Un arresto, una comparecencia, y un discurso

Que privilegio es para todos los que hacemos La Biblia Dice… Contar con su compañía en esta oportunidad. Si esta es la primera vez que nos sintoniza le contamos que estamos desarrollando un interesante estudio que se titula: “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”. Quédese con nosotros y conozca que es lo que dios quiere que aprenda en esta oportunidad con respecto a este tema.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. El estudio del libro de Hechos es parte de la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico dejamos a Pedro finalizando un poderoso mensaje a los varones de Israel, con ocasión de una señal maravillosa, por la cual un cojo de nacimiento de más de cuarenta años, fue total e instantáneamente sanado. Pedro demostró que esta señal sobrenatural era la confirmación de que Jesús de Nazaret, quien fue rechazado por los judíos, era en realidad el Hijo de Dios, el Cristo, el Mesías de Israel, el cual, a pesar que murió, sin embargo resucitó de entre los muertos. La resurrección de Cristo era una parte fundamental en la predicación apostólica. Fue en estas circunstancias que se manifestó por primera vez la persecución a la naciente iglesia de Cristo. Veamos qué fue lo que aconteció. Si tiene una Biblia, ábrala en Hechos capítulo 4. En esta ocasión tenemos un arresto, una comparecencia, y un discurso.

II. No se sabe cuánto permaneció la iglesia de Cristo libre de persecución. Tal vez fueron días o a lo mejor semanas, pero no fue mucho, porque muy pronto hizo su arribo la persecución. Satanás utilizaba la persecución para derribar a la iglesia, pero Dios utilizaba la persecución para edificar la iglesia. Hechos 4:1-4 dice: Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.
El texto se presta para pensar que el arresto aconteció mientras Pedro todavía estaba predicando su mensaje en el pórtico de Salomón. En esta ocasión, los instrumentos de la persecución fueron los sacerdotes que servían en el templo de Jerusalén, el jefe de la guardia del templo, éste era un funcionario que respondía al sumo sacerdote, y los inefables saduceos. No olvide que los saduceos eran los libre pensadores de su tiempo, quienes entre otras cosas negaban la resurrección de los muertos. Alguien ha clasificado a esta alianza como el poder religioso, el poder político y el poder intelectual. La verdadera iglesia de Cristo siempre ha sufrido de estos tres poderes. Tal vez influenciados por los saduceos, los enemigos de la iglesia de Cristo, estaban resentidos que Pedro y Juan enseñen al pueblo, porque pensaban que ellos eran los únicos que tenían derecho a enseñar en el templo, pero más todavía estaban resentidos que Pedro y Juan anuncien en Jesús la resurrección de entre los muertos. Usando arbitrariamente el poder con el que estaban revestidos, estos tipos echaron mano de Pedro y Juan y los pusieron en la cárcel sin siquiera saber lo que iban a hacer con ellos. Como ya era tarde, porque el milagro de sanar al cojo de nacimiento fue a las tres de la tarde, los enemigos de la iglesia acordaron que el siguiente día decidirían lo que debían hacer con Pedro y Juan. Pero Dios no estaba cruzado de brazos. El mensaje de Pedro caló profundo en los corazones de muchos y creyeron a Dios. Lucas el autor del libro de los Hechos dice textualmente que el número de los varones era como cinco mil. No se puede precisar si este número se refiere a los que sólo en esa ocasión recibieron a Cristo como Salvador, o el número total de los que en ese momento formaban parte de la iglesia de Cristo, tomando en cuenta los como tres mil que recibieron a Cristo cuando Pedro predicó en el día de Pentecostés. En todo caso, en lugar de desalentar a la gente de modo que no reciba a Cristo, la persecución más bien animó a la gente para que reciba a Cristo como Salvador. En segundo lugar tenemos una comparecencia.

III. Hechos 4:5-7 dice: Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
De modo que, Pedro y Juan tuvieron que pasar toda la noche en una fría celda por la causa de Cristo. Mientras tanto, comenzaron a moverse los hilos del poder religioso, político e intelectual, para manejar el asunto. Hubo consenso para reunir a la flor y nata de la sociedad judía. Era el famoso Sanedrín, el cuerpo gobernante del judaísmo formado por 70 personas. El lugar de reunión fue Jerusalén. Fueron convocados los gobernantes, ancianos, escribas, Anás el sumo sacerdote, ante quien fue llevado el Señor Jesús antes de su crucifixión. En realidad se trataba del ex sumo sacerdote, pero seguía utilizando ese título tal vez por cortesía y seguía ejerciendo poderosa influencia en el Sanedrín. Estaba Caifás, yerno de Anás, el sumo sacerdote en ejercicio, quien presidía el Sanedrín y ante quien también fue llevado el Señor Jesús antes de su crucifixión. De Juan y Alejandro no se sabe mayor cosa. Finalmente estaban todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes. La nación entera de Israel estaba representada en estas personas. El Sanedrín se reunía en forma de semicírculo y el acusado o los acusados eran puestos en medio. Esta es la primera de cuatro veces que los discípulos de Jesús comparecen ante el Sanedrín. Una vez en su sitio, el Sanedrín hizo una sola pregunta a Pedro y a Juan: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, hicieron esto? Obviamente se referían a la señal de haber sanado a aquel cojo de nacimiento. Esto permitió a Pedro entregar un poderoso discurso a favor de Jesús.

IV. Hechos 4:8-12 dice: Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Pedro está lleno del Espíritu Santo, es decir controlado totalmente por el Espíritu Santo. En estas condiciones con mucho respeto se dirige al Sanedrín y les dice: Gobernantes del pueblo y ancianos de Israel. Pedro en realidad se está dirigiendo a la nación de Israel por medio de su cuerpo gobernante, el Sanedrín. Luego Pedro entra al asunto mencionando que a su entender el Sanedrín le está preguntando acerca del beneficio realizado a un hombre cojo de nacimiento, quien fue sanado de una manera milagrosa. Pedro entonces procede a dar su respuesta. Revestido de poder de lo alto se dirige al Sanedrín estando consciente que por medio del Sanedrín está hablando a toda la nación de Israel, y dice: Es en el nombre de Jesucristo de Nazaret que se hizo el milagro que tanto ha dado que hablar. Jesucristo de Nazaret es el mismo a quien toda la nación de Israel, por medio de ustedes, rechazó, y fue crucificado, pero Dios le resucitó de entre los muertos y hoy está vivo, tan vivo, que fue por él que aquel cojo de nacimiento está sano. Luego Pedro pone el dedo sobre la llaga al identificar el garrafal error que cometió la nación de Israel por medio de sus gobernantes al crucificar a Jesús de Nazaret. Dice: Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Pedro está citando el Antiguo Testamento, exactamente Salmo 119:22 para mostrar que este rechazo a Jesús por parte de la nación fue anunciado de antemano por Dios. Los líderes de la nación de Israel, los edificadores, eran los más indicados para reconocer que Jesús es la piedra angular del edificio, sin embargo, lo reprobaron, pero Dios reivindicó a Jesús mediante su resurrección, de manera que ahora a nadie le debía quedar la menor duda en cuanto a que Jesús es la cabeza del ángulo, o la piedra que sirve de punto de referencia para toda la edificación. Por eso, Pedro dice que en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos. En nuestro próximo estudio bíblico veremos cuál fue la reacción del Sanedrín.

V. Invitación evangelística

Deja una respuesta