Esteban conocía y manejaba el texto del Antiguo Testamento para seguir demostrando su tesis

Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.

I. Introducción. Saludos y Bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. A manera de introducción, en nuestro último estudio, dejamos a Esteban entregando un poderoso mensaje ante el Sanedrín, el órgano de gobierno político-religioso, de Israel en aquella época. Con su rostro como el rostro de un ángel, Esteban comenzó a entregar abundantes datos históricos que demostraban la triste condición espiritual de Israel desde siempre, me refiero al rechazo a todos los mensajeros enviados por Dios. Eso era justamente lo que estaba haciendo el Sanedrín con el Señor Jesús, al rechazarlo como el Cristo o el Mesías de Israel. En el estudio bíblico de hoy, veremos como Esteban conocía y manejaba magistralmente el texto del Antiguo Testamento para seguir demostrando su tesis. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 7 a partir del versículo 17.

II. Esteban prosigue su mensaje mostrando la fidelidad de Dios al proveer un líder para liberar al pueblo de su esclavitud. Hechos 7:17-22 dice: Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusiesen a la muerte a sus niños, para que no se propagasen. En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.
Esteban describe la difícil situación que estaba soportando en Egipto el pueblo escogido de Dios. Cuando estaba cerca el tiempo de que Dios cumpla con la promesa hecha a Abraham, el pueblo de Israel se había multiplicado grandemente en Egipto. En estas circunstancias se levantó en Egipto un rey que no sabía o no quería saber nada sobre José y la manera como llegó el pueblo de Israel a Egipto. Este rey fue tenaz adversario del pueblo de Israel, al punto que diseñó un maligno sistema para minimizar el crecimiento del pueblo de Israel. Este maligno sistema comprendía la muerte de todo varón que nazca y la preservación de la vida para toda mujer que nazca. Así se aseguraría que los hijos de Israel no se multipliquen, pero que haya suficientes mujeres para hacerlas esclavas. Fue en este tiempo que nació Moisés, quien fue escogido por Dios para liderar a su pueblo. Sus padres lo cuidaron por tres meses en franco desafío a la orden del rey, pero cuando no pudieron más, le pusieron dentro de una canasta y lo depositaron en las aguas del río Nilo, confiando en la providencia de Dios. Dios hizo lo suyo y la canasta con su precioso tesoro fue recogida por la hija de Faraón, quien adoptó a Moisés como su propio hijo. El nombre Moisés, justamente significa “sacado de las aguas” Todo esto hizo posible que Moisés sea educado en la sabiduría de los egipcios, al punto que era poderoso en sus palabras y obras. Veamos qué es lo que sucedió cuando Moisés llegó a ser adulto. Hechos 7:23-24 dice: Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido.
Consciente de su misión, cuando Moisés cumplió cuarenta años, pensó que era el momento para hacer algo a favor de sus hermanos, los hijos de Israel. La ocasión se presentó cuando vio a un egipcio que maltrataba a un hebreo. Moisés intervino para defender al hebreo, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. En realidad, Moisés mató al egipcio y escondió el cadáver en la arena. Pero lamentablemente, esta acción de Moisés no fue bien recibida por los hebreos, y eso determinó que Moisés sea rechazado. Hechos 7:25-29 dice: Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos.
Moisés pensaba que iba a ser aceptado por sus paisanos hebreos, pero no fue así. Eso se hizo evidente cuando tratando de apaciguar a unos hebreos que reñían, el que maltrataba a su prójimo hizo público su rechazo a Moisés diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? No solo esto, sino que este hebreo fue testigo de lo que Moisés hizo al egipcio y dijo: ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? Esto hizo que Moisés tenga que huir al desierto, a la tierra de Madián, donde prosiguió con su vida, casándose y engendrando dos hijos. Pero el rechazo no duró para siempre. Hechos 7:30-35 dice: Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto. A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza.
Moisés pasó cuarenta años en el desierto del monte Sinaí, hasta que un ángel se le apareció en la llama de fuego de una zarza. Cuando Moisés se acercó, oyó la voz del Señor quien se identificó como el Dios de los padres de Moisés, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Era necesario que Moisés se quite el calzado de sus pies, en reverencia, pues el lugar donde estaba es tierra santa. Cuando Moisés lo hizo, Dios lo comisionó a para ir a Egipto y librar al pueblo de Israel de su esclavitud. Moisés clava la estocada cuando dice: A este Moisés, a quien los hebreos inicialmente rechazaron, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador, por mano del ángel que se le apareció en la zarza. Se ha repetido la historia. Israel ha rechazado a los mensajeros de Dios, pero después ha tenido que reconocer su error. Moisés fue el instrumento escogido por Dios para traer liberación a Israel. Hechos 7:36 dice: Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años.
Lo que inicialmente rechazaron les trajo liberación. Dios hizo prodigios y señales en tierra de Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto, por cuarenta años. Dios mismo les dio la ley en el desierto, pero a pesar de esto, el pueblo seguía rechazando a Moisés y por ende a Dios. Hechos 7:37-41 dice: Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis. Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto, cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron.
Como mensajero de Dios, Moisés anunció que Dios levantará en el futuro a un Profeta, con mayúscula, a quien el pueblo de Israel debía oír. Este profeta con mayúscula es el Señor Jesucristo. Pero por la rebeldía, el pueblo de Israel se resistía a reconocer esto. Esta es la misma rebeldía que el pueblo de Israel manifestó cuando rechazó las palabras de vida que Dios dio al pueblo por medio de Moisés en el monte Sinaí. En lugar de honrar y dar gloria a Dios, en su corazón el pueblo se volvió a Egipto, cuando pidió a Aarón que le haga un ídolo para que le lleve de regreso a Egipto, con el justificativo de que no sabían qué había pasado con Moisés, quien les sacó de Egipto. Por eso fue que el pueblo hizo un becerro de oro para adorarlo y honrarlo ofreciéndole sacrificios. En nuestro próximo estudio bíblico veremos qué resultó de todo esto. Mientras tanto, no siga el mal ejemplo del pueblo de Israel en su rebeldía a la palabra de Dios predicada por los mensajeros de Dios. Rompa esa perniciosa tendencia y de una vez por todas reconozca que el Señor Jesús es el Cristo, el Mesías, el Salvador, quien murió y resucitó por Ud., y en un acto de fe recíbalo como su personal Salvador.

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