Mayordomos y mayordomía

Cordiales saludos amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy acerca del dinero y las posesiones, en la serie titulada: Dinero y Posesiones a la luz de lo Eterno. En instantes más estará junto a nosotros David Logacho para hablarnos acerca de mayordomos y mayordomía.

Gracias por su sintonía amable oyente. En nuestro último estudio bíblico vimos cuán importantes son las obras que como creyentes hacemos en este mundo a la luz de las recompensas eternas. Para esto es indispensable tomar conciencia de que como creyentes, somos mayordomos y nuestro amo es Dios. Alguna vez leí una anécdota atribuida a John Wesley. En cierta ocasión, un hombre montado a caballo se detuvo bruscamente junto a John Wesley y con voz agitada le gritó: Señor Wesley, Señor Wesley acaba de suceder algo terrible. Hubo un incendio y su casa fue reducida a cenizas. La respuesta de Wesley fue: No. La casa del Señor ha sido reducida a cenizas. Eso significa una responsabilidad menos para mí. John Wesley tenía muy claro en su mente que nada de lo material era de él, y que él solamente era un mayordomo. El dueño de todo es el Señor. Un mayordomo es alguien a quien se le confía determinados bienes y se le encarga la responsabilidad de administrarlos para que rindan beneficio para el dueño de esos bienes. Se dice también que un mayordomo es aquel a quien se le confía suficientes recursos y la autoridad para que lleve a cabo sus responsabilidades designadas. Dios creó todo lo que existe, pero delegó al hombre la administración de todo lo creado. El hombre se constituyó en un mayordomo de Dios. Génesis 1:28 dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Hablando de lo mismo, Salmo 8:6-7 dice: Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
La meta principal de un mayordomo es ser fiel en el cumplimiento de sus responsabilidades. Note lo que dice 1 Corintios 4:2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
Fidelidad se debe entender en el sentido de que todo lo material que Dios nos ha confiado resulte en beneficio para Él, no para nosotros. Los bienes que Dios nos ha encomendado, entre otros pueden ser: la vida, el tiempo, los talentos, los dones, el dinero, las posesiones, la familia, su gracia. ¿Qué estamos haciendo para que estos bienes resulten en beneficio del dueño de ellos, el Señor? No es extraño por tanto que la Biblia en general y el Nuevo Testamento en particular contenga abundante enseñanza para los mayordomos. La parábola relatada por el Señor Jesús, conocida como la parábola del mayordomo injusto, provee de abundante información acerca de lo que Dios espera de los mayordomos. Se encuentra en Lucas 16:1-13. La Biblia dice: Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de tí? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? El dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
El hombre rico se ve en la necesidad de despedir a su mayordomo malo por malgastar sus bienes. Durante el breve período de tiempo antes que se haga efectivo el despido, el mayordomo malo contacta a los deudores de su amo y les reduce sustancialmente el monto de sus deudas, con la finalidad de granjearse el favor de ellos. Cuando el amo se entera, alaba a este mayordomo malo por su sagacidad para asegurarse amigos que le sean de ayuda una vez que termine sus funciones como mayordomo. Toda parábola tiene siempre una enseñanza central que no debe obscurecerse por los detalles accesorios. En el caso de esta parábola, el amo alabó al mayordomo malo por su sagacidad en el uso de los recursos, que sin ser suyos, estaban a su disposición en el presente, de modo que le garanticen bienestar en el futuro. De esto podemos aprender que debemos imitar la sagacidad del mayordomo. ¿De qué manera? Por medio de usar los recursos presentes que no son de nuestra propiedad sino que pertenecen a Dios, nuestro amo, para establecer relaciones permanentes con personas. El despido del mayordomo malo nos hace pensar que todo servicio de mayordomía llegará a terminar algún día, y eso podría ser el momento menos pensado. Nosotros seremos despedidos de esta vida así como el mayordomo malo fue despedido de su trabajo, y también de una manera inesperada. Así como el amo de la parábola señaló un día para despedir al mayordomo malo, así también Dios ha señalado un día cuando todos nosotros tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía. En consecuencia, deberíamos hacer exactamente lo que hizo el mayordomo malo, no me refiero a sus malas obras, me refiero a usar sagazmente el poco tiempo y los recursos que tenemos al momento, antes que se acabe nuestro tiempo de mayordomía, es decir nuestra vida en este mundo. Pero la parábola habla también de amigos y moradas eternas. El Señor Jesús no demandó que desechemos lo que él llamó las riquezas injustas, una referencia al dinero y las posesiones, sino que las usemos estratégicamente. ¿De qué manera? Para que cuando las riquezas injustas falten, os reciban en las moradas eternas. El dinero y las posesiones materiales son una herramienta en la obra de Dios, pero deben usarse en el momento que están disponibles, antes que seamos despedidos, por decirlo así, de esta vida. Una vez que salgamos de este mundo ya no hay más oportunidad para usar el dinero y las posesiones para ganar amigos que nos reciban en las moradas eternas. El mayordomo malo usó lo que tenía en su mano ese momento, aunque no era suyo, para asegurarse que en el futuro va a tener amigos que le reciban en sus casas. El Señor Jesús nos está diciendo que después que muramos, ya no nos servirá en absoluto el dinero, las posesiones, el tiempo. Cuando eso suceda, será demasiado tarde para ganar amigos que nos reciban en las moradas eternas mediante el uso de esas cosas. Pero ¿quiénes son esos amigos de los cuales habla la parábola? Todo hace pensar que se trata de creyentes en el cielo, quienes estarán allí como resultado de nuestro ministerio, o aquellos que han sido ganados para Cristo por medio del uso de los bienes materiales que Dios ha puesto bajo nuestra administración mientras estamos con vida en el mundo. Estos amigos tendrán sus moradas eternas en el cielo y nosotros tendremos toda la eternidad para disfrutar con ellos. Así que, amable oyente, llegará un día cuando el dinero y las posesiones no nos servirán en absoluto, el día cuando salgamos de este mundo. Mientras todavía nos sirven, ¿estamos usando el dinero y las posesiones para ganar esos amigos que nos recibirán en las moradas eternas? Cada vez que entregamos la ofrenda a la iglesia, cada vez que ofrendamos a los ministerios cristianos, cada vez que ofrendamos a los misioneros, cada vez que ofrendamos a personas necesitadas, estamos ganando amigos, amigos que por la obra de Cristo en ellos, estarán en el cielo, en las moradas eternas, listos para recibirnos. Ray Boltz escribió una canción muy popular que se llama “Gracias” La letra de la canción describe nuestro encuentro en el cielo con las personas que estarán allí gracias a algo que nosotros hicimos con el dinero y las posesiones mientras estábamos en el mundo con la finalidad que ellos escuchen el evangelio y reciban al Señor Jesucristo como Salvador. Ellos dirán: Gracias por dar al Salvador, estamos tan felices porque dieron. La parábola termina estableciendo un principio tan clave en la vida cristiana. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. El Señor Jesús constantemente nos prueba en las cosas pequeñas. El contexto determina que las cosas pequeñas se refiere al dinero y a las posesiones. Si usamos el dinero y las posesiones para invertirlas en la obra del Señor, estamos siendo fieles en las cosas pequeñas, y eso garantiza que Dios nos confiará las cosas más grandes, las cosas eternas. El dinero y las posesiones son lo ajeno, porque pertenecen al Señor. Si usamos el dinero y las posiciones para invertirlas en la obra del Señor estamos siendo fieles en lo ajeno y eso garantiza que Dios nos confiará lo que es nuestro, algo que no se puede perder jamás. Que por la gracia de Dios sea un mayordomo sagaz, usando lo que le ha sido dado para administrar, de modo que produzca un rédito eterno.

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