Simón el mago, un seguidor del Señor de labios para afuera

Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.

I. Introducción. Saludos, bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico comenzamos a estudiar acerca de Simón el mago. Viendo como casi todos sus seguidores recibieron al Señor Jesucristo como Salvador, él también decidió hacerlo, no de una manera sincera, por supuesto, sino con el interés de sacar alguna ganancia deshonesta. Inclusive, Simón el mago se hizo bautizar. Todo esto le permitió estar siempre cerca de Felipe y ser testigo de las señales y milagros que se hacían. Simón estaba asombrado del poder divino que se manifestaba en las señales y milagros y muy dentro de él comenzó a surgir el deseo de hacer las mismas señales y milagros que hacía Felipe. Mientras esto pasaba en Samaria, los apóstoles en Jerusalén se enteraban de la manera tan amplia que el evangelio estaba siendo recibido en Samaria. Esto movió a la iglesia en Jerusalén a enviar a Pedro y a Juan a Samaria para evaluar la situación. Una vez en Samaria Pedro y Juan reconocieron que efectivamente los samaritanos habían recibido a Cristo como Salvador, pero notaron también que los creyentes samaritanos todavía no habían recibido el Espíritu Santo. Por eso, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo. Entonces Pedro y Juan imponían las manos a los creyentes samaritanos y éstos recibían el Espíritu Santo. Notamos que en el caso de los creyentes samaritanos hubo un intervalo entre el momento que recibieron a Cristo como Salvador y el momento que recibieron el Espíritu Santo, y que fue necesario que los apóstoles hagan imposición de manos para recibir el Espíritu Santo. ¿Por qué? La razón es por la rivalidad que había entre judíos y samaritanos. Dios no quería que los samaritanos tengan su propia iglesia independiente de la iglesia en Jerusalén y por eso, retrasando la venida del Espíritu Santo, obligó a que la iglesia de Jerusalén, representada por Pedro y Juan, al imponer manos, tome parte en la formación de la iglesia en Samaria. Los creyentes samaritanos entendían de esta manera que ellos son parte de lo que Dios hizo primeramente en Jerusalén, no algo independiente. Hoy en día, el Espíritu Santo viene a morar en un creyente tan pronto como recibe a Cristo como Salvador, sin necesidad de que nadie haga imposición de manos. Muy bien. Simón el mago debe haber estado mirando absorto como Pedro y Juan imponían manos y los creyentes recibían el Espíritu Santo. Esto nos lleva directamente al pasaje que vamos a estudiar el día de hoy. Se encuentra en Hechos 8 a partir del versículo 18. Lo que primero vamos a notar es la petición absurda de Simón. Hechos 8:18-19 dice: Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.
Simón se percató que todos los creyentes samaritanos a quienes Pedro y Juan imponían la manos, recibían el Espíritu Santo. Simón pensó que bueno sería si él también pudiese hacer lo mismo. Tal vez se imaginaba todo el prestigio y sobre todo el dinero que podría ganar si tuviera el poder de otorgar el Espíritu Santo a todo aquel a quien él imponga manos. Así que, consecuente con su torcido corazón, Simón pensó que sería bueno hacer una inversión de su dinero mal habido, para comprar de los apóstoles el poder para otorgar el Espíritu Santo a todos los que él imponga manos. Simón el mago es el prototipo de los que usan la religión para enriquecerse ilícitamente. El Nuevo Testamento justamente demanda de los líderes de la iglesias locales, que no sean codiciosos de ganancias deshonestas. Esto significa que no usen su posición de líderes para obtener réditos económicos mal habidos. Cuidado amable oyente, con los Simones modernos que de tanto en tanto aparecen en las iglesias. En segundo lugar notamos la frontal respuesta de Pedro a Simón. Hechos 8:20-23 dice: Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.
Pedro no anda por las ramas, sino que de una manera frontal responde a Simón el mago. Varias cosas importantes notamos en la respuesta de Pedro. Comienza con una reprensión: Tu dinero perezca contigo. Pedro destapa la miseria espiritual de Simón el mago. Así como el dinero está condenado a perecer, por su impiedad, Simón el mago también está condenado a perecer. De esto podemos estar absolutamente seguros que Simón el mago no era un verdadero creyente, a pesar que de labios para afuera confesó haber recibido a Cristo como su Salvador. Las palabras dichas no tienen valor cuando no provienen de un corazón sincero. Las palabras dichas podrían engañar a los hombres, pero no a Dios quien conoce el corazón. Luego de la reprensión, Pedro razona su reprensión. Dice que el don de Dios, refiriéndose al Espíritu Santo, no se obtiene con dinero. La gente que tiene dinero, piensa que puede comprar cualquier cosa con dinero, pero existen cosas que no se pueden comprar ni con todo el dinero del mundo. Entre esas cosas está el don de Dios, o el regalo de Dios, el Espíritu Santo, el cual es dado como eso, como un don o un regalo a todo aquel que de corazón recibe a Cristo como Salvador. A continuación Pedro procede a refutar la manera de pensar de Simón el mago. Le dice: No tienes parte ni suerte en este asunto. Una manera de decir que Simón el mago no formaba parte de lo que Dios estaba haciendo entre los samaritanos. Aunque estaba siempre junto a Felipe, Simón el mago no era parte de la obra de Dios en Samaria. La razón para eso era porque el corazón de Simón no era recto delante de Dios. Simón el mago dijo que había recibido a Cristo como Salvador, pero eran solo palabras que se lleva el viento, porque partían de un corazón que no era recto delante de Dios. Pedro concluye su respuesta desafiando a Simón el mago a que revise su proceder. Arrepiéntete es una invitación a pensar lo opuesto que estaba pensando, a cambiar su mente en cuanto a comprar el Espíritu Santo. Lo que Simón el mago estaba pensando era algo terriblemente malo. Además Pedro desafía a Simón el mago a rogar a Dios, si quizá sea perdonado el pensamiento de su corazón. Pedro veía a Simón el mago como alguien que está detrás de gruesos barrotes. Simón el mago estaba en hiel de amargura y en prisión de maldad. Esta es la condición de todo aquel que pretende obtener ganancias deshonestas con el pretexto de servir al Señor. Es una esclavitud que conduce a la destrucción espiritual. En tercer lugar tenemos la réplica final de Simón. Hechos 8:24 dice: Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.
Qué triste. Estas palabras confirman el corazón endurecido de Simón el mago. No sentía el más mínimo remordimiento por haber pretendido comprar con dinero el don de Dios. No se inmutaba por codicia que saturaba su corazón. No le preocupaba el pecado sino solo la consecuencia del pecado. Simón el mago aparece como el prototipo de los que buscan a otros para que sean sus mediadores delante de Dios. Simón el mago no quería él mismo rogar a Dios por sí mismo. Quería que Pedro y Juan rueguen al Señor por él. Otro indicio de que Simón el mago no tenía una relación personal con el Señor. El pasaje bíblico termina hablando del regreso de Pedro y Juan a Jerusalén. Hechos 8:25 dice: Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.
Felipe se quedó en Samaria, mientras Pedro y Juan emprendían viaje de regreso a Jerusalén. Mientras viajaban, iban testificando y hablando la palabra de Dios. Atrás había quedado el odio y el desprecio que los judíos sentían hacia los samaritanos. El poder de Dios había transformado la mente y el corazón de Pedro y Juan. Antes habrían hecho todo lo posible para no entrar a las ciudades de los samaritanos. Ahora buscaban entrar a las poblaciones de los samaritanos para anunciarles el evangelio. Así actúa la gente cuando tiene el amor de Dios en su corazón. Así que, mi amiga, mi amigo, tenga mucho cuidado con la sinceridad o la veracidad de su decisión por Cristo. No sea que Usted también, como Simón el mago, sea solamente un seguidor del Señor de labios para afuera. Recuerde que algún día se manifestará lo que en verdad hay en su corazón, como le sucedió a Simón el mago. No tarde más, arregle sus cuentas con Dios hoy mismo.

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