Señor Jesús iniciando su ministerio público en la región de Galilea

Cordiales saludos amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida a un nuevo estudio bíblico en el Evangelio según Lucas. En nuestro último estudio bíblico vimos a nuestro Señor Jesucristo derrotando a Satanás en el desierto de Judea. En cada una de las tres ocasiones que fue tentado por Satanás, el Señor Jesús le respondió con: Escrito está. La Biblia guardada en la mente y aplicada a nuestro diario vivir es arma poderosa para mantenernos firmes ante las asechanzas del diablo. Salmo 119:9-11 dice: ¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra.
Psa 119:10  Con todo mi corazón te he buscado;
No me dejes desviarme de tus mandamientos.
Psa 119:11  En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti.
En el estudio bíblico de hoy, veremos al Señor Jesús iniciando su ministerio público en la región de Galilea.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 4 versículo 14. Lucas comienza esta parte de su relato mostrando la obra del Señor Jesús en toda la región de Galilea. Lucas 4:14-15 dice: Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
Luk 4:15  Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.
Antes de analizar el texto, es necesario reconocer que entre los versículos 13 y 14 del capítulo 4 de Lucas existe una brecha de alrededor de un año, contado a partir de la tentación del Señor Jesús por Satanás en el desierto de Judea. Durante este tiempo que Lucas omite en su relato, el Señor Jesús ministró en la región de Judea. El registro de lo que el Señor Jesús hizo durante este tiempo en Judea lo recoge el apóstol Juan en su Evangelio, en los capítulos 2 a 5. Teniendo esto en mente, cuando llegó el momento de salir de Judea, el Señor Jesús se trasladó hacia el Norte, a la región de Galilea. Lucas pone cuidado al hacer notar que el Señor Jesús hizo esto en el poder del Espíritu Santo. Esto significa por un lado contando con el poder del Espíritu Santo y por otro lado en total dependencia de la voluntad del Espíritu Santo. Todo lo que hizo el Señor Jesús durante su ministerio en este mundo lo realizó bajo el poder y el control del Espíritu Santo. La obra y la palabra del Señor Jesús causó tal impacto, que muy pronto se difundió su fama por toda la región de Galilea. Fiel a su misión de anunciar las buenas nuevas de que el reino de los cielos se había acercado, el Señor Jesús enseñaba en las sinagogas de los judíos en Galilea. La sinagoga es el lugar en el cual se reúnen los judíos para orar y para oír la doctrina de Moisés. Los judíos en las sinagogas recibían muy bien la palabra proclamada por el Señor Jesús y en consecuencia, el Señor Jesús era glorificado por todos. Esto no necesariamente significa que todos los judíos estaban reconociendo que el Señor Jesús es el Cristo o el Mesías. Algunos tal vez lo hicieron, pero la mayoría no, como lo demuestra lo que sucedió en la sinagoga de Nazaret, la ciudad donde vivió el Señor Jesús hasta iniciar su ministerio público. Esto nos lleva a la segunda parte del pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio de hoy. El mensaje del Señor Jesús, en la sinagoga de Nazaret. Lucas 4:16-22 dice: Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo[a] entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Luk 4:17  Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
Luk 4:18  El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
Luk 4:19  A predicar el año agradable del Señor.(F)
Luk 4:20  Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
Luk 4:21  Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Luk 4:22  Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?
Es de suponerse que la gente de Nazaret estaba al tanto de lo que estaba haciendo y enseñando el Señor Jesús en Galilea, y en consecuencia sería razonable pensar que deben haber estado esperando con ansias el momento para que el Señor Jesús les visite. Pues el día llegó. El Señor Jesús puso su pie en Nazaret. El texto prosigue diciendo que llegado el día de reposo el Señor Jesús entró en la sinagoga conforme a su costumbre. Qué interesante. A pesar de ser Dios en forma humana, siendo niño, más tarde joven, y más tarde adulto, el Señor Jesús tenía la sana costumbre de reunirse cada día de reposo con otros judíos en la sinagoga de Nazaret, para cumplir con todo lo que allí se hacía. Los judíos que se congregaban en la sinagoga de Nazaret no deben haber sido perfectos, pero esto no fue motivo para que el Señor Jesús deje de congregarse con ellos. Esto es una gran lección para aquellos que dejan de asistir a una iglesia local, porque según ellos, los que allí se congregan son hipócritas. Congregarse en una iglesia local no es una opción sino un mandato para los creyentes. La reunión se abría en la sinagoga con una invocación por la bendición de Dios recitando Deuteronomio 6:4-9, después se oraba, luego se leía una porción de las Escrituras y finalmente se entregaba un breve sermón a cargo de uno de los varones de la congregación o algún rabí que estaba de visita. Todo terminaba con la bendición de un sacerdote si estaba presente o con la oración de uno de los asistentes si no había ningún sacerdote. En la ocasión especial que el Señor Jesús entró a la sinagoga de Nazaret, fue él quien se levantó a leer. Era lo lógico que hiciera una persona tan famosa en Galilea. Una vez de pie, se le dio el rollo que contenía los escritos del profeta Isaías. Esto no fue coincidencia. Todo estaba divinamente controlado. Con el rollo de Isaías en sus manos, el Señor Jesús lo abrió y halló el pasaje bíblico en Isaías 61:1 hasta la mitad del versículo 2. Note lo que dice este pasaje bíblico. El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,(A) a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
Isa 61:2  a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,(
Todo judío había sido enseñado que este pasaje bíblico se aplicaba al Cristo, al Mesías, en su obra de restaurar todas las cosas. Cuando terminó de leer este pasaje de la Escritura, el Señor Jesús, conforme a la costumbre, entregó el rollo al ministro de la sinagoga y se sentó. En toda sinagoga había una silla especial que se llamaba la cátedra, donde se sentaban los rabíes o los profetas, o los sacerdotes, para enseñar. De aquí proviene la frase “dar cátedra” que se usa para denotar la acción de alguien enseñando algo en lo cual él es experto. De modo que el Señor Jesús estaba por dar cátedra sobre el texto en Isaías 61:1 hasta la mitad del versículo 2. Mas adelante explicaré por qué el Señor Jesús cortó la lectura en la mitad del versículo 2. Me imagino yo que cuando el Señor Jesús se sentó se debe haber hecho un profundo silencio en la sinagoga. Lucas dice que los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. El silencio se rompió con la palabra del Señor Jesús. Contrario a un sermón, como era práctica común, el Señor Jesús simplemente dijo: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Nada más. Se terminó el sermón. Lo que el Señor dijo fue poco, pero de eso se podría llenar libros y libros desmenuzando su significado. En pocas palabras, el Señor Jesús estaba diciendo: Yo soy el Cristo que ustedes y sus antepasados han esperado por tanto tiempo. Yo soy el Ungido, el Espíritu Santo está sobre mí. He sido ungido para dar buenas nuevas a los pobres. He sido enviado para sanar a los quebrantados de corazón. He sido enviado para pregonar libertad a los cautivos. He sido enviado para dar vista a los ciegos. He sido enviado para poner en libertad a los oprimidos. En esencia, he sido enviado para anunciar o predicar el año agradable del Señor. Esta frase se usaba para hablar del Jubileo. Duraba un año y se celebraba cada siete periodos de siete años. Al final del jubileo había que esperar 49 años hasta el próximo jubileo. En el jubileo se dejaba libres a los esclavos para que retornen a sus familias, las propiedades que se habían vendido regresaban a sus dueños originales, se cancelaban las deudas y no se cultivaba la tierra. Quedaba en reposo. Era un tiempo de reposo y regocijo. Todo esto, pero en un sentido espiritual, vino a hacer el Señor Jesús con la humanidad. De esto estaba hablando. La gente en la sinagoga daba buen testimonio de Jesús y estaban admirados o maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, pero tristemente, no podían aceptar que alguien a quien ellos conocían desde niño estuviera diciendo estas cosas. En su incredulidad, el único pensamiento que venía a su mente era: ¿No es éste el hijo de José? Note el desprecio con el que se referían al Señor Jesús. ¿No es “éste” el hijo de José? En otras palabras. ¿Cómo así que una persona tan común y corriente como el hijo de José se atreve a hablar de esta manera? Así es el corazón del hombre en su rechazo al Señor Jesucristo. Termino por esta ocasión, mencionando la razón por la cual el Señor Jesús cortó en la mitad el versículo 2 de Isaías 61. La razón es porque lo que dice esta parte del texto se aplica a la segunda venida de Cristo. Observe lo que dice: y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;(C)
El Señor Jesucristo ejecutará la venganza del Dios nuestro cuando venga por segunda vez a este mundo.

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