Un siervo de Jesucristo reconoce que todo lo que produce su ministerio

Es muy grato saludarle amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando la segunda epístola de Pablo a los Corintios, en la serie que se titula: El legado de un siervo de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a mostrar que un siervo de Jesucristo reconoce que todo lo que produce su ministerio es por obra y gracia de Dios.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en 2 Corintios 4:5-12. Vivimos en un mundo en el cual se induce a un verdadero culto a la personalidad, no sólo en el mundo secular, hablando de deportistas, cantantes, actores, actrices, escritores, sino también dentro de la iglesia. Son tantos los casos de “siervos del Señor” entre comillas que henchidos de su bien o mal habida fama se jactan de sus genuinos o ficticios logros. Usted sabe: Yo tengo una iglesia de 20.000 miembros y ¿cuántos miembros tiene su iglesia? Como si ellos fueran los dueños de la iglesia. O tal vez: Mi iglesia maneja un presupuesto de 20 millones de dólares, ¿y la suya? Algo tan distinto a la actitud de Pablo, quien deja para nosotros un hermoso legado de humildad al dar el crédito de todo lo que hacía a Dios. En primer lugar consideremos la actitud de Pablo en el ministerio. 2 Corintios 4:5 dice: Porque no nos predicamos a nosotros mismos,  sino a Jesucristo como Señor,  y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.
A pesar de ser apóstol y de todos los logros alcanzados en la obra del Señor, Pablo jamás hacía alarde de sus éxitos para obtener la admiración de la gente. Según sus propias palabras, Pablo no se predicaba a sí mismo, lo cual significa que el tema de su predicación no era él mismo o sus logros. El tema de su predicación era siempre Jesucristo como Señor. Señor significa el Amo, el Dueño. La predicación de Pablo se caracterizaba por magnificar y exaltar al Señor Jesucristo. Si por alguna razón se daba el caso de hablar de sí mismo, Pablo se aseguraba que todos entiendan que era un siervo de ellos por amor de Jesús. La palabra que se ha traducido como siervo, significa en realidad esclavo. Pablo se consideraba a sí mismo como un esclavo de los corintios, por amor de Jesús. Pablo había fue el objeto del amor de Jesús, y lo mínimo que podía hacer en respuesta es servir a los creyentes como si fuera un esclavo de ellos. Es la única respuesta válida para el gran amor que ha tenido Cristo para los creyentes. Este ejemplo de Pablo debería ser tomado muy en cuenta por tantos “evangelistas” entre comillas que olvidando que deben ser esclavos de los creyentes, se tornan en amos de los creyentes al punto que demandan que les rindan pleitesía. Ya no se ve muchos pastores que viven para las ovejas, pero se ve muchos pastores que viven de las ovejas. En segundo lugar, tenemos la razón de Pablo para tener una actitud así en su ministerio. 2 Corintios 4:6 dice: Porque Dios,  que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz,  es el que resplandeció en nuestros corazones,  para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Mirar al glorioso mensaje del evangelio como lo estaba viendo Pablo no fue mérito suyo, porque tal vez él era más inteligente o más capaz que aquellos que no lo podían verlo así. Todo fue mérito de Dios obrando en la vida de Pablo. Así como con el poder de su palabra Dios mandó que resplandeciese la luz, en medio de las densas tinieblas en el primer día de la creación, según el relato de Génesis capítulo 1, con el mismo poder de su palabra, Dios hizo que resplandezca la luz del evangelio en la mente de Pablo, con lo cual pudo mirar con claridad la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. El evangelio tiene como elemento más importante a la persona y obra del Señor Jesucristo, en quien se manifiesta la gloria de Dios, porque es Dios en forma humana. Los incrédulos no deberían recibir a Cristo como Salvador solamente para librarse de recibir el castigo eterno en el infierno, sino más porque el evangelio ofrece como beneficio más importante a la persona del Señor Jesucristo el cual es la imagen de Dios. ¿Podrá haber algo mejor que esto dentro o fuera de la tierra? Si no se logra mirar al Señor Jesucristo como Dios es imposible que alguien pueda llegar a ser salvo. Esto fue lo que motivó a Pablo a no pensar de sí mismo como algo digno de ser admirado por la gente, sino simplemente como un esclavo de los seguidores del Señor Jesucristo. En tercer lugar, Pablo nos habla que ese maravilloso tesoro, que es el evangelio del Señor Jesucristo, está en vasos de barro. 2 Corintios 4:7 dice: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro,  para que la excelencia del poder sea de Dios,  y no de nosotros,
Dios ha confiado a hombres frágiles, como Pablo y nosotros, este tesoro maravilloso que debe ser proclamado, el glorioso evangelio de Jesucristo. Los vasos de barro de los cuales habla Pablo, somos Pablo, Timoteo, y todos los que proclamamos el glorioso evangelio. ¿Con qué propósito Dios puso ese grandioso tesoro en vasos de barro? Pues para que la excelencia del poder sea de Dios y no de los hombres. Todos nosotros, los mensajeros del evangelio, no somos sino vasos de barro. Un vaso de barro no es atractivo a la vista, pero lo que llevamos dentro, el mensaje glorioso del evangelio, es un tesoro incomparable. Cuando hacemos algo en la obra de Dios, el crédito no es para el vaso de barro sino para el tesoro que está dentro del vaso de barro. Tal vez alguien podría criticar a Pablo de que le está faltando un poco de auto estima al pensar de sí mismo como un mero vaso de barro, con un tesoro incomparable adentro. Por eso Pablo presenta las pruebas de esta verdad. 2 Corintios 4:8-9 dice:  que estamos atribulados en todo,  mas no angustiados;  en apuros,  mas no desesperados;
2Co 4:9  perseguidos,  mas no desamparados;  derribados,  pero no destruidos;
Pablo y los suyos fueron atribulados en todo, pero eso no les llevó a la angustia, por cuanto sabían que Dios está en control de la situación. Estaban en apuros, es decir enfrentando situaciones en la las cuales no se veía una salida posible, pero eso no les condujo a la desesperación. Estaban perseguidos, pero en cada caso de persecución Dios estaba allí con su mano protectora. Jamás fueron desamparados por Dios. Estaban derribados, sus enemigos pensaban que ya deben haber muerto, pero Dios dijo: No. Cuenten conmigo para levantarse. Pablo resume sus padecimientos como vasos de barro en 2 Corintios 4:10 donde dice: Dondequiera que vamos,  siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús,  para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo.
No importa donde Pablo y los suyos iban, allí enfrentaban gran aflicción por la causa de Cristo. Pablo compara su constante persecución y sus sufrimientos con los del Señor Jesús, cuya muerte abrió paso a su resurrección. Esto se hace más evidente en 2 Corintios 4:11 donde dice: Porque nosotros que vivimos,  siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús,  para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
Por ser fieles discípulos de Cristo, Pablo y sus compañeros siempre estaban entregados a muerte por causa de Jesús, pero Dios, mediante su poder, estaba siempre protegiendo, de modo que la vida de Jesús se manifestaba en sus cuerpos mortales. Pero todo lo que Pablo tuvo que soportar valía la pena por el propósito de ganar almas para Cristo. 2 Corintios 4:12 dice: De manera que la muerte actúa en nosotros,  y en vosotros la vida.
Pablo y los suyos enfrentaban la muerte todos los días, pero si ese era el precio que había que pagar para llevar almas a los pies de Cristo, Pablo estaba dispuesto a pagar el precio para que muchos que estaban muertos espiritualmente lleguen a tener vida espiritual. Un hermoso legado de un siervo de Jesucristo es su humildad en el ejercicio de su ministerio. Hace algunos días tuve la oportunidad de mirar a un famoso tele evangelista en un canal de televisión cristiano. Con sus mejores galas y una reluciente colección de joyas en sus muñecas, en su cuello y en sus dedos. Este predicador arengaba a los televidentes a tener fe para que Dios les premie con más de las cosas que él ya las tenía. Me preguntaba mientras veía: ¿Y dónde habrá quedado el ejemplo de Pablo, quien siempre estaba entregado a muerte por causa de Jesús, al punto que estaba atribulado, mas no angustiado, en apuros, mas no desesperado, perseguido mas no desamparado, derribado, pero no destruido? Este modelo no se ve en la mayoría de los famosos predicadores del mundo evangélico.

Y así estamos llegando nuevamente al término de una edición mas de nuestro programa LA BIBLIA DICE… Agradecemos sinceramente a todos los que con sus oraciones y ofrendas hacen posible que sigamos adelante. Pero antes quiero dejar con ustedes la PREGUNTA DEL DÍA ¿Condena o no La Biblia el uso de la barba en los creyentes? Busque la respuesta en nuestra página Web y además conozca todo el material que está a su disposición, la dirección es: labibliadice.org. Bendiciones y le esperamos en nuestra próxima edición.

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