La determinación de Pablo

Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico comenzamos a estudiar el mensaje de Pablo a los ancianos de Efeso. Mirando su ministerio en Efeso, hacia atrás en el tiempo, Pablo recordó su comportamiento como siervo de Dios y también recordó el contenido de su mensaje como siervo de Dios. En el estudio bíblico de hoy, Pablo va a dar una mirada al presente de su ministerio en Efeso. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 20 a partir del versículo 22. Lo primero que vamos a notar es la determinación de Pablo.

II. Hechos 20:22-23 dice: Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.

Al decir: Ahora, Pablo está quitando su mirada del pasado de su ministerio en Efeso y lo está poniendo en el presente. He aquí, dice Pablo para dar solemnidad a su declaración. Ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén. Cuando Pablo menciona que está ligado en espíritu, da a entender que está absolutamente determinado dentro de sí mismo a cumplir con un propósito. El propósito era ir a Jerusalén. Allí en Jerusalén, Pablo esperaba entregar la ofrenda que de una manera generosa y sacrificada dieron los hermanos de Macedonia y Acaya para los hermanos pobres de Judea. Pero esto no era lo único que ocupaba la mente de Pablo. De una manera difusa por el momento, Pablo sabía que su permanencia en Jerusalén no iba a estar libre de dificultades. ¿De qué tipo? Pablo no lo sabía a ciencia cierta, aparte de que por todas las ciudades donde había estado, el Espíritu Santo daba testimonio a su espíritu que en Jerusalén le esperan prisiones y tribulaciones. Así que, la vida no iba a ser fácil para Pablo en Jerusalén, pero a pesar de ello, Pablo no cambió su decisión de proseguir con el viaje. Si para testificar de Cristo en Jerusalén tenía que padecer prisiones y tribulación, Pablo estaba de acuerdo en pagar el precio. Esto nos da la medida de su pasión por Cristo. Esto nos lleva a la meta máxima de Pablo. Hechos 20:24 dice: Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

La meta suprema de Pablo era dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios, conforme al ministerio que recibió del Señor Jesús. Fue el mismo Señor Jesús en persona, quien encomendó, o encargó el ministerio a Pablo, para ser su testigo entre los gentiles. Pablo no se enredó en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Cuando el siervo de Dios se mete en tantas cosas, se desvía de su meta principal, la cual es dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Pablo se veía a sí mismo como un atleta en una carrera. La meta era cumplir con el ministerio que recibió del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Pero Pablo añadió algo importante. Pablo quería acabar su carrera con gozo. A veces servimos al Señor, inclusive bien, pero no con una actitud gozosa sino con una actitud de queja, de descontento, de competencia, de envidia y tantas otras cosas más. Qué gran ejemplo el de Pablo cuando deseaba profundamente acabar su carrera pero con gozo. Todo esto tiene su precio. En el caso de Pablo fue un precio tan elevado que implicó su misma vida. Pero ni aun esto fue motivo para que Pablo no persiga su meta con determinación. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, dijo Pablo. En tercer lugar, tenemos la declaración de Pablo. Hechos 20:25-27 dice: Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.

Las emociones deben haber estado en ascenso en la reunión de Pablo con los ancianos de Efeso. Pablo sabía que esa sería la última vez que iba a estar cara a cara con aquellos a quienes tanto amó y por quienes tanto se sacrificó al predicarles el reino de Dios. Esto le motivó a hacer una declaración cargada de emoción. Por tanto, dijo Pablo, yo os protesto en el día de hoy. Esto significa: Yo voy a hacer una declaración muy solemne el día de hoy. ¿Cuál es esa declaración? Pues que Pablo está limpio de la sangre de todos. ¿Qué significa esto? Pues que nadie puede apuntar el dedo índice a Pablo y decir: Por tu culpa se ha perdido eternamente una persona. Pablo se ve a sí mismo como un centinela cuya responsabilidad es advertir de un peligro inminente. Pablo fue un centinela fiel que advirtió acerca del peligro espiritual que se cierne sobre todo pecador y no sólo eso, sino que comunicó la manera como el pecador puede evitar el terrible castigo que pesa sobre él. Por eso, delante de Dios y de los ancianos de Efeso, Pablo dice: Limpio estoy de la sangre de todos. Pablo no se guardó absolutamente nada de lo que Dios quiso decir a todos en Efeso. No he rehuido anunciar todo el consejo de Dios, dijo Pablo. Pablo comunicó desde lo más básico hasta lo más complejo de la palabra de Dios. Pablo no calló su boca pensando que tal vez algo que tenía que decir podría ofender a alguien. Si Dios había puesto en su corazón decir algo, lo decía sin rodeos pese a quien le pese. Así que Pablo puso su mirada hacia el pasado y hacia el presente ante los ancianos de Efeso. Llegó el momento de poner su mirada hacia el futuro. Esto es lo que encontramos a partir del versículo 28 de Hechos 20. Lo que primero vamos a notar es un llamado a los ancianos de Efeso. Hechos 20:28-31 dice: Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.

Pablo había hecho un trabajo consciente, anunciando todo el consejo de Dios. Por tanto, sobre esa base, hace un llamamiento a los ancianos de Efeso. Les pide mirar. Esta palabra significa proteger, ocuparse, vigilar. ¿Mirar qué? Pues dos cosas. Primero por ellos mismos. Esto tiene que ver con la pureza no sólo en doctrina sino en carácter, de los ancianos. Es algo que todos los que somos pastores obispos o ancianos tenemos que hacer. Debemos proteger, ocuparnos, vigilar la sana doctrina y nuestra conducta personal. Segundo, por todo el rebaño. Cuando Pablo habla del rebaño se está refiriendo a la iglesia local en Efeso. Fue el Espíritu Santo quien puso a los ancianos de Efeso por obispos. La palabra obispo significa uno que está en una posición ventajosa para mirar todo lo que pasa en la iglesia local. Por eso es que a los obispos se les llama también “sobreveedores”. Como obispos o sobreveedores, los ancianos de Efeso, debían apacentar o pastorear la iglesia del Señor. Note que la iglesia es del Señor, no de los pastores, obispos o ancianos. Es del Señor, porque Él la ganó con su propia sangre. Esto significa que él la compró al elevado precio de su propia vida, cuando fue crucificado en el Calvario. Pero ¿Por qué tan solemne llamado, un llamado a estar vigilantes, a mirar? Pues porque Pablo sabía que después de su partida, entrarán en medio de la iglesia de Efeso, lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Cuando Pablo habla de lobos rapaces, está usando un lenguaje metafórico para referirse a falsos maestros que se introducirán encubiertamente en la iglesia para atacar a los creyentes, al rebaño. De estos lobos rapaces habló el Señor Jesús cuando dijo: Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Estos lobos rapaces entran encubiertamente a las iglesias locales introduciendo novedosas doctrinas como la teología de la prosperidad y novedosas prácticas que no tienen fundamento bíblico alguno. Pero lo más trágico es que de dentro de la misma iglesia local se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos tras ellos. Son los típicos divisionistas que con falsas doctrinas y falsas prácticas causan divisiones en las iglesias locales. Ante este cuadro, Pablo exhorta a los ancianos de Efeso a velar, o a estar alerta. Los ancianos de Efeso sabían como detectar a los lobos rapaces y a los hombres que hablan cosas perversas, por cuanto Pablo pasó con ellos por tres años, de noche y de día, amonestando con lágrimas a cada uno. En nuestro próximo estudio bíblico veremos como Pablo concluyó su reunión con los ancianos de Efeso. Espero que me acompañe.

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