¿Qué pasara al final del reino milenial de Cristo?

Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido a un nuevo estudio bíblico sobre los eventos futuros. Cuando Cristo venga por segunda vez a la tierra, establecerá el reino milenial. Será un reino sobre la tierra cuyo rey será Jesucristo, cuyos cogobernantes serán los santos del Antiguo y Nuevo Testamento y cuyos súbditos serán los creyentes que permanecieron vivos hasta el final de la tribulación tanto judíos como gentiles, quienes por su fe en Cristo recibieron la recompensa de entrar en el reino milenial de Cristo y todos sus descendientes. ¿Qué pasara al final del reino milenial de Cristo? Esta pregunta será contestada por David Logacho en el estudio bíblico de hoy.

¿Qué pasará al final del reino milenial de Cristo? Varios eventos tendrán lugar, pero antes de entrar a describir cada uno de ellos en detalle, es necesario reconocer que en primer lugar, al reino milenial de Cristo entrarán personas de carne y hueso, regeneradas por el Espíritu Santo, pero que poseerán la naturaleza pecaminosa así como todos los creyentes que habitamos este mundo en este momento la poseemos y eso explica por qué, de vez en cuando cedemos a la tentación y caemos en pecado a pesar que tenemos todo el poder para no caer jamás en el pecado.

En otras palabras, amigo oyente, los habitantes de este mundo durante el milenio tendrán la capacidad de pecar. Cuando caigan en pecado serán disciplinados porque Jesucristo estará gobernando con vara de hierro, pero aun eso no hará que desaparezca la naturaleza pecaminosa de los habitantes del milenio. Ahora bien, sabemos que los que entraron al milenio serán creyentes verdaderos, porque justamente por eso pudieron entrar al milenio, pero ¿qué de sus hijos?

Ellos vendrán a este mundo separados de Dios por el pecado y deberán escuchar el evangelio y aceptar a Jesucristo como Salvador personal. Ciertamente que habrá algunos que lo harán y sus obras serán un reflejo de ese cambio interior que produce la salvación cuando es genuina, pero habrá otros que aunque se sometan a los preceptos del rey, esa sumisión será un mero formulismo externo, porque en su interior jamás habrán recibido a Cristo como Salvador.

Serán como algunos en la actualidad, nos referimos a personas que externamente se amoldan a un estilo de vida de creyentes, por algún interés personal, o simplemente por guardar las apariencias, pero internamente jamás han recibido a Cristo como Salvador. Su accionar como creyentes es solamente una máscara que pretende esconder su lamentable estado espiritual. Quizá podrán engañara los hombres, pero jamás engañarán a Dios, porque Dios ve el corazón no solamente la acción. Personas así habrá en el milenio, serán descendientes de los verdaderos creyentes que entraron en el milenio. Es necesario por tanto que el reino se purifique de estos lobos vestidos de ovejas y eso acontecerá al final del milenio.

Por otro lado, en segundo lugar, pensemos en Satanás, este malvado ser que será atado al inicio del milenio y arrojado al abismo para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años. Este ser necesita también ir a su destino eterno, el cual es el lago de fuego, y eso es algo que también acontecerá al final del milenio.

En tercer lugar, pensemos en la tierra misma. Recordemos que la tierra está sufriendo las consecuencias de la maldición por el pecado. Durante el milenio, las condiciones naturales de la tierra mejorarán ostensiblemente, pero todavía quedarán vestigios o huellas que dejó la maldición por el pecado. La tierra y en general el universo entero necesita también de una purificación y eso acontecerá al final del milenio.

En cuarto lugar, pensemos en todos los incrédulos que han muerto a lo largo de la existencia de la humanidad. Sus restos mortales todavía estarán en la tierra durante el milenio. Pero la Biblia nos habla de que ellos también deben resucitar para presentarse a un juicio ante Jesucristo como Juez y escuchar su veredicto final. Esto también acontecerá al final del milenio.

Tenemos entonces que al final del milenio tendremos la purificación del reino milenial, el juicio a Satanás, la purificación de los cielos y la tierra y el juicio a los incrédulos resucitados.

Con esto en mente, vayamos a lo primero, la purificación del reino milenial. Para esto abramos nuestras Biblias en Apocalipsis 20:3, hablando sobre Satanás quien fue prendido por un ángel y atado por mil años dice: “y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase mas a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”

Según este texto, durante el milenio, no habrá actividad satánica ni actividad demoníaca, pero eso no significa que en el milenio todos serán verdaderos creyentes. Habrá algunos, y como vamos a ver más tarde que en realidad serán muchos, quienes tendrán un corazón rebelde hacia Dios a pesar de estar viendo con sus ojos la grandeza de la persona de Dios manifestada en Cristo, el rey en el milenio.

Dios tiene que juzgar a estos rebeldes y para ello utilizara a Satanás como instrumento, por eso dice el texto en Apocalipsis 20:3 al final que Satanás será desatado por un poco de tiempo al final del milenio, lo cual es corroborado en Apocalipsis 20:7 donde dice: “Cuando los mil años se cumplan. Satanás será suelto de su prisión”.

¿Qué es lo que hará Satanás cuando sea puesto en libertad? Pues lo que es su pasión. Liderará la rebelión contra Dios. Eso lo tenemos en Apocalipsis 20:8 y la primera parte del versículo 9, donde dice: “y saldrá a engañar a las naciones, que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada”

Qué increíble. Satanás, este necio y terco ser, no escarmentó, ni escarmentará. La última vez que contempló la tierra la vio asolada, teñida de sangre, llena de cadáveres y envuelta en angustia. Ahora la contempla en perfecto orden, espléndida, pero aún así saldrá a engañar a las naciones en todo el mundo para embarcarles en una rebelión contra Dios y otro hecho increíble, encontrará a millones listos y dispuestos a luchar contra Dios.

La Biblia los llama Gog y Magog. Estos rebeldes, que son en número como la arena del mar, bajo el mando de Satanás marcharán hacia Palestina, a eso se refiere el texto cuando dice que subieron sobre la anchura de la tierra y pondrán sito a Jerusalén la capital del reino milenial, donde estará Jesucristo el rey, a eso se refiere el texto cuando dice que rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada, pero hasta este punto llegará su loco desenfreno, porque ahora viene el juicio de Dios para ellos.

Apocalipsis 20:9 en su última parte dice: “y de Dios descendió fuego de cielo, y los consumió”

Así será el fin de los rebeldes de corazón durante el reino milenial de Cristo. Para entonces sobre la tierra no quedará un solo incrédulo, todos serán verdaderos creyentes, el reino se habrá purificado. En nuestros próximos estudios bíblicos trataremos los otros eventos que ocurrirán al final del milenio. A modo de conclusión, diremos amigo oyente, que las condiciones externas inmejorables no garantizan que el corazón del hombre sea regenerado. Durante el milenio, las condiciones externas de la humanidad no podrían ser mejores. Habrá holgura económica, habrá gozo, habrá paz, no habrá enfermedad. Satanás y sus demonios estarán inactivos y tantas otras cosas más, pero al mismo tiempo habrá tanta gente como arena del mar que tendrá un corazón rebelde hacia Dios.

¿Sabe por qué? porque el corazón del problema del hombre es el problema del corazón. El hombre tiene un corazón manchado por el pecado y aunque viva en el mejor de los ambientes todavía persistirá ese problema. Para arreglar el problema del corazón del hombre, el hombre necesita recibir a Cristo como Salvador, solo así queda resuelto su problema de corazón. Si Ud. amigo oyente, jamás ha recibido a Cristo como Salvador, Ud. tiene un problema de corazón, resuélvalo hoy mismo acercándose por fe a Cristo y recibiéndole como su Salvador.

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