La apostasía

Saludos cordiales, amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el libro de Hebreos. El tema de este maravilloso libro de la Biblia es: La preeminencia de Jesucristo. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de la apostasía.

1 Timoteo 4:1 dice: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” En este versículo se menciona el verbo “apostatarán”, el cual denota la acción de los apóstatas. ¿Qué es un apóstata? Dejemos que la palabra de Dios responsa a esta interrogante. Abramos nuestras Biblias en Hebreos 10:26-27. Estos versículos marcan el inicio de otro pasaje de advertencia, el cual comienza en el versículo 26 y termina en el versículo 39. Esta advertencia es quizá la más severa de todas las Escrituras.

A lo largo de casi diez capítulos el autor de Hebreos ha presentado la superioridad de Jesucristo sobre todo lo que era preciado para los judíos. ¿Cuál será la reacción de los lectores judíos ante esta verdad? Básicamente hay dos opciones. Número uno, acercarse a Dios en plena certidumbre de fe y alcanzar la salvación eterna, o número dos, dar la espalda a esta verdad y alejarse definitivamente de Dios. Esto es lo que significa “apóstata” Es uno que conoce plenamente la verdad acerca de la salvación, pero inexplicablemente rechaza esa verdad y se aleja totalmente de Dios.

No hay perdón para el pecado de apostasía. En los versículos 26 y 27 tenemos la naturaleza de la apostasía y el resultado de la apostasía. En cuanto a lo primero, Hebreos 10:26 en su primera parte dice: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad” La primera característica de un apóstata es que ha recibido el conocimiento de la verdad. Si alguien no ha conocido el evangelio y por ello, no ha recibido a Cristo como Salvador, no es un apóstata.

Existen dos palabras en griego para expresar “conocimiento”. Gnosis que significa un conocimiento general y Epignosis que significa un conocimiento profundo. Esta es la palabra que se usa aquí. Alguien que tiene toda la información sobre el evangelio. En Hebreos 6, por ejemplo, se dice que fueron iluminados, gustaron del don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes de siglo venidero, pero recayeron, o volvieron atrás, esto es apostasía.

Cuando habla de la verdad, se está refiriendo al evangelio de Cristo, que es el tema central del nuevo pacto. Ellos conocían intelectualmente la verdad, pero por temor a las persecuciones o la enemistad de sus paisanos judíos, rechazaron esa verdad conocida. Esta es la segunda característica de un apóstata. Recibió la verdad, entendió la verdad y voluntariamente rechazó la verdad y se alejó de ella. Es un pecado voluntario.

La tercera característica es que es algo habitual. Un continuo rechazo de la verdad. Esto es importante notar. Hay creyentes que momentáneamente se alejan de la verdad, pero eventualmente regresarán a la verdad. El apóstata se aleja de la verdad en algún momento y permanece alejado de la verdad para siempre. Esta diferencia la podemos notar en 2 Timoteo 2:12-13. Allí a la mitad del versículo 12 dice: “Si le negáremos, él también nos negará” Esto es para el apóstata. Si alguien da la espalda al Señor, después de haber conocido la verdad, el Señor también le dará la espalda. Pero note lo que dice el versículo 13: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel. Él no puede negarse a sí mismo” Esto es para el creyente. A veces el creyente flaquea en su fe, pero Dios sigue fiel, porque el creyente es hijo de Dios. El apóstata niega al Señor, el creyente, lamentablemente, cuando está controlado por su carne, es infiel al Señor.

Un apóstata por tanto no es creyente, porque la prueba máxima de que alguien es creyente es la permanencia en la verdad. El creyente mantiene firme, sin fluctuar la profesión de su esperanza. 1 Juan 3:9 dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” Si una persona es nacida de Dios no practicará el pecado. Pero si alguien es un apóstata, continuará practicando el pecado. El asunto clave es la permanencia. El creyente permanece sin practicar el pecado.

El apóstata también pertenece, pero practicando el pecado. De manera que la naturaleza del apóstata es que recibe la verdad y en algún momento rechaza esa verdad. ¿Se ha preguntado alguna vez qué pasó con alguien que parecía tan fiel en la iglesia, pero de pronto desapareció de la iglesia y luego se entera que esta persona anda totalmente en el mundo, abiertamente negando todo aquello que antes parecía apoyar? Lo más probable es que se trate de un apóstata.

1 Juan 2:19 habla sobre estos apóstatas en estos términos: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros, pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” Con tristeza hay que admitir que en casi todas las iglesias evangélicas hay apóstatas. En algún momento saldrán de la iglesia y mostrarán que nunca fueron creyentes verdaderos.

Veamos ahora los resultados de la apostasía. Hay dos resultados. El primero aparece al final del versículo 26 de Hebreos 10 dice así: “ya no queda más sacrificio por los pecados” La única manera de estar en la presencia de Dios es teniendo los pecados perdonados. La única manera de que los pecados sean perdonados es por medio de un sacrificio. Hebreos 9:22 dice: “y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” El único sacrificio que quita el pecado es el de Cristo. Si se rechaza este sacrificio, no queda otro sacrificio que pueda quitar el pecado.

Si se rechaza el sacrifico de Cristo, literalmente se sale de la gracia de Dios para salvación. Por esta razón señalamos anteriormente que el pecado de apostasía no tiene perdón de Dios. Un ejemplo triste de esto encontramos en 1 Samuel 3:14. El sumo sacerdote Elí tuvo dos hijos malvados. Ofni y Finees. Esta fue la sentencia de Jehová. “por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas” Note la expresión “no será expiada jamás” Esta fue la manera de decir a Elí: Tus hijos han pecado de tal manera que han salido de los límites de la misericordia.

No hay sacrificio que pueda expiar sus pecados. La misericordia de Dios tiene su límite. El segundo resultado de la apostasía es la certeza de un juicio. A mayor falta, mayor juicio. Hebreos 10:27 dice “sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” Dios mira como diablo a los que conocen a fondo la verdad pero voluntariamente la rechazan. Adversario significa eso, diablo. Un apóstata es un adversario o diablo o enemigo de Dios.

Esto explica el furor con el cual es castigado el apóstata. Un ejemplo clásico de un apóstata es Judas Iscariote. Judas Iscariote pasó tres años con el Señor, pero en un momento dado lo traicionó con un beso. De un amigo íntimo se transformó en un enemigo enconado. Luego de su inexcusable pecado, Judas Iscariote se quitó la vida y la Escritura dice que se fue a su propio lugar. Un lugar de tormento en el infierno, el mismo lugar al que irán a parar todos aquellos que como Judas Iscariote dan la espalda a la plena manifestación de la verdad.

El versículo 27 de Hebreos 10 describe en forma escalofriante el castigo para los apóstatas. Dice que es una horrenda expectación de juicio. En verdad es horroroso lo que les espera, porque el tormento tiene que ver con fuego que devora. Varios pasajes bíblicos nos dan una descripción de este castigo. Por ejemplo Marcos 9:43-44 “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala, mejor te es entrar en la vida manco que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga” De modo que un apóstata es alguien que ha recibido la verdad y rechaza esa verdad. Como resultado, no queda más sacrificio por su pecado y lo único que le espera es una horrenda expectación de juicio. Qué trágica la situación de un apóstata.

Tal vez, usted, sin ser un apóstata, todavía está indeciso entre recibir a Cristo como Salvador o rechazarlo. Conoce la verdad, y sabe que necesita de un Salvador. Hoy mismo reciba a Cristo como su Salvador. No deje pasar el tiempo porque está en peligro de dar la espalda a la verdad que ya conoce para perderse para siempre, siendo objeto del juicio de Dios por haber rechazado el sacrificio de Cristo.

Deja una respuesta