezco, siempre me pongo por encima de Dios y de los demás. “Aquí están las instrucciones de Dios, pero realmente no me importa, lo haré a mi manera. Así es como Dios me dice que trate a los demás, pero ahora no tengo ganas. Lo haré a mi manera”.

El orgullo es siempre el catalizador del pecado. Proverbios 16:18 dice «Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu» Pablo nos dice en 1 Corintios 10, así que, si crees que estás de pie, si crees que no puedes ser derribado, ten cuidado de caerte. Las personas que sufren de orgullo espiritual creen que están en la cima, pero están realmente en la depresión y son un canal peligroso. Entonces una segunda oportunidad es una nueva obediencia, una nueva humildad.

Número tres, una segunda oportunidad requiere un nuevo servicio. Cada vez que Pedro dice: “Jesús te amo”, Jesús llama a Pedro para que se involucre en la vida de otras personas. Pedro, ¿me amas? Sí, Señor, sabes que te amo. Entonces alimenta mis corderos. Jesús dice, Pedro, ponte del lado de aquellos que son vulnerables porque ahora sabes de qué se trata la vulnerabilidad; acompaña a los que son jóvenes en la fe, acércate a los que son inmaduros, acércate a los que quizás no lo tengan todo junto, acércate a los que no conocen las Escrituras como tú.  Y a ti, ¿qué te parece si haces lo mismo que Pedro? Involúcrate con Pedro en la vida de las personas, involúcrate en la vida de las personas aun cuando esté desordenada, involúcrate en sus vidas incluso cuando se necesita paciencia y trabajo. Ellos son vulnerables, Pedro «Apacienta mis corderos» (Juan 21:15).

Una de las mejores maneras de renovar su amor y conexión con Jesús es discipular a los nuevos creyentes. Su fe es fresca, su energía es contagiosa, oran como si realmente estuvieran hablando con su Padre celestial porque aún no han aprendido de cristianeses como nosotros, los cristianos que ya estamos varios años ahí. Sería bueno si pudiéramos desaprender esas cristiandades, ¿no?

Recuerda lo que Jesús pidió a Pedro: «Alimenta mis corderos, cuida a los que son vulnerables, cuida a mis ovejas». Protéjanse unos a otros, pues Satanás vagabundea como un león rugiente buscando a quién va a devorar y si alguien no nos respalda, nos atacarán por la espalda. Es por eso por lo que la vida cristiana no se puede vivir sola. ¿Me amas, Pedro? Sí, sabes que te amo. Entonces alimenta mis ovejas, nutre a otros, afiánzalos en la Palabra, háblales de Cristo, nutrirlos en su viaje.

El número cuatro, las segundas oportunidades requieren un nuevo sacrificio. Mire el versículo 18: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.” (Juan 21:18-19). Me encanta eso. Jesús mira a Pedro directamente y dice: «Te quiero de vuelta». Habrá ocasiones en las que prediques el Evangelio donde quieras, pero también tengo que decirte, va a haber un momento en el que vas a extender tus manos. (Los primeros lectores sabrían que eso significa crucifixión). Pedro, vas a morir en una cruz. Ese es el tipo de muerte por la que me vas a glorificar. Pero Pedro, «¡Sígueme!»  Las segundas oportunidades requieren un sacrificio nuevo. Pablo dice que debemos poner nuestros cuerpos como un sacrificio vivo para Dios.

El número cinco, las segundas oportunidades demandan enfoque fresco. Mire el versículo 20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. (Juan 21:21-22).

Te prometo que, si cedes a Él y le permites encender tu corazón con una ardiente pasión para seguirlo con firmeza, veremos a Dios hacer cosas tremendas, milagrosas y poderosas.

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