Un siervo de Jesucristo debe ser transformado de gloria en gloria en la misma imagen del Señor

Cordiales saludos amable oyente. Es un privilegio para mí saber que me está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda epístola de Pablo a los Corintios en la serie titulada: El legado de un siervo de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a ver que un siervo de Jesucristo debe ser transformado de gloria en gloria en la misma imagen del Señor.

En nuestro último estudio bíblico vimos que el nuevo pacto, o el ministerio del espíritu, es infinitamente superior al antiguo pacto, o al ministerio de muerte grabado con letras en piedras, por cuanto es un ministerio con más gloria, un ministerio de justificación y un ministerio que permanece para siempre. Con esto en mente, abramos nuestras Biblias en 2 Corintios 3:12-18. Lo primero que vamos a encontrar es la confianza que Pablo tenía al anunciar el nuevo pacto. 2 Corintios 3:12-13 dice: Así que,  teniendo tal esperanza,  usamos de mucha franqueza;
2Co 3:13  y no como Moisés,  que ponía un velo sobre su rostro,  para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.
Pablo estaba tan seguro de su esperanza, o de los beneficios del nuevo pacto, que no se avergonzaba de proclamarlo a los cuatro vientos. Por eso dice que él y los suyos usaban de mucha franqueza. La palabra que se ha traducido como franqueza, se podría traducir también como confianza. Así debe ser nuestra predicación, sin dubitación, sin inseguridad, sino con plena confianza, con franqueza. Esto es algo que no se podía hacer con el pacto antiguo. Cuando Moisés descendió del monte con las tablas de piedra escritas por Dios, su rostro resplandecía, al punto que los Israelitas tenían temor de mirarlo, pero después de hablar al pueblo, Moisés se ponía un velo sobre su rostro. La gran pregunta es: ¿Con qué propósito? Pablo responde esta pregunta diciendo: Para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Lo que sucedía es que a medida que pasaba el tiempo, el resplandor en el rostro de Moisés se iba desvaneciendo hasta desaparecer y Moisés no deseaba que los Israelitas lo notaran, porque después de todo ¿quién quiere tener como líder a alguien cuya gloria se ha desvanecido? Pero el desvanecimiento del resplandor en el rostro de Moisés era una lección objetiva que manifestaba que algún momento en lo futuro, ese pacto antiguo que Dios dio a Israel por medio de Moisés iba a ser abolido para dar paso al nuevo pacto mucho más glorioso que el antiguo pacto. Lamentablemente, así como los hijos de Israel no podían ver como se desvanecía el resplandor en el rostro de Moisés, por el velo que llevaba, los hijos de Israel también tenían un velo en su mente que les impedía comprender que el antiguo pacto era algo temporal. De esto se ocupa Pablo en segundo lugar. 2 Corintios 3:14-15 dice: Pero el entendimiento de ellos se embotó;  porque hasta el día de hoy,  cuando leen el antiguo pacto,  les queda el mismo velo no descubierto,  el cual por Cristo es quitado.
2Co 3:15  Y aun hasta el día de hoy,  cuando se lee a Moisés,  el velo está puesto sobre el corazón de ellos.
El entendimiento de los hijos de Israel se embotó. El verbo que se ha traducido como “embotar” significa endurecer o encallecer. Los hijos de Israel llegaron a tener un entendimiento endurecido o encallecido, por lo cual cuando leían el antiguo pacto, era como si tuvieran un velo cubriendo su entendimiento, el cual les impedía entender que el antiguo pacto era temporal y que por tanto había de ser abolido para dar paso al nuevo pacto. Solamente Cristo tiene el poder para quitar ese velo que cubre el entendimiento de los hijos de Israel y que impide comprender la inferioridad del antiguo pacto con relación al nuevo pacto. Pero algo trágico es que aún en el tiempo de Pablo, cuando los hijos de Israel leían a Moisés o al antiguo pacto, ese velo espiritual todavía estaba cubriendo la mente, o el corazón de los hijos de Israel. El mejor ejemplo de esto, era los falsos maestros judíos, conocidos como judaizantes, quienes estaban enseñando a los creyentes de Corinto a cumplir con algunas prácticas de la ley de Moisés. El único que puede remover ese velo espiritual que impide reconocer que el antiguo pacto es temporal, es la persona del Señor Jesucristo, por medio del poder del Espíritu Santo. Pablo tenía gran ilusión por ver a los hijos de Israel amparándose bajo el nuevo pacto, recibiendo a Cristo como Salvador. En tercer lugar tenemos la libertad que ofrece el nuevo pacto. 2 Corintios 3:16-17 dice: Pero cuando se conviertan al Señor,  el velo se quitará.
2Co 3:17  Porque el Señor es el Espíritu;  y donde está el Espíritu del Señor,  allí hay libertad.
Cuando cualquier persona deposita su fe en la persona y obra del Señor, y se convierte al Señor, el velo espiritual que no le permitía entender que el antiguo pacto es temporal se quitará, para que el creyente reconozca que el nuevo pacto es totalmente superior al antiguo pacto. El verbo convertirse es la traducción de un verbo que literalmente significa dar un giro de 180 grados. Convertirse al Señor significa reconocer como una realidad todo lo que el Nuevo Testamento dice en cuanto al Señor Jesucristo y por tanto, recibirle como único y suficiente Salvador personal. Luego Pablo dice que el Señor es el Espíritu. Esta es una afirmación inapelable de que el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo son una misma esencia, pero cada uno es una persona diferente. A continuación Pablo dice que donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Esto no significa como piensan algunos que el Espíritu Santo induce a un creyente a manifestar conductas fuera de lo normal como girar sobre sí mismo a manera de trompo, caerse, balbucear, reírse descontroladamente o tantas otras acciones que gratuitamente se las atribuye al Espíritu Santo. Lo que significa es que el Espíritu Santo revela al creyente la verdad que los que estamos en Cristo, no tenemos que vivir nuevamente bajo la esclavitud de la ley de Moisés, tratando de ser justificados por Dios mediante el cumplimiento de las normas y preceptos de la ley de Moisés, sino que estamos libres de la ley de Moisés por cuanto dependemos de la fe en la persona y obra del Señor Jesucristo para ser justificados por Dios. Libres de la ley de Moisés no significa que los creyentes estamos sin ley. Lo que significa es que ya no tenemos que cumplir con los mandamientos del Nuevo Testamento para hacer que Dios nos acepte, sino que porque Dios ya nos ha aceptado en Cristo estamos en capacidad de cumplir con los mandamientos del Nuevo Testamento. Este pensamiento es justamente lo que lleva a Pablo al último punto de nuestro estudio. En cuarto lugar, tenemos el maravilloso resultado de buscar al Señor en su palabra. 2 Corintios 3:18 dice: Por tanto,  nosotros todos,  mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor,  somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,  como por el Espíritu del Señor.
Bajo el antiguo pacto, solamente Moisés subió al monte para tener comunión con Dios, pero en el nuevo pacto, todos los creyentes tenemos el privilegio de tener comunión con Dios en todo momento sin subir a ningún monte. A través del Señor Jesucristo tenemos permanente acceso a la misma presencia de Dios. El espejo es un símbolo de la palabra de Dios. Mientras escudriñamos la palabra de Dios y vemos allí al Señor Jesucristo en toda su hermosura y magnificencia, el Espíritu Santo nos transforma en su misma imagen. El texto dice que somos transformados. Transformados es la misma palabra que el Nuevo Testamento utiliza cuando el Señor Jesús se transfiguró ante Pedro Jacobo y Juan. Esto habla de un cambio exterior que se origina desde el interior. La gloria de la esencia del Señor Jesucristo se hizo temporalmente visible en un cambio de su apariencia externa. Moisés solamente reflejaba la gloria de Dios, pero nosotros los creyentes podemos irradiar la gloria de Dios. Cuando meditamos en la palabra de Dios y contemplamos al Hijo de Dios, entonces el Espíritu Santo nos transforma. Llegamos a ser cada vez más semejantes al Señor Jesucristo. Esto es lo que significa: “somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. Esto es algo que jamás se podría lograr mediante el cumplimiento de la ley de Moisés. La gloria de la Ley se desvaneció, pero la gloria de la gracia de Dios se manifiesta más y más en nuestras vidas. Uno de los maravillosos legados de un siervo de Jesucristo es que la vida se va transformando más y más a la imagen del Señor Jesucristo en la medida que escudriñamos su palabra y vivimos en la práctica lo que allí encontramos.

Antes de finalizar nuestro programa le invito a visitar nuestra página Web y conocer la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA que dice así: Hay una iglesia que afirma que solamente los que allí se congregan son perfectos cristianos y los que no asisten a esa iglesia son cristianos pero imperfectos. ¿Es así? Nuestra dirección en Internet es: triple w.labibliadice.org. Todos los que hacemos LA BIBLIA DICE… deseamos Que Dios le bendiga ricamente y será hasta nuestro próximo programa.

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