Pedido que dice: Y no nos metas en tentación

Qué grato es estar nuevamente junto a Usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando la oración modelo que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos. En esta oportunidad, vamos a estudiar ese pedido que dice: Y no nos metas en tentación.

Si dispone de una Biblia, ábrala en Mateo 6:9-13. En este pasaje bíblico encontramos el modelo de oración que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos.

Es lo que popularmente se conoce como el Padrenuestro. La oración debe dirigirse a Dios así como un hijo se dirige a su padre. Dios llegó a ser nuestro Padre celestial cuando recibimos por la fe al Señor Jesús como nuestro Salvador personal. La oración contiene siete pedidos, divididos en dos grupos. El primer grupo, formado por tres pedidos, da atención a los asuntos de Dios. El segundo grupo, formado por cuatro pedidos, da atención a los asuntos del hombre. Los asuntos de Dios tienen precedencia sobre los asuntos del hombre en la oración modelo del Señor Jesús. Ya hemos estudiado los pedidos del primer grupo y hemos estudiado también dos de los cuatro pedidos del segundo grupo. Hoy nos corresponde estudiar el tercer pedido del segundo grupo. Se encuentra en el versículo 13 de Mateo 6, en su primera parte. Dice así: Y no nos metas en tentación. Observe que este pedido comienza con la conjunción “y” lo cual une este pedido a los dos anteriores, esto es, a: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, y: Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. La implicación de esto, es que así como cada día necesitamos de la gracia de Dios para enfrentar las circunstancias específicas de ese día, así también, cada día debemos pedir perdón al Padre por nuestros pecados, y cada día debemos pedir al Padre que no nos meta en tentación. La palabra griega que se ha traducido como tentación, puede significar prueba con un propósito o efecto beneficioso, o incitación al mal con el propósito concreto de conducir a actuar mal. El contexto determina el significado preciso. En este caso en particular, parece que ambos significados podrían aplicarse. Si lo tomamos en el sentido de prueba con el propósito o efecto beneficioso, la idea es que el hijo de Dios debe pedir a su Padre celestial diariamente que cuando sea sometido a prueba, la gracia de Dios esté con él para no desmayar y salir fortalecido de la prueba. El pedido no sería en el sentido de no querer ser probado por Dios, sino más bien en el sentido de que al ser probado por Dios salgamos victoriosos de la prueba. Pero si lo tomamos en el sentido de una incitación al mal con el propósito concreto de conducir a actuar mal, la idea es que el hijo de Dios, debe pedir a su Padre celestial diariamente, que al encontrarse en circunstancias que incitan al mal, la gracia de Dios esté con él para no ceder a la tentación y caer en pecado. En este sentido, el clamor se complementa con el pedido anterior. Cuando pedimos al Padre: Perdónanos nuestras deudas, estamos mirando hacia atrás en el tiempo y pidiendo a Dios perdón por las cosas malas que ya hemos hecho. Cuando pedimos al Padre: No nos metas en tentación, estamos mirando hacia delante en el tiempo y pidiendo a Dios que nos ayude a no cometer pecado en el futuro. No nos metas en tentación es un reconocimiento de nuestra propia debilidad para enfrentar el pecado. Es un reconocimiento que todos nosotros, no importa cuan maduros pensemos que somos, somos propensos a ceder a la tentación. Si Usted amable oyente no toma conciencia de su propia debilidad ante el pecado, es posible que esté en el borde mismo del barranco y no será sino cuestión de tiempo para que se produzca una caída en pecado. Mientras más conscientes estemos de nuestra debilidad ante el pecado, más medidas tomaremos para evitar caer en pecado. No nos metas en tentación, también es un reconocimiento de cuan poderoso es el pecado. Si no me cree, sólo piense en las muchas veces que se ha propuesto no cometer tal o cual pecado, pero sin embargo ha caído justamente en ese mismo pecado y tal vez con lágrimas en sus ojos ha tenido que admitir que el pecado le ha vencido una vez más. No nos metas en tentación también es un reconocimiento que sólo Dios con todo su poder puede mantenernos libres de caer en el pecado. Dios jamás tuvo en mente que sus hijos nos enfrentemos solos ante el pecado. La idea de Dios siempre fue que dependamos de su poder para vivir en santidad. Por eso Dios nos ha dado su Espíritu para depender de él y no ceder a la tentación. Más aún, la palabra de Dios nos enseña que los que hemos creído en Cristo hemos muerto juntamente con él y esto nos permite no responder a las insinuaciones para pecar. Así como un cadáver no responde a los estímulos de los vivos, el creyente no debería responder a los estímulos de su propia naturaleza pecaminosa, a los estímulos del mundo, y a los estímulos de Satanás. En este punto, será necesario aclarar un asunto. Tal vez Usted que conoce la Biblia está algo confundido pensando en ¿Cómo es esto que pedimos a Dios que no nos meta en tentación, cuando la Biblia en Santiago 1:13 dice: Cuando alguno es tentado,  no diga que es tentado de parte de Dios;  porque Dios no puede ser tentado por el mal,  ni él tienta a nadie?

Si Dios no tienta a nadie, ¿por qué entonces tenemos que pedir que no nos meta en tentación? Pues, al pedir al Padre que no nos meta en tentación, no estamos pidiendo que Dios no nos incite a hacer el mal. Lo que estamos diciendo es que reconocemos nuestra debilidad para mantenernos firmes cuando las circunstancias externas apelan a nuestra naturaleza caída interna para que cedamos a sus insinuaciones y cometamos pecado, y por tanto desesperadamente necesitamos de la ayuda, de la asistencia de Dios para no caer en el pecado. Un hombre de Dios oraba de esta manera a su Padre: Señor, soy débil, y si dependiera de mí, me gustaría evitar cualquier tentación al mal. No te pido que me libres de las pruebas, porque yo sé que son necesarias para mí, pero Señor, si en este día voy a encontrar algo en mi camino que me incite a pecar, Señor entonces para tu gloria dame la victoria.

Toma mi mano y mantenme cerca de ti, Señor. No te pido que me libres del horno de fuego de la prueba, sino Señor, desesperadamente necesito de tu presencia en medio de ese fuego. De esto se trata este pedido: No nos metas en tentación. Dios es más que poderoso para asistirnos de manera que no ofendamos su nombre cayendo en el pecado. Tal vez alguno de nuestros amigos oyentes estará diciendo: Yo necesito ese poder en mi vida, porque estoy cansado del círculo vicioso de caer en un pecado, arrepentirme y confesarlo a Dios, para volver a caer otra vez en ese mismo pecado y así repetir el ciclo cantidad de veces. Si ese es su caso, amable oyente, no es que Dios le esté negando el poder sobre la tentación, lo que probablemente está pasando es que Usted no está siendo honesto cuando clama a Dios diciendo: No nos metas en tentación. ¿Cómo podría el Padre contestar su oración en el sentido que no le meta en tentación cuando Usted mismo, por sus propios medios se mete en circunstancias que no honran para nada a Dios? ¿Cómo puede orar al Padre diciendo: No nos metas en tentación, cuando persiste en esa relación sentimental que está arruinando su vida? ¿Cómo puede orar al Padre diciendo: No nos metas en tentación, cuando se deleita tanto mirando las escenas inmorales en la televisión, las revistas, los periódicos? ¿Cómo puede orar al Padre diciendo: No nos metas en tentación cuando echa mano de prácticas deshonestas en su negocio? ¿Cómo puede orar al Padre diciendo: No nos metas en tentación cuando solamente el domingo se pone el ropaje de santidad para estar en el culto dominical y de lunes a sábado maneja su vida a su antojo? No nos engañemos amable oyente. Si de corazón y con toda sinceridad oramos al Padre diciendo: No nos metas en tentación, esto determinará las amistades que voy a tener, los libros que voy a leer, las revistas que voy a mirar, los programas de televisión que voy a ver, los lugares donde voy a estar, las conversaciones que voy a oír, las palabras que voy a decir, hasta los pensamientos que voy a tener, porque jamás puedo esperar que el Padre no me meta en tentación si yo por mis propios medios me meto en tentación. Pero si Usted deja a un lado todo lo que desagrada a Dios entonces podrá acercarse a él como Padre y decirle: No nos metas en tentación, con la seguridad de que su mano tomará firmemente la suya para sostenerle en medio de la tentación mas fuerte. Que el Señor le bendiga.

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