La entrada triunfal del Señor Jesús a Jerusalén

Reciba cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. Soy David Logacho y estoy aquí para guiarle en el estudio del pasaje bíblico que se encuentra en Lucas 19:28-44, el cual tiene que ver con lo que se llama la entrada triunfal del Señor Jesús a Jerusalén.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 19:28-44. A este pasaje bíblico se le conoce como la entrada triunfal del Señor Jesús a Jerusalén. Para ponerlo en el contexto histórico apropiado es necesario mencionar dos hechos importantes. El primero, que a estas alturas del ministerio público del Señor Jesús, estaba llegando a su máximo el rechazo al Señor Jesús por parte de los líderes de la nación de Israel. El segundo, que este evento ocurrió el primer día de la semana en la cual se celebraba la gran fiesta judía de la Pascua, en la cual se recordaba la liberación del pueblo de Israel de su esclavitud en Egipto. Como vimos en nuestro último estudio bíblico, los discípulos del Señor Jesús y la multitud que le acompañaba, estaban convencidos que el Señor Jesús iba a establecer su reino Mesiánico durante la Pascua. A pesar de todos los anuncios que hizo el Señor Jesús en cuanto a su inminente muerte y resurrección, sus discípulos y la multitud no estaban dispuestos a entender y aceptar este hecho. Con esto en mente, el pasaje bíblico para nuestro estudio de hoy se puede dividir en tres partes. La primera es la preparación de la entrada triunfal; la segunda, la entrada triunfal; y la tercera, el lamento en la entrada triunfal. Vayamos a lo primero, la preparación de la entrada triunfal. Lucas 19: 28 hasta la primera parte del 35 dice: Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén.
Luk 19:29  Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,
Luk 19:30  diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.
Luk 19:31  Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
Luk 19:32  Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
Luk 19:33  Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
Luk 19:34  Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.
Luk 19:35  Y lo trajeron a Jesús
Una vez que el Señor Jesús terminó su enseñanza acerca de la parábola de las minas, inició su caminata hacia Jerusalén. Lucas dice que iba subiendo a Jerusalén. Esta forma de expresión se debe a que ellos venían desde un territorio que está más abajo que Jerusalén. El camino escogido pasaba por Betfagé, nombre que significa la casa de los higos, lugar muy cercano a Betania, donde vivían Marta, María y Lázaro. Betania significa casa del pobre o casa de Ananías. Esta zona está en la ladera oriental del monte de los Olivos, en el camino de Jerusalén a Jericó, cerca de Jerusalén. Al acercarse a Betfagé, el Señor Jesús hizo uso de su poder divino de conocer el futuro a la perfección y ordenó a sus discípulos que vayan a la aldea de en frente, porque a la entrada iba a estar un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás. Les dijo que desaten al pollino y que lo traigan a él. A la pregunta de los dueños del pollino de por qué desatan al pollino, la respuesta debía ser: Porque el Señor lo necesita. Los discípulos obedecieron lo que ordenó el Señor Jesús y se cumplió absolutamente todo lo que de antemano dijo el Señor Jesús con la precisión más absoluta que se pueda imaginar. Son tantas las variables que un cumplimiento absoluto pero al azar es prácticamente imposible. Es una prueba más de que el Señor Jesús es Dios. Dicho esto, vayamos a la segunda parte. La entrada triunfal. Lucas 19: desde la segunda parte del versículo 35 hasta el 40 dice: y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.
Luk 19:36  Y a su paso tendían sus mantos por el camino.
Luk 19:37  Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,
Luk 19:38  diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor;(D) paz en el cielo, y gloria en las alturas!
Luk 19:39  Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
Luk 19:40  El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
Una vez que el pollino fue traído al Señor Jesús, los discípulos echaron sus mantos sobre el pollino y subieron al Señor Jesús encima. Hoy en día, un pollino o una mula se considera como un animal por demás humilde, pero en los tiempos del Antiguo Testamento y en la tierra de Israel, los reyes se movilizaban en su mula real. Note lo que dice 1 Reyes 1:33 cuando Salomón fue coronado como rey. La Biblia dice: Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón;
Al montar sobre el pollino, el mensaje que recibía la gente era: Allí va el rey. Al avanzar, los discípulos tendían sus mantos por el camino. En otras partes del Nuevo Testamento, se nota que además de mantos, los discípulos arrojaban ramas por el camino. Esta era la manera de rendir homenaje a un rey en aquellos tiempos. Al acercarse a Jerusalén, cuando pasaba por la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos comenzaron a regocijarse en gran manera y todos a una comenzaron a alabar a Dios por todas las grandes maravillas que habían visto por mano del Señor Jesús. La alabanza decía: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Todo esto que estaba sucediendo con el Señor Jesús tenía un doble propósito. En primer lugar, fue el cumplimiento de una profecía. Zacarías 9:9 dice: Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.(D)
En segundo lugar, para que la muerte del Señor Jesús ocurra durante la pascua, no después de la pascua como habían ya decidido los líderes de los judíos. Mateo 26:3-5 dice: Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás,
Mat 26:4  y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.
Mat 26:5  Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Al entrar a Jerusalén como rey, los líderes de Israel se vieron en la obligación de matarlo durante la Pascua, no después,  y de esa manera, el Señor Jesús fue el Cordero Pascual, quien fue sacrificado por nuestros pecados, el día preciso y a la hora precisa que se tenía la costumbre de sacrificar el cordero pascual. Interesante que la multitud que a voz en cuello estaba alabando al Señor Jesús como rey en esta ocasión, poco tiempo después estaban clamando también a voz en cuello que Pilato ordene que el Señor Jesús sea crucificado. Así es el hombre. Al escuchar las alabanzas de la gente, los fariseos que estaban entre la multitud hicieron su reclamo al Señor Jesús. Le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. La respuesta del Señor Jesús fue contundente: Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían. El Señor Jesús es digno de ser alabado en todo lugar y en todo momento. Finalmente tenemos el lamento en la entrada triunfal. Lucas 19: 41-44 dice: Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
Luk 19:42  diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Luk 19:43  Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
Luk 19:44  y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
El Nuevo Testamento registra solamente dos veces que el Señor Jesús lloró. La primera, ante la tumba de Lázaro, la segunda, ante Jerusalén. El lamento del Señor Jesús sobre Jerusalén fue por lo que en un futuro cercano iba a pasar con Jerusalén como consecuencia directa de rechazar al Señor Jesús como el Cristo o el Mesías o el Rey de Israel. Jerusalén no lo sabía en ese momento, pero estaba cercano el tiempo cuando la ciudad de Jerusalén sería sitiada y tomada, con grave pérdida de personas y bienes, al punto que no quedará piedra sobre piedra ni de la ciudad ni del templo. Todo esto por el hecho que no conocieron el tiempo de su visitación. Se refiere al rechazo al Señor Jesús como su Rey, su Cristo, su Mesías. Esto se cumplió en el año 70 DC, cuando el general romano Tito sitió a Jerusalén en un 9 de Abril, en plena celebración de la fiesta de la Pascua, para interrumpir el flujo de provisiones y atrapar a miles de personas que estaban en Jerusalén celebrando la fiesta de la Pascua. La gente de Jerusalén entró a un terrible proceso de muerte lenta por inanición. La toma y destrucción de Jerusalén y los sobrevivientes ocurrió a comienzos de Septiembre. El Señor Jesús sabía sobre esto, y por eso derramó lágrimas de dolor sobre Jerusalén. Es la consecuencia de la incredulidad al rechazar al Señor Jesús. Hoy en día también espera castigo eterno a todos aquellos que rechazan al Señor Jesús, al no recibirlo como Salvador. Espero que esto no sea su caso, amable oyente. Si nunca antes ha recibido al Señor Jesús como Salvador, hágalo en este momento.

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