Pablo persistió en viajar a Jerusalén

Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. Dentro del tercer viaje misionero de Pablo, estamos estudiando la conclusión del mismo y su llegada a Jerusalén. A pesar de todos los anuncios hechos por el Espíritu Santo en el sentido que en Jerusalén a Pablo le esperaban prisiones y tribulaciones, Pablo persistió en viajar a Jerusalén. Veamos cómo fue recibido y lo que allí hizo. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 21 a partir del versículo 15.

II. Lo primero que tenemos es el viaje Cesarea a Jerusalén. Hechos 21:15-16 dice: Después de esos días, hechos ya los preparativos, subimos a Jerusalén. Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos.

Después de su tiempo en Cesarea Pablo y los suyos partieron hacia Jerusalén, no sin antes hacer los preparativos necesarios, tal vez relacionados con la fiesta judía que estaba por celebrarse, la fiesta de Pentecostés, o los contactos con las personas que iba a visitar. Jerusalén quedaba a poco más de 100 Km. al sur este de Cesarea, de modo que si fueron a pie les debe haber tomado al menos unos tres días. Por el hecho que Jerusalén estaba a una altitud mayor que Cesarea, Lucas dice que subieron a Jerusalén. A Pablo le pareció conveniente llevar consigo a un discípulo antiguo llamado Mnasón, natural de Chipre, quien residía en Jerusalén pero estaba visitando Cesarea cuando Pablo y los suyos llegaron allí. Esto de discípulo antiguo podría significar que fue uno de los que tomó decisión por Cristo cuando nació la iglesia el día de Pentecostés. Mnasón mostró su generosidad hacia Pablo y los suyos ofreciendo hospedaje en su casa en Jerusalén. En segundo lugar tenemos la llegada de Pablo a Jerusalén. Hechos 21:17 dice: Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo.
Una vez en Jerusalén, Pablo y sus compañeros disfrutaron de la hospitalidad y comunión con los hermanos de Jerusalén. Es muy posible que se trató de una reunión informal donde hubo mucho gozo y alegría de parte y parte. En tercer lugar tenemos la reunión de Pablo con los líderes de la iglesia en Jerusalén. Hechos 21:18-25 dice: Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación.

El día que Pablo y los suyos llegaron a Jerusalén lo dedicaron al descanso y la comunión informal con los creyentes. El día siguiente comenzaron las actividades formales. Lo primero fue una reunión entre Pablo y los suyos con los líderes de la iglesia en Jerusalén. Entre los líderes de la iglesia de Jerusalén aparece Jacobo, no el apóstol sino el medio hermano de Jesús. Debe haber sido él quien presidía la reunión. Pablo entonces procedió a saludar y acto seguido pasó a dar los informes sobre la Obra de Dios en las provincias romanas. En este punto, aunque Lucas no lo registra, es posible que Pablo haya procedido a entregar la ofrenda que las iglesias en Macedonia y Acaya enviaron a la iglesia en Jerusalén. El informe fue detallado y extenso, ya que Pablo iba refiriendo una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio. Los hermanos que habían recibido a Pablo con gozo glorificaron a Dios con toda sinceridad al escuchar el relato de las maravillas de la evangelización de los gentiles. El problema no se originaba en los líderes espirituales de la grey, sino por las multitudes que creían en Jesús el Mesías sin dejar por eso de sentir un celo fanático por Israel y sus costumbres. Los ancianos procedieron, quizá un poco apresuradamente, a informar a Pablo sobre el conflicto que estaba surgiendo. No se puede saber si hemos de tomar la palabra “multitud” en sentido literal, o como una de las frases que Lucas empleaba con cierta vaguedad, para hablar de un gran número. En todo caso, los ancianos contaban con la presencia en Jerusalén de un gran número de creyentes en Jesús el Mesías que mantenían una fanática devoción a los ritos hebreos y que habían sido mal informados, en cuanto a las actividades de Pablo en las provincias del imperio. Quizá la próxima fiesta de Pentecostés había atraído a muchos de estos judíos creyentes de la región judaica a la capital. A Pablo se le acusaba injustamente que enseñaba a los judíos de la dispersión a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos y no observen las costumbres propias del judaísmo. Desde luego el rumor era falso, pues Pablo inclusive hizo circuncidar a Timoteo para evitar lamentables confusiones. Aun más, cuando era posible, Pablo mismo se portaba como judío piadoso sin sacrificar por ello un ápice de la doctrina cristiana de la cual era su ministro. Se comprende que sus enemigos habían confundido deliberadamente sus enseñanzas a los creyentes gentiles, quienes no necesitaban circuncidarse conforme a la decisión del concilio de Jerusalén. Quizá los ancianos temían una asamblea turbulenta en protesta por la presencia de Pablo y los hermanos gentiles en la iglesia. Los líderes en Jerusalén, no creían que la multitud escucharía ni las explicaciones de Pablo ni las de ellos mismos sobre el caso. Hacía falta, a su parecer, que los creyentes judíos viesen a Pablo cumplir las costumbres públicamente por ofrecer sacrificios en relación con un voto nazareo. Una manifestación de tal piedad judaica había de disipar todas las dudas, según el parecer de los ancianos. Eruditos discuten bastante sobre los detalles del acto que los ancianos recomendaron a Pablo, ya que no hay información sobre votos nazareos que podían cumplirse en siete días, siendo treinta días el período mínimo. Lo más probable es que los cuatro hombres llegaban al fin de su periodo de promesa y que aquí se trataba de las ceremonias que daban fin a su voto, a pesar de que el periodo de siete días queda sin explicación. Lo más importante es que el gesto de costear las ceremonias de purificación de los nazareos, lo que suponía pagar por las víctimas, era conocido entre los judíos como una manifestación de gran piedad y de devoción, refiriendo Josefo un acto parecido por el cual Herodes Agripa I quiso congraciarse con el pueblo. Pablo, al asociarse con los cuatro hombres, había de purificarse ceremonialmente y se pensaba que la demostración bastaría para probar que él también andaba ordenadamente, guardando la ley. Lucas no menciona las reacciones de Pablo, pero, desde luego, no había nada en la proposición que violara su propia conciencia ni que constituyese una contravención de su norma de hacerse judío a los judíos para ganar a los judíos. Aun es posible que la sugerencia tuviera éxito en cuanto a las multitudes de creyentes en Jerusalén, resultando de ella una mejora en las relaciones entre ellos y sus hermanos gentiles. Las dificultades que surgieron, poniendo en peligro la vida de Pablo, no se originaron entre los celosos de la ley, dentro de la iglesia, sino entre unos judíos incrédulos de Asia, como se verá más adelante. Jacobo deja muy en claro su apego a la decisión tomada por el concilio en Jerusalén en cuanto a que los creyentes gentiles no necesitan en absoluto guardar las costumbres judías, sino solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación. En otras palabras, en ningún momento estuvo en peligro la decisión que se tomó en el concilio de Jerusalén con respecto a si los creyentes gentiles deben o no someterse a las prácticas propias del Judaísmo. Esto debería ser muy tomado en cuenta por algunos creyentes hoy en día, no sé si bien intencionados o mal intencionados, quienes presionan porque los creyentes gentiles se sometan a algunas prácticas judaicas como circuncidarse, usar la vestimenta judía, usar los nombres hebreos para Dios o el Señor Jesucristo, o los apóstoles y tantas otras cosas más. En nuestro próximo estudio bíblico veremos lo que resultó de la táctica de los ancianos de la iglesia en Jerusalén. Espero que me acompañe.

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