Una vez fuera de la cárcel prosiguieron su viaje misionero

Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. Luego de ser sacudido por un fenomenal terremoto, un carcelero de Filipos comprendió que necesitaba de Dios. Así es el hombre en cuanto a Dios. Cuando tiene todo y todo le sale bien, ni se acuerda de Dios, pero cuando pierde todo y todo le sale mal, corre a buscar a Dios. ¿Para qué esperar que venga una desgracia para comenzar a buscar a Dios? No… Mejor ahora, que está tranquilo y feliz, busque a Dios de corazón, porque Dios siempre le está buscando a Usted, y estoy seguro que lo va a encontrar. Si tiene a Dios lo tiene todo, si no tiene a Dios, le falta todo. En su desesperación, el carcelero de Filipos preguntó a Pablo y a Silas: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? La respuesta de Pablo y Silas fue: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa. Varias cosas se desprenden de esta declaración de Pablo y Silas. La salvación no resulta de hacer o dejar de hacer cosas. La salvación no es por obras, como dice el mismo Pablo en Efesios 2:8-9. La salvación resulta de creer, entendiéndose por creer el confiar plenamente. Pero no es cuestión de confiar en cualquier cosa, sino confiar en la persona y obra del Señor Jesucristo. Hasta aquí llegamos a nuestro estudio bíblico último. Hoy vamos a retomar nuestro estudio bíblico a partir de este punto. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 16:31. Además de lo ya dicho, es necesario explicar con claridad el significado de esa parte que dice: tú y tu casa. No hay problema en aceptar que si el carcelero de Filipos confiaba absolutamente en la persona y obra del Señor Jesucristo sería salvo, pero ¿cómo entender eso de que también será salva su casa? Bueno, para comenzar, la casa no se refiere al edificio donde moraba el carcelero de Filipos y su familia. La casa se refiere a su familia cercana, llámese esposa e hijos. Habiendo aclarado esto, algunos han pensado que la decisión de recibir a Cristo como Salvador por parte del carcelero de Filipos automáticamente hacía salvos a todos los miembros de su familia. Otros han pensado que la decisión de recibir a Cristo como Salvador por parte del carcelero de Filipos, garantiza que algún día todos los miembros de su familia van a ser también salvos. Pero ninguna de las dos formas de pensar es la correcta. La salvación es un asunto personal de cada uno. Cada ser humano necesita un encuentro personal con Cristo Jesús. Dios no salva en grupo o por lotes. Dios salva de uno en uno, cuando la persona reconoce su necesidad de salvación y confía plenamente en la persona y obra del Señor Jesucristo. De igual manera, el hecho que un padre de familia reciba al Señor Jesucristo como Salvador, como fue el caso del carcelero de Filipos, no es garantía de que algún momento, toda su familia, esposa e hijos van a ser salvos. La gran probabilidad es que así sea, porque la presencia de un padre de familia salvo en el hogar santifica a ese hogar, en el sentido de ponerlo aparte por el buen testimonio que ese padre de familia va a proveer a los miembros de la familia, pero aquí también, la salvación de cada miembro de la familia depende de la decisión que tomen en forma personal en cuanto a recibir o rechazar a Cristo como Salvador. ¿Qué es entonces lo que Pablo quiso decir al carcelero de Filipos cuando le dijo: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa? Pues, a la luz de todo lo que enseña la Biblia en cuanto a la salvación del pecador, lo que Pablo dijo en realidad fue: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y también toda tu familia si ellos también creen. Esto se comprueba por lo que aconteció justamente después de que Pablo hizo esta declaración. Este es el primer punto. Note lo que tenemos en Hechos 16:32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
Allí lo tiene. Pablo y Silas predicaron el mensaje del Evangelio, no sólo al carcelero de Filipos, sino también a todos los que estaban en su casa, es decir a su esposa, a sus hijos y tal vez a algunos otros. ¿Por qué? Pues porque cada uno de los miembros de la familia del carcelero de Filipos necesitaba oír el mensaje del evangelio para poder recibir a Cristo como Salvador y llegar a ser salvos. El carcelero de Filipos y su casa, o su familia, lo hicieron, recibieron a Cristo como Salvador, y fueron salvos. En segundo lugar, tenemos la evidencia de la salvación del carcelero de Filipos y su casa. Hechos 16:33-34 dice: Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.

Cuando alguien sincera y genuinamente recibe a Cristo como Salvador, comienzan a manifestarse evidencias. Algunas inmediatamente, otras con el andar del tiempo. Note lo que pasó con el carcelero de Filipos. De pronto surgió en él un deseo profundo por servir a los que le trajeron el mensaje de salvación. Dice el texto que en medio de la noche, tomando a Pablo y Silas, el carcelero de Filipos les lavó las heridas. El deseo de servir a los hermanos en la fe es una de las primeras evidencias de una persona genuinamente salva. Pero además, el carcelero de Filipos y todos los miembros de su familia, los cuales previamente habían recibido a Cristo como Salvador, procedieron a ser bautizados en agua. Esta es otra evidencia de una persona genuinamente salva, el deseo de cumplir con algo que el Señor Jesucristo ha ordenado, como el bautismo en agua. Después el carcelero de Filipos y su casa demostró el amor a Pablo y Silas por medio de invitarlos a sentarse a la mesa para comer. No importaba las altas horas de la noche. Lo que importaba es por amor satisfacer la necesidad inmediata de Pablo y Silas, quienes no habían comido por un buen tiempo. Por último, el carcelero de Filipos estaba gozoso, con toda su familia por haber creído a Dios. El gozo es otra evidencia de una persona genuinamente salva. Antes de recibir a Cristo, el carcelero de Filipos debe haber sido una persona ruda, de poca paciencia, de mal carácter, pero ahora, Cristo hizo un cambio tan maravilloso en él, al darle un gozo, una felicidad incomprensible, que nunca antes había tenido. Si Usted dice que es creyente, ¿está manifestando al menos estas evidencias? Quiera Dios que sí. En tercer y último lugar, tenemos la salida de la cárcel de Pablo y Silas. Hechos 16:35-40 dice: Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres. Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz. Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos. Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos. Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad. Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron.

Los rayos del alba comenzaron a aparecer mientras Pablo y Silas disfrutaban de la hospitalidad del carcelero de Filipos y su familia. Nadie quería ir a dormir, aunque no durmieron nada durante la noche, por todo lo que vivieron aquella noche. En eso, los alguaciles o recaderos de las autoridades romanas, trajeron la orden de que el carcelero de Filipos deje en libertad a Pablo y a Silas. Seguramente durante la noche reflexionaron sobre los hechos durante el día y reconocieron que habían cometido un error al hacer azotar y arrojar a la cárcel a dos personas sin investigar bien el asunto. El carcelero de Filipos comunicó la noticia a Pablo y Silas y con mucha ternura les dijo: Las autoridades romanos han dicho que les suelte, así que, tomen sus cosas, ha sido maravilloso tenerles en mi casa, pero es hora que se vayan en paz, conforme al deseo de mis autoridades. Pero Pablo era muy inteligente, y seguramente pensó que si habiendo estado presos, de pronto simplemente se esfumaban de la cárcel sin que se sepa nada, ¿qué testimonio quedaba para la iglesia que estaba apenas comenzando en la casa de Lidia, en Filipos? Muchos pensarían que Pablo y Silas deben haber cometido algún delito para que les hayan azotado y tenido presos por una noche. Pablo no quería correr este riesgo y dijo al carcelero de Filipos: Los romanos nos azotaron públicamente, sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos, y nos metieron en la cárcel, ¿y ahora quieren que nos vayamos escondidos? De ninguna manera. Exijo que las autoridades romanas vengan en persona a sacarnos de la cárcel. Pablo y Silas eran judíos, pero a la vez tenían la ciudadanía de Roma. Aquí los tenemos exigiendo sus derechos si es por el bien de la obra del Señor. Los alguaciles llevaron la noticia a las autoridades romanas, quienes al recibir la noticia se asustaron, porque sabían que habían infringido la ley y perfectamente podrían ser acusados ante sus superiores. Así que, como perro con el rabo entre las piernas, las autoridades romanas, fueron a la cárcel a rogar a Pablo y Silas que salgan de la cárcel y que también salgan de la ciudad. Lucas no lo dice, pero es probable que las autoridades romanas hayan pedido las debidas disculpas a Pablo y Silas. De esta manera, el nombre de Pablo y Silas quedó limpio en Filipos y eso era muy beneficioso para la naciente iglesia en esa ciudad. Una vez fuera de la cárcel, Pablo y Silas fueron a la casa de Lidia, donde estaba la tierna iglesia en Filipos, y luego de saludar a los creyentes que allí estaban, los animaron, los consolaron y prosiguieron su viaje misionero. En nuestro próximo estudio bíblico veremos hacia donde se dirigieron.

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