Peligros del materialismo

Es muy grato saludarle amiga, amigo oyente, y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando lo que dice Dios en su palabra acerca del dinero y las posesiones en general, dentro de la serie titulada: Dinero y Posesiones a la Luz de lo Eterno. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de los peligros del materialismo.

Cordiales saludos amable oyente. Que el Señor en su gracia traiga gozo a su corazón por medio de su palabra. El materialismo debe ser tan ofensivo a Dios que Él lo compara con la idolatría y el adulterio. Observe lo que dice Colosenses 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
La avaricia que no es otra cosa sino la pasión desordenada por las cosas materiales, es catalogada por Dios como idolatría. Ahora considere lo que leo en Santiago 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
El materialismo es parte del amor al mundo. Dios considera como adúlteros a los que aman el mundo. Es probable que Ud. piense que todo esto es, digamos, un tantito radical, o un poquito exagerado, pero Dios tiene buenas razones para calificar tan drásticamente el materialismo. Lo que pasa es que el materialismo es muy peligroso por varias razones. En primer lugar, porque previene o destruye la vida espiritual. Permítame leer el texto bíblico en Apocalipsis 3:17-18. La Biblia dice: Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
El Señor Jesús confronta a los creyentes de la iglesia en Laodicea por cuanto llegaron a ser tan ricos que no tenían necesidad de ninguna cosa, y por eso pensaban que Dios les estaba premiando. La prosperidad material no siempre es una bendición de Dios amado oyente. El Señor Jesús que conoce a fondo todas las cosas, dijo que los creyentes de Laodicea en realidad eran desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos. El materialismo arrastró a esta terrible condición espiritual a los creyentes de la iglesia en Laodicea. Intentar hallar satisfacción para el alma en las cosas materiales es necedad. En las Confesiones de San Agustín encontramos el siguiente pensamiento acerca de Dios: Tú nos has hecho para ti, oh Dios, y el corazón del hombre no descansará hasta que halle descanso en ti. ¡Hermoso! ¿No le parece? El materialismo acaba con esta pasión que debe ser parte de la vida espiritual de todo creyente. En segundo lugar, el materialismo nos vuelve ciegos a los peligros de la riqueza. Note lo que dice 1 Timoteo 6: 8-10 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
El materialismo se presenta como un poderoso y respetable caballero, pero debajo de su ropaje deslumbrante se esconden los harapos y la podredumbre. Es tan persuasivo que alguien ha dicho que según su experiencia el 95% de los creyentes que enfrentan la prueba de la persecución lo superan con éxito, mientras que el 95% de los creyentes que enfrentan la prueba de la prosperidad material fallan. Esta fue la amarga experiencia del pueblo de Israel en el tiempo del profeta Ezequiel. Leo en Oseas 13:6 En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí.
Lucharon tanto por obtener prosperidad material y cuando lo lograron se olvidaron de Dios. No reconocieron de antemano los peligros de la riqueza. En tercer lugar, el materialismo es fuente de desdicha y ansiedad. ¡Qué ironía! Lo que prometía tanta felicidad y tranquilidad resultó en desdicha y ansiedad. Si no me cree, considere los testimonios de algunas personas muy acaudaladas. John D, Rockefeller dijo: He hecho muchos millones, pero no me han traído felicidad. W. H. Vanderbilt dijo: Cuidar 200 millones es como para matar a cualquiera. No existe ningún placer en eso. John Jacob Astor dijo: Soy el hombre más miserable en la tierra. Henry Ford dijo: Yo era más feliz cuando hacía el trabajo de un mecánico. Andrew Carnegie dijo: Los millonarios casi nunca sonríen. Esos son sólo pocos ejemplos de multimillonarios, quienes a pesar de su cuantiosa fortuna, la felicidad siempre les fue esquiva. Cuanta razón tiene la palabra de Dios en aquel texto que ya lo leí anteriormente, en 1 Timoteo 6:10: Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron traspasados de muchos dolores. Cuidado amable oyente caiga en el engaño del materialismo. Promete todo pero no cumple nada. En cuarto lugar, el materialismo es una utopía, es algo vacío. Note lo que dice Eclesiastés 5:10. El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
Estas palabras fueron escritas por un hombre que según su propio testimonio no se privó de ningún placer existente, tuvo toda la riqueza que se pueda imaginar, tuvo todo el poder y esplendor que enloquecería a muchos, sin embargo, al final, siendo ya viejo, reconoció que todo lo que había conseguido era fútil, algo vacío. Todo esto es vanidad, fue la conclusión a la que llegó Salomón. De modo que, amable oyente, el materialismo no puede jamás satisfacer la necesidad profunda del alma. En quinto lugar, el materialismo es un obstáculo para aprovechar cosas de valor eterno, como la salvación. La persona que se ha rodeado de riqueza y bienestar material, halla mucha dificultad en aceptar cosas de valor eterno que sin embargo son gratis, como el don de la salvación por ejemplo. Isaías 55:1 dice: A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
La persona que vive controlada por las cosas materiales está acostumbrada a pensar que si algo es bueno, si algo vale la pena, debe costar mucho, pero como la salvación no cuesta nada al pecador, el hombre que es materialista no le da ningún valor. Por eso es que el Señor Jesús pronunció esas memorables palabras acerca de los ricos, que registra Mateo en su Evangelio. Leo en Mateo 19:23-24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
No es imposible que un rico se salve, pero es muy difícil. Dios tiene que hacer una obra especial en ellos para que entiendan que lo mejor que puede haber en esta vida y en la otra, la salvación, es un regalo de Dios al pecador que cree en la obra perfecta y completa del Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. Si Ud. amable oyente, tiene una fortuna considerable pero todavía no ha recibido al Señor Jesucristo como su Salvador, Ud. debe saber lo que alguien alguna vez dijo: Si tienes todo pero te falta Cristo, no tienes nada, si tienes a Cristo pero te falta todo, tienes todo. En sexto lugar, el materialismo impulsa la auto suficiencia, lo cual es letal para la fe. Como decía antes, la persona acaudalada tiene serias dificultades para ejercitar su fe. ¿Cómo puede alguien orar a Dios por el pan cotidiano cuando tiene toda la panadería a su disposición? El materialismo enceguece de tal manera a la gente rica que le hace sentir autosuficiente. ¿Para qué esperar en Dios si ya tiene todo lo que él piensa que le va a hacer feliz para siempre? En séptimo lugar, el materialismo conduce al orgullo y al desprecio a los demás. Los ricos aman a los que están a su mismo nivel social y económico y desprecian a todos los que según ellos no están a su nivel. Eso lo vemos en el libro de Santiago, cuando los ricos fomentaban las divisiones en la iglesia. Santiago 2:2-4 dice: Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
Finalmente el materialismo impulsa la injusticia social, el abuso de los más pobres, la competencia para ver quien tiene más y cosas por el estilo. Por todo esto es que Dios cataloga al materialismo como idolatría y adulterio.

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