¿Cómo vivimos? Pt. 2

Cuando miras Romanos capítulo 13, versículo 11, Pablo dice que nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora, que cuando creímos por primera vez. ¿Qué significa eso? En primer lugar, no significa que estamos trabajando en nuestra salvación para ganarla, sino que la futura culminación de la glorificación de nuestra salvación todavía está por llegar, simplemente ahora estamos más cerca que en un principio. Por lo tanto, lo que debemos entender, son las tres facetas que acabamos de describir juntas para finalmente preguntarte, ¿en qué faceta te encuentras? Quizás no has llegado al punto en el que realmente has nacido de nuevo, quizás todavía no has sido transformado por el evangelio de Jesucristo, quizás todavía no experimentes aquel momento donde has pasado del pecado y confiado en Cristo por la fe que sólo Dios puede dar. Tal vez no te describas como una persona muy religiosa y esto simplemente no ha sucedido. O tal vez te describas como una persona muy religiosa y esto no ha tenido lugar en tu vida. Quizás te encuentres en la siguiente faceta, en el caminar, en aquel proceso de transformación. Finalmente, por el hecho de estar escuchándome en este momento puedo adivinar que no has experimentado la faceta final de la salvación, pero quiero recordarte que es una realidad.

Definitivamente, llegará el día en que veamos su rostro y seremos reconciliados con Dios en su plenitud para siempre, y si no has nacido de nuevo, quiero recordarte la urgencia de este llamado. La eternidad es demasiado larga e importante para ser impertinentes hacia ella o para abordar la salvación desde una perspectiva antibíblica. Permíteme preguntarte una vez más: ¿has nacido de nuevo?

Ahora es importante entender todo esto porque más adelante estudiaremos el capítulo 2 de Filipenses; éste texto no está hablando del evento del nuevo nacimiento en la salvación. En su lugar, está hablando de este proceso del que hemos estado hablando. Por favor, acompáñame a los versículos 12 y 13. En el contexto Pablo se dirige a los creyentes, seguidores de Cristo que estaban luchando en sus relaciones mutuas debido a que se habían vuelto muy egoístas. Es así como los versículos 5 al 11 dan uno de los más bellos e inspiradores retratos de Jesucristo, resaltando su humillación y exaltación. Entonces, quiero que veas lo que sucede justo después de esto. Versículo 12, Pablo dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”, ¿notaste la última parte del versículo 12? “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

Lo que es realmente interesante es la manera en que concluye la idea. Por favor, volvamos al capítulo 1, versículo 27. Mira este versículo y, luego, puedes subrayarlo porque es un verso increíble, tiene un significado muy grande dentro de esta serie. Notemos lo que dice: Filipenses 1: 27: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio”.  Pablo está hablando con personas que conocen el Evangelio y él dice: tu vida debe ser reflejo de este evangelio. Tu vida es la forma en que se desarrolla este Evangelio día tras día, es por ello que llega a este punto en el capítulo 2 de Filipenses, versículos 12 y 13, y dice: “ocúpense en su salvación”. Es decir, reconoce los diferentes aspectos del Evangelio en tu corazón y trabaja en ello todos los días, porque es Dios quien obra en ti para querer y actuar de acuerdo a su buen propósito.

Y ahora, con base en esta verdad quiero que analicemos tres verdades fundamentales en cuanto a la salvación que se encuentran en estos dos sencillos, pero sorprendentes versos. Quiero que piensen sobre estas verdades a la luz de la segunda faceta de la salvación, el proceso. Estamos hablando de cómo el Evangelio afecta la forma en que vivimos. Por lo tanto, aquí va la primera verdad: la gracia de Dios es la base de cada faceta de la salvación.

En programas pasados vimos lo que hace Dios cuando nacemos de nuevo, Dios abre nuestros ojos espirituales, cambia nuestro corazón, habilita nuestra fe, transforma nuestras vidas; Él hace todo esto. Es la gracia de Dios trabajando. Es importante resaltar que, la gracia de Dios trabajó en nuestro nuevo nacimiento, pero también es la gracia de Dios la que trabaja en este proceso de salvación. Entonces tu podrás pensar: “bueno, ¿qué quieres decir con esto? Pensé que este pasaje hablaba de lo que hacemos; ocúpate en tu salvación”.

Pues bien, no te pierdas esto, mira los versículos 12 y 13. Ambos versículos están vinculados por una frase importante al inicio del versículo 13: “porque Dios es el que en vosotros produce”, literalmente, esa es la única manera en que las cosas se puedan dar. Solamente porque es Dios quien obra en ti para querer y actuar de acuerdo con su propósito. En otras palabras, lo que está diciendo es que la única forma en que puedes ocuparte en tu salvación es si Dios está trabajando en ti, entonces, ¿quién es el actor en esta parte de la salvación? Es Dios, simplemente Él. ¿Quién es el que trabajó para hacer posible nuestro nuevo nacimiento? Dios de igual manera, por lo tanto, es Él quien nos está haciendo completos. Es Dios quien está llevando a cabo esta imagen completa de la salvación. La gracia de Dios es la base de todo. Piénsalo en tres niveles diferentes.

En primer lugar, piensa en el hecho de que la gracia es nuestro mensaje de principio a fin en la salvación. La gracia es nuestro mensaje. Piensa conmigo, necesitamos el Evangelio para conocer a Cristo. Esto, puede sonar muy básico. Por supuesto que lo sabemos. Sabemos que para ser salvo, debes escuchar el Evangelio y responder al Evangelio. El Evangelio es necesario para conocer a Cristo. El problema es que hoy en día tenemos una tendencia peligrosa a decir, sí, sé que necesito el Evangelio para conocer a Cristo. Pero solemos dejar el Evangelio en el punto en que lo conocemos y no queremos continuar con una vida cristiana. Lo que quiero decir es, está bien, el Evangelio nos ha salvado. Ahora necesitamos pasar a cosas más grandes y mejores: aprender a orar, estudiar la Palabra, etc. Sin embargo, si comenzamos a obedecer a Dios y hacer todas estas cosas, y dejamos el evangelio atrás sería un error trágico. Necesitamos el Evangelio para conocer a Cristo, ¡definitivamente sí!

Segundo, necesitamos que el Evangelio crezca en Cristo. El Evangelio es el medio por el cual fuimos salvados, pero también es el medio por el cual somos salvos. El Evangelio sigue siendo fundamental. Tenemos esta mentalidad de que necesitamos el evangelio únicamente en cierto punto de nuestra vida, pero la realidad es que nuestras almas son santificadas por Cristo, perdonadas por Cristo, tienen nueva vida por Cristo. Por lo tanto, nuestras almas necesitan alimentarse del Evangelio día tras día. Es la base por la cual vivimos hoy como seguidores de Cristo. Todo está basado en el Evangelio. Por esto, como habrás notado en esta serie nos hemos centrado en el Evangelio, tal cual es. Alguien dijo con justa razón: «Siento que mi corazón solo está ansiando el Evangelio, comiendo y bebiendo de él como un pozo profundo”, y así es como debería ser. Nuestros corazones, nuestras almas fueron creadas y salvadas, anhelan el Evangelio y se alimentan del Evangelio y nunca nos cansaremos de él si somos seguidores de Jesucristo.

Si alguna vez pasamos por alto el Evangelio, entonces necesitamos volver a examinar nuestros corazones y saber si realmente conocimos el Evangelio o no. Este es un pensamiento que no puedes dejar pasar por alto. El Evangelio es el fundamento, no solo para un punto de salvación, sino también para todo este proceso de salvación. De hecho, es ahí a donde vamos a ir en los próximos programas. Entonces, estamos sentando las bases del Evangelio, para preguntarnos en un futuro: ¿cómo afecta el Evangelio a nuestras familias?, ¿cómo funciona el Evangelio en la vida de esposos, esposas, padres y niños?, ¿cómo influye el Evangelio cuando pasamos tiempos difíciles?, ¿cómo funciona el evangelismo?, ¿cómo compartimos nuestra fe? Entonces, vamos a hablar sobre cómo el Evangelio afecta los problemas sociales y cómo respondemos a los mismos. Ciertamente, el Evangelio es la base de cada dimensión de nuestras vidas. Necesitamos el Evangelio para conocer a Cristo y necesitamos el Evangelio para crecer en Cristo. Entonces, éste es el mensaje de gracia.

En segundo lugar, la gracia es nuestro amo, Romanos capítulo 6 verso 14, Pablo dijo, “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. De manera que, quiero que pienses acerca de cómo la gracia ha conquistado el pecado. Esta verdad se refleja de dos maneras: Número uno, por su gracia, estamos libres del castigo del pecado. Y de nuevo, esto es algo básico que espero que conozcamos todos aquellos de nosotros que somos seguidores de Cristo, sabemos que Cristo ha tomado la pena del pecado, la pena máxima de muerte y la ha removido. No debemos temer a la muerte porque Cristo ha conquistado la pena del pecado. Estamos libres de la pena del pecado, y ésta es precisamente la idea que abordamos el programa pasado; haces una oración y luego tu vida sigue igual a como la llevabas antes.

Entonces, subestimamos a Dios al convertirlo en un dios que es capaz de manejar la pena máxima del pecado y no ser capaz de manejar el pecado con el que luchamos día por día, y no es verdad. Este no es el evangelio. Sin lugar a dudas, el Dios que manejó la pena máxima del pecado es también el Dios que puede manejar el pecado en nuestras vidas. Por su gracia, somos libres de la pena del pecado, pero segundo, por su gracia, somos libres del poder del pecado.

Romanos 6, versos del 1 al 11 dice que hemos muerto al pecado. Este texto dice: “Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.  Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”.

Por lo tanto, si eres un seguidor de Cristo, si has nacido de nuevo, quiero recordarte algo muy importante. Estás muerto al pecado. Muerto a la pena del pecado y muerto al poder del pecado en tu vida. Estás vivo para Dios, sin embargo, muchos de nosotros, verdaderos seguidores de Cristo seguimos viviendo en la culpa por el pecado. Por favor, permíteme recordarte, dos capítulos más adelante, Romanos 8, versículos 1 y 2: “ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Por lo tanto, Dios ya no cuenta tu pecado contra ti. ¡Esto es gracia!

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