El complot llegó a oídos de Pablo

Que privilegio es para todos los que hacemos La Biblia Dice… Contar con su compañía en esta oportunidad. Si esta es la primera vez que nos sintoniza le contamos que estamos desarrollando un interesante estudio que se titula: “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”. Quédese con nosotros y conozca que es lo que dios quiere que aprenda en esta oportunidad con respecto a este tema.

I. Saludos y bienvenida. Estudio de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico consideramos el complot que unos cuarenta judíos incrédulos diseñaron en contra Pablo. El complot consistía en hacer que el tribuno romano Claudio Lisias se convenza con engaño que debía llevar a Pablo al lugar donde se reunía el Sanedrín, y matarlo mientras estaba en camino. Gracias a Dios, el complot llegó a oídos de Pablo por medio de su sobrino y a oídos del mismo Claudio Lisias y para desarticularlo, tomó medidas urgentes. Sobre esto justamente trata el estudio bíblico de hoy. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 23 a partir del versículo 22.

II. Lo primero que tenemos en este pasaje bíblico son las medidas que tomó el tribuno romano Claudio Lisias para burlar el complot de los judíos incrédulos en contra de Pablo. Hechos 23:22-30 dice: Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto. Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador. Y escribió una carta en estos términos: Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud. A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano. Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión. Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien.

Cuando el tribuno romano se enteró sobre el complot, inmediatamente tomó las medidas que él creía convenientes para evitar el asesinato de Pablo. Note como un hombre incrédulo y tal vez impío está siendo utilizado como instrumento en las manos de Dios para proteger a Pablo. La primera medida fue enviar al joven, sobrino de Pablo, a su casa con la consigna de no decir a nadie que había dado aviso sobre el complot. Este tipo de cosas se debe manejar con la reserva del caso. La segunda medida fue preparar a todo un ejército para que esté listo para partir a la tercera hora de la noche hacia Cesarea. Los soldados eran los legionarios, los soldados de élite del ejército romano, los jinetes y sus caballos formaban parte de la caballería del cuartel romano en Jerusalén. Los lanceros eran soldados expertos en el uso de la lanza. Es decir que Claudio Lisias preparó a casi la mitad, 470 hombres, de los 1000 que tenía a su disposición en Jerusalén. Esto denota la seriedad con la que Claudio Lisias tomó las cosas ante el complot que los judíos incrédulos habían diseñado en contra de Pablo. Este ejército debía estar listo y dispuesto para partir a las nueve de la noche. La tercera medida fue preparar cabalgaduras con la finalidad de conducir a Pablo con toda seguridad ante el gobernador romano Félix. Félix era el procurador romano de Judea, quien ocupó ese cargo desde el año 52 DC hasta el año 58 DC, y tenía su cuartel general en Cesarea. La cuarta medida fue escribir una carta a Félix explicando los hechos. Luego de los saludos de rigor al estilo de aquella época en esos lugares, Claudio Lisias hace constar que Pablo fue aprehendido por los judíos para matarlo pero, que por ser ciudadano romano, tuvo que enviar la tropa para librarlo. También hace constar que tratando de averiguar el asunto por el cual los judíos querían matar a Pablo, lo llevó al concilio judío, al famoso Sanedrín. De esto, supo que Pablo no había cometido ningún delito digno de muerte o de prisión, sino que era acusado por cuestiones de la ley judía. También hace constar que habiéndose enterado de un complot de los judíos para asesinar a Pablo, ha tomado la decisión de enviarlo a Félix, y que va a pedir a los judíos, los acusadores que traten delante de Félix cualquier cosa que tengan contra Pablo. La carta concluyó con la frase de despedida que se acostumbraba entre los romanos en aquella época. En segundo lugar notamos el viaje de Pablo de Jerusalén a Cesarea. Hechos 23:31-33 dice: Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris. Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza. Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él.

En estricta obediencia a las órdenes del tribuno romano Claudio Lisias, los soldados sacaron a Pablo de la fortaleza de Antonia en Jerusalén, custodiado por 200 soldados de élite, 200 soldados expertos en el uso de la lanza y 70 jinetes. Parece que tenían prisa por alejarse lo más posible de Jerusalén, porque esa misma noche llegaron a Antípatris, un puesto militar romano a unos 64 Km. de Jerusalén. Era también un lugar de descanso para los viajeros de Jerusalén. Cubrir 64 Km. en una sola noche significa que deben haber forzado la marcha. Menos mal que Pablo estaba a caballo, porque de lo contrario no habría resistido la caminata. Al día siguiente, los soldados y los lanceros retornaron a Jerusalén, mientras que Pablo, custodiado por los jinetes a caballo prosiguió la marcha hacia Cesarea. Cesarea quedaba a unos 45 Km. de Antipatris. Tan pronto llegaron a Cesarea, los soldados entregaron la carta al gobernador Félix y presentaron también a Pablo delante de él. Antonio Félix era gobernador o procurador de Judea. Estaba casado con Drusila, una judía quien era hija de Herodes Agripa I, el mismo que hizo matar a Jacobo, hermano de Juan y después murió comido de gusanos, según Hechos 12:1 y 23. Drusila dejó a su esposo para llegar a ser la tercera esposa de Félix. El historiador romano Tácito dijo que Félix ejercía el poder como un rey pero con el espíritu de un esclavo. Félix tenía fama de ser un vulgar rufián y se esforzaba mucho para que esta fama no se desvanezca. En tercer lugar tenemos la reacción de Félix ante la llegada de Pablo. Hechos 23:34-35 dice: Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia, le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.

Como es natural, el gobernador Félix tomó la carta de manos de los soldados y la leyó cuidadosamente. Tan pronto terminó de leerla, hizo una pregunta a Pablo: ¿De que provincia eres? Pablo respondió que era originario de la provincia romana de Cilicia. Con esta pregunta, Félix estaba investigando si tenía o no autoridad para tratar el caso de Pablo. La ley romana requería que esta pregunta se hiciese al comienzo de una audiencia, pues Pablo tenía el derecho de ser procesado, ya en su provincia de origen, ya en la provincia donde se había cometido el delito. Tarso estaba en la provincia romana de Cilicia. En aquel tiempo, Judea y Cilicia estaban bajo el legado de Siria, y el gobernador era Félix. Por eso a Félix le correspondía el derecho de conducir la audiencia, fuese cual fuese el lugar que Pablo hubiese escogido para ser juzgado, ya sea la provincia romana de Cilicia donde estaba Tarso o la provincia romana de Judea, donde estaba Jerusalén, el lugar donde supuestamente Pablo cometió el delito. Reconociendo que estaba legalmente facultado para tratar el caso de Pablo, Félix le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Dicho esto, Félix ordenó a sus súbditos que custodien a Pablo en el pretorio de Herodes. ¿Qué le parece? No solo Pablo fue protegido por una escolta digna de un rey, sino que no fue puesto en una cárcel normal, sino en el palacio construido por Herodes el Grande, donde el gobernador Félix tenía su cuartel general. No se puede saber si los creyentes en Cesarea llegaron a saber acerca de la presencia de Pablo en esa ciudad y si le prestaron alguna ayuda personal y algún consuelo. No olvidemos que Pablo había estado poco tiempo atrás en Cesarea en la casa de Felipe el Evangelista y justamente fue en Cesarea y en presencia de los creyentes de esa ciudad, que el profeta Agabo tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. A pesar de todas las peripecias que tuvo que pasar Pablo, es innegable la presencia protectora de Dios sobre él. Cuanta razón tiene la palabra de Dios cuando dice que el Ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Si Usted está haciendo la voluntad de Dios y le ha sobrevenido un torrente de pruebas que amenazan su estabilidad, no se desespere porque allí en medio del fragor de la prueba está la presencia majestuosa de Dios para fortalecerle y sostenerle, tal cual como aconteció con Pablo.

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