Obra del Espíritu Santo en los creyentes

Un cálido y fraternal saludo amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Tenemos como tema de estudio el Espíritu Santo, y dentro de ello su obra. Por medio de saber lo que el Espíritu Santo ha hecho podemos conocerle mejor y consecuente podemos amarle y respetarle más. Ya hemos considerado la obra del Espíritu Santo en el incrédulo y comenzamos a estudiar la obra de Espíritu Santo en el creyente. En nuestro último estudio bíblico vimos que el Espíritu Santo regenera al creyente. La regeneración es esa obra sobrenatural del Espíritu Santo por la cual otorga vida espiritual a quien estaba muerto espiritualmente. Se la conoce también como el nuevo nacimiento. El nuevo nacimiento o la regeneración es una obra instantánea, no puede ser percibida por medio de los sentidos, aunque su resultado puede ser percibido por los sentidos, implica el recibir una nueva naturaleza que permite que el regenerado pueda agraciar a Dios y resulta en un nuevo estilo de vida por parte del regenerado. El Espíritu Santo regenera o hace nacer de nuevo a la persona que reconoce su necesidad de salvación, reconoce que Cristo es el único Salvador y reconoce que existe un juicio sobre todo aquel que rechaza a Cristo como Salvador. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos hablará de otra obra del Espíritu Santo en los creyentes.

Una de las obras más espectaculares del Espíritu Santo en los creyentes es morar en sus cuerpos. Quizá Ud. piense que estoy exagerando la nota al decir que esta obra del Espíritu Santo es espectacular, pero no hay exageración amigo oyente. Si Ud. reconociera lo que es el Espíritu Santo y tuviera plena conciencia de su grandeza, de su gloria y de su magnificencia y reconociera que aun así mora o habita en cuerpos frágiles como los nuestros, estoy seguro que estaría de acuerdo conmigo cuando dije que es algo espectacular. El Nuevo Testamento nos habla en muchos lugares sobre la morada del Espíritu Santo. De entre los muchos pasajes bíblicos sobre este asunto tomemos 1ª Corintios 6:19 donde dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” Tenemos varias cosas que se desprenden de este texto y que nos ayudarán a entender mejor lo que significa la morada del Espíritu Santo en el creyente. Primero, la morada del Espíritu Santo es universal a los creyentes. Pablo está hablando a todos los creyentes de Corinto y les dice: ¿O ignoráis que vuestro es templo del Espíritu Santo? Esto es importante notar porque no son pocos los creyentes en la actualidad que piensan que por alguna razón no tienen al Espíritu Santo morando en sus vidas. Si una persona no tiene al Espíritu Santo morando en su vida, eso significa que esa persona no es creyente así de sencillo. Observe lo que dice Romanos 8:9: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” El texto es claro al afirmar que si alguien no tiene el Espíritu Santo, simplemente no es salvo. De modo que, amigo oyente, si Ud. es creyente, Ud. tiene al Espíritu Santo morando en su vida. Segundo, la morada del Espíritu Santo en el cuerpo del creyente, además de ser universal a todos los creyentes, es permanente. En otras palabras, el Espíritu Santo no se va jamás del cuerpo de un creyente ¿Cómo lo sabemos? Pues examinemos nuevamente el texto en 1ª Corintios 6:19. La primera parte dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?” Ponga atención a la conjugación del verbo ser en esta oración. Está en tiempo presente. Esto significa que por siempre, el cuerpo del creyente es la morada o el templo del Espíritu Santo. El texto no dice: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo fue el templo del Espíritu Santo? Como si ya no fuera en el presente. Tampoco dice: O ignoráis que vuestro cuerpo será el templo del Espíritu Santo como si fuera algo para el futuro. ¡No señor! Dice claramente: o ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo. No son pocos quienes piensan que si el creyente peca, automáticamente deja de tener al Espíritu Santo en su vida. Pero tome en cuenta lo siguiente: Los creyentes de Corinto, a quienes escribió Pablo, no eran creyentes perfectos, impecables. Mas bien todo lo contrario, eran creyentes débiles, envueltos en pecado, pero sin embargo, Pablo dice que aún así, en esas condiciones estos creyentes son el templo del Espíritu Santo. El pecado afecta la vida del creyente, y afecta al Espíritu Santo, eso es indudable, pero no hace que el Espíritu Santo salga del cuerpo del creyente. Esto es así porque eso fue lo que prometió el Señor Jesucristo. Juan 14:16 dice: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” El otro Consolador es el Espíritu Santo y ha sido dado a cada uno de nosotros que somos creyentes para siempre, sin condiciones. Tercero, la morada del Espíritu Santo ocurre el instante mismo cuando la persona nace de nuevo al recibir a Cristo como Salvador. No antes, ni después. Jesús dijo lo siguiente según Juan 7:39 “El que cree en mi, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” ¿Qué es lo que Jesús quiso decir con estas palabras? Juan 7:39 nos da la respuesta. Dice así: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” Con solo creer en Cristo o recibirlo como Salvador, el creyente llega a ser entre muchas cosas, la morada del Espíritu Santo. Todo esto es fabuloso, ¿no le parece amigo oyente? Claro que si, es un gran privilegio. Pero todo gran privilegio demanda una gran responsabilidad, y eso es lo que tenemos en cuarto lugar. La morada del Espíritu Santo nos compromete a vivir para Dios. Volvamos a 1ª Corintios 6:19, pero leamos también el versículo 20. Dice así: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro Espíritu, los cuales son de Dios” El creyente no es dueño de sí mismo. Es propiedad de quien pagó el precio para comprarlo. La morada del Espíritu Santo en el creyente es la prueba de ello. En la práctica, esto significa que el creyente no debe manejar su vida a su propio antojo, sino ponerla a disposición del Espíritu Santo que mora en su vida. A esto se refiere el texto cuando dice: glorificad pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu. Qué triste que muchos creyentes, aun cuando saben que el Espíritu Santo está morando en sus vidas, no están viviendo para glorificar o mostrar a Dios en su estilo de vida. Algún día tendrán que rendir cuentas por tal desatino. En quinto y último lugar, la morada del Espíritu Santo, al igual que el nuevo nacimiento no es una experiencia que se puede percibir con los sentidos. Nadie puede decir: Ah, que bien, desde este instante siento que el Espíritu Santo está morando en mi vida. Lo que se puede percibir con los sentidos es el fruto o la consecuencia de la morada del Espíritu Santo, algo que trataremos en otra oportunidad. Ud. amigo oyente, puede saber que tiene al Espíritu Santo morando en su vida porque primeramente eso es lo que dice la palabra de Dios y luego porque puede apreciar algunas evidencias de ello en su diario vivir. Terminando ya, permítanos recapitular. Otra obra del Espíritu Santo es morar en el cuerpo de cada creyente. Esta morada es universal a los creyentes. Todo verdadero creyente tiene al Espíritu Santo en su vida. Esta morada es permanente. Una vez que el Espíritu Santo mora en un creyente, no se va jamás. Esta morada ocurre el instante que la persona recibe a Cristo como Salvador. Una persona que no tiene al Espíritu Santo, no es creyente. La morada del Espíritu Santo implica que el creyente no es dueño de sí mismo y por tanto está en la obligación de rendir su vida al Espíritu Santo. La morada del Espíritu Santo no puede ser percibida por los sentidos. Los resultados de ello, sí. El creyente sabe que tiene al Espíritu Santo porque eso es lo que dice la Biblia y porque puede percibir algunas evidencias de ello.

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