Hechos que acontecieron en las mismas circunstancias

Es motivo de gran gozo saludarle amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Continuamos estudiando el evangelio según Lucas. En nuestro último estudio bíblico comenzamos a examinar los hechos que ocurrieron en lo que se conoce como la última cena, conforme lo relata el evangelista Lucas. En esta ocasión vamos a estudiar otros hechos que acontecieron en las mismas circunstancias.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 22:21-30 En este pasaje bíblico, el Señor Jesús hizo dos declaciones impactantes para sus discípulos. La primera declaración es la presencia del traidor en la mesa. Lucas 22:21-23 dice: Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.
Luk 22:22  A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado;(D) pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
Luk 22:23  Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto.
Esta declaración del Señor Jesús, ocurrió inmediatamente después que el Señor Jesús instituyó la ordenanza conocida como la Santa Cena o la Cena del Señor, en la cual, a través de los símbolos, el pan y la copa, se hace memoria de la persona y obra del Señor Jesús, al morir en la cruz en lugar del pecador, y se anuncia al mundo su pronta venida. Tomando la copa, el Señor Jesús dijo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. Se trata del nuevo pacto, sellado con la preciosa sangre del Señor Jesús, que fue derramada en la cruz. Para que se pueda hacer este nuevo pacto era necesario que el Señor Jesús derrame su preciosa sangre. Para esto era necesario que el Señor Jesús muera. Para esto era necesario que alguien lo entregue, porque los líderes religiosos de Israel no podían encontrar nada en el Señor Jesús que sea digno de muerte. Es en estas circunstancias que el Señor Jesús hace esa declaración impactante: Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. El Señor Jesús sabía que era Judas Iscariote quien le iba a entregar, pero no mencionó su nombre. ¿Por qué? Seguramente para proteger la integridad de Judas Iscariote, porque si el Señor Jesús hubiese anunciado que Judas Iscariote era el traidor, es posible que los once hubiesen arremetido contra él. Mirando el relato en los otros evangelios, se puede concluir que aquella noche, a pesar que el Señor Jesús sabía que dentro de poco Judas Iscariote le iba a traicionar, le trató de la misma manera que trató a los demás apóstoles. Le besó, le lavó los pies, y se sentó con él a la mesa. Una vez que el Señor Jesús hizo este anuncio, añadió que lo que estaba pronto a suceder en cuanto a él mismo, no era resultado de la casualidad, sino de algo que fue decidido de antemano por la soberana voluntad del Padre. A la verdad, el Señor Jesús, el Hijo del Hombre va, no según la voluntad de los principales sacerdotes y los escribas, ni según la voluntad de Judas Iscariote, sino según la voluntad del Padre celestial. Sin embargo, el hecho que la entrega a traición por parte de Judas Iscariote, fue determinado de antemano, esto no libra a Judas Iscariote de ser culpable de haber entregado al Señor Jesús. Por eso el Señor Jesús dijo: Pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! ¿Cómo habrán caído estas palabras sobre Judas Iscariote? Pero nada ni nadie podía cambiar el curso de lo que Dios el Padre lo había determinado. Al oír la declaración del Señor Jesús, los apóstoles comenzaron a discutir entre sí, acerca de quien de ellos sería el que había de hacer esto. La segunda declaración es que aquel que sirve es el mayor. Lucas 22:24-30 dice: Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.(E)
Luk 22:25  Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores;
Luk 22:26  mas no así vosotros,(F) sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.(G)
Luk 22:27  Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.(H)
Luk 22:28  Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas.
Luk 22:29  Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí,
Luk 22:30  para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.(I)
Que ironía. El Señor Jesús había hablado del nuevo pacto que estaba por sellarse con su sangre, lo cual implicaba su muerte, había hablado de que estaba por ser entregado por uno de los doce y sin embargo, los discípulos se ponen a disputar entre ellos sobre quien de ellos sería el mayor. No era la primera vez que disputaron sobre este asunto. Lucas lo recoge en el capítulo 9, versículos 46 a 50, y lo estudiamos a su debido tiempo, pero esta vez la discusión debe haber sido más intensa a la luz de la declaración que hizo el Señor Jesús sobre la traición de uno de ellos. El asunto en disputa era: ¿Quién entre ellos es el mayor? El problema es que todos ellos sin excepción querían el honroso puesto de ser el mayor de todos, el jefe. Todos querían ser jefes. Todos nosotros tenemos muy profundo en nuestro corazón el anhelo de estar encima de todo y de todos. Es parte de la naturaleza humana. Los discípulos del Señor Jesús no eran diferentes. El Señor Jesús tiene una lección para ellos y para nosotros. El Señor Jesús comienza su declaración manifestando que lo que sus discípulos estaban anhelando y peleando por conseguirlo, es lo que la gente del mundo también anhela y pelea por obtenerlo. Dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores. Pelear por ser el mayor estaba poniendo a los discípulos del Señor Jesús en el mismo plano que la gente incrédula, la cual busca esas posiciones para enseñorearse sobre los demás, o para dominar a los demás, de modo que su ego sea halagado cuando otros le llamen bienhechor, un título favorito, usado por los reyes griegos de Egipto y Siria. No es nueva esa pasión humana por atribuirse títulos que ensanchan el ego de los que lo usan. Esto explica la razón por la cual, algunos siervos del Señor están dispuestos a dar cualquier cosa con tal de que alguien les confiera el título de profeta o de apóstol o de reverendo. Es parte de la naturaleza humana. La gente del mundo se afana por cosas así, pero, los que somos hijos de Dios debemos ser diferentes de la gente del mundo. El Señor Jesús dijo: Mas no así vosotros. ¿En dónde debe estar la diferencia? El Señor Jesús dijo: Sea el mayor como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. En esencia esto significa que en el reino de Dios, el mayor es el que sirve, no el que es servido. Impactante. Esta es una lección que debemos aprender todos los hijos de Dios, pero más los que ejercemos como líderes en el hogar o en la iglesia local o en un ministerio cristiano. El líder no es el que da órdenes para que otros hagan el trabajo, el líder es el que se pone hombro a hombro con los que están bajo su liderazgo para trabajar. Algo notable en la persona del Señor Jesús es que todo lo que enseñó primeramente lo practicó. Por eso dijo: ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Así es como lo ve el mundo. Pero el Señor Jesús dejó ejemplo de cómo es en el reino de Dios. Por eso dijo: Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve. No olvide que antes de sentarse a la mesa en aquella noche, el Señor Jesús se despojó de su manto, tomó una toalla y un lebrillo y lavó los pies de sus discípulos. Esto era lo que normalmente hacía un siervo en una casa. Pero el Señor Jesús dijo algo más con relación al servicio. A pesar de sus debilidades y sus aspiraciones egoístas, los discípulos, habían permanecido junto al Señor Jesús en todas sus pruebas. Esto va a ser recompensado por el Señor Jesús. La recompensa no es la salvación, porque la salvación no se la gana sino se la recibe por fe. La recompensa para los discípulos que acompañaron al Señor Jesús en sus pruebas tiene que ver con lugares de privilegio en el reino de Dios. El Señor Jesús les dijo: Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí. El propósito del Señor Jesús es que en su reino, sus discípulos se sienten a la mesa con él, para comer y beber. Esto implica comunión absoluta, sin trazas de pecado. Pero eso no es todo. El Señor Jesús también les otorgará sentarse en tronos, juzgando a las doce tribus de Israel. Se cumple lo que también es una realidad en la persona del Señor Jesús. Primero la humillación, después la exaltación. El Señor Jesús fue humillado hasta lo máximo cuando murió colgado de la cruz, así también, fue exaltado hasta lo sumo, posición en la que está en este momento. Sus discípulos también serán humillados en esta vida, pero en el reino de los cielos serán exaltados.

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